Impunidad de los poderosos
Freddy Sánchez jueves 4, Oct 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Si camina como pato, grazna como pato y nada como pato, entonces debe ser pato”.
La aseveración de esa expresión ampliamente conocida debe ser el eje central en una nueva lucha sexenal contra la delincuencia.
En primer lugar para terminar con el engaño de la prevención del delito, a efecto también de que las tareas de inteligencia financiera permitan detener a los potentados de la política y la iniciativa privada coludidos con las mafias criminales y como tercer gran propósito limpiar de la podredumbre de la corrupción a las cárceles en el país hasta convertirlas en lugares efectivamente dedicados a la reinserción social de los internos.
Las tres grandes prioridades en materia de seguridad y preservación del estado de derecho que el equipo de Andrés Manuel tendrá que esmerarse en atender, adoptado acciones diferentes de las que en manos de distintos gobiernos sólo resultaron un tremendo fiasco.
Porque dígase lo que se diga en aras de suavizar recriminaciones sociales contra la ineptitud, falta de visión y la incapacidad actora institucional contra los grupos delictivos, es evidente que la incidencia delictiva en crecimiento, amén de la sobrevivencia e incluso robustecimiento de las mafias dedicadas a delinquir, simplemente muestran que las políticas oficiales en los últimos 18 años, carecieron de efectividad.
Los dueños y señores del país son los delincuentes organizados, pese a todos los intentos institucionales para devolverle a la nación la tranquilidad robada.
Qué mejor ejemplo de ello que en las elecciones recién celebradas en México fueron victimados un alto número de aspirantes a cargos de elección popular que no gozaban del apoyo de grupos criminales.
Mas pruebas de que en materia de seguridad se le ha quedado a deber a la nación, no puede haber.
La diversificación de los delitos, reagrupación inmediata de cualquier entidad criminal medianamente “tocada” con la captura o muerte de algunos de sus integrantes y el poder económico prácticamente “intocable” de delincuentes y sus socios y protectores entre hombres de negocios, funcionarios y políticos, se yerguen con cinismo ante los ojos de la nación para ostentar su poderío como nunca antes alcanzado en México por grupos criminales de ninguna especie.
Así que lo que Andrés Manuel y su gente tienen que hacer es cambiar a como de lugar el estatus de impunidad de cuanta organización delictiva prosiga su operación en territorio nacional, dedíquese a lo que se dedique y sin importar qué influencias de carácter económico o político se tengan que afectar para combatir eficazmente la comisión de los delitos.
Y justamente por esa razón es indispensable que realmente funcione una nueva política sustentada en mejores normas legales para la prevención del delito, adoptando tácticas que oportunamente detecten conductas de riesgo criminal y procediendo a la detención de sospechosos, recurriendo a investigarlos hasta estar seguros de que no se trata de delincuentes en potencia merodeando los lugares donde pretenden cometer sus fechorías,
En ese tenor, la penalización de la vagancia y malvivencia podrían ser indipensables, aunque no para incurrir en abusos y extorsiones contra vagos y malvivientes, sino a efecto de encauzarlos hacia una vida productiva.
Planes y proyectos sobre el particular habrá que valorar de distintas clases, al igual que lo concerniente a la inteligencia financiera que permita detectar fortunas mal habidas en manos de criminales de cuello blanco y desde luego una reforma carcelaria con la clara idea de que las cárceles en el país funcionen como centros de producción que hagan posible la readaptación de los internos.
No cabe duda pues que mucho hay que cambiar en la lucha contra la delincuencia, a partir del gobierno entrante, teniendo como firme propósito la restauración de la seguridad en nuestro territorio y para ello es menester poner alto a todo tipo de impunidades delictivas, pero en particular a la impunidad de los poderosos.