Mafias del poder
Freddy Sánchez martes 2, Oct 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“¡Me canso, ganso!”…
A eso que dijo Andrés Manuel en referencia a su absoluta convicción de que acabará con la corrupción, por si acaso, le faltó agregar aquello de “te conozco mosco, dijo un zancudo cuando volar no pudo porque una pata se le hizo nudo”..
Esto en relación a los que se burlan pretendiendo estar seguros de evadir las acciones institucionales contra la corrupción. Sobre todo, el llamado a la austeridad republicana e incluso la prédica para el ejercicio de una pobreza franciscana.
Dos nuevos clichés de la siguiente moda sexenal o por el contrario una infatigable e intensiva depuración de lo público y privado, en distintas áreas, actualmente “podridas” hasta la médula, a causa de una larga historia de inmoralidad entre los amantes de eludir obligaciones legales y aquellos que lo facilitan, deseosos de saciar afanes de riqueza en ambos casos.
Justamente, en torno a lo que Andrés Manuel tendrá que poner énfasis en la campaña contra la corrupción dentro y fuera del gobierno.
Porque mientras haya dadores y receptores de dádivas, actuando con impunidad, “el ganso” más que cansarse podría terminar por desmoralizarse y declinar en su prometida lucha contra los corruptos.
Y ello, obviamente, a pesar de que “el zancudo” conozca las mañas de todos esos moscos, mosquitos y moscardones de la corrupción pública y privada.
A quienes, (sí se quiere contener y no solo asustar con un “espanta moscas”), es preciso ponerlos bajo la mira oficial con el indeclinable propósito de atraparlos donde pretendan esconderse, puesto que tal cosa es fundamental para el éxito de la lucha contra el abuso y las desviaciones del poder en la administración pública y su correlación con distintos sectores de la sociedad.
Uno de estos en particular, quizás más corrupto que ninguno y jamás “tocado” con verdaderos afanes de moralización desde lo más profundo y hasta lo más alto de sus estructuras operativas.
Se trata, naturalmente, de los sindicatos que manejan recursos económicos institucionales, (en enorme cuantía por las cuotas obligatorias de los trabajadores al servicio del estado), y cualquier otro organismo público o privado que reciba dinero de nuestros impuestos y por esa razón deba estar sujeto a las más estrictas políticas de austeridad y trasparencia en el manejo de sus haberes financieros.
Basta ya de apapachar a bribones y abusadores institucionales.
Tal como sucedió ejemplarmente en el caso del Senado de la República, en el que el “gran corte” de gastos abarcó conocidas e inimaginables comodidades, privilegios y extravagancias de legisladores y pomposos burócratas a cargo de la administración.
Una medida que deberá hacerse extensiva a todas y cada una de las dependencias federales y aquellas en los gobiernos locales donde el equipo de trabajo para asuntos institucionales quede bajo la responsabilidad de integrantes de “Morena”, el partido de Andrés Manuel.
De tal suerte que en cuanto hayan sido aplicadas cabalmente las políticas de austeridad como es de desear que suceda a partir del primer día del futuro gobierno de la República, no sólo los que votaron por Andrés Manuel, sino la mayoría de los mexicanos se sumarán gustosos en apoyo a los cambios sexenales.
Claro que combatir a la par y con la misma energía toda forma de corrupción en otros asuntos públicos y privados relacionados con el ejercicio institucional, es “harina de otro costal”.
Ojalá pues que esto también se realice porque sólo así se le dará un golpe mortal no a una sino a todas las pujantes e intactas mafias del poder.