Hijos de satanás
Freddy Sánchez martes 25, Sep 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
También los padres de los educandos necesitan recibir educación para que estén en condiciones de educar correctamente a sus hijos.
Porque con paterfamilias de escasa o nula capacidad educadora será imposible elevar la calidad educativa de los escolares, lo cual incluya, por lo menos, nociones básicas de civismo, (que no de cinismo), ética, moral y aprecio por los valores universales.
Y es que desde que ambos padres trabajan y se reparten las obligaciones de una casa, (si no es que uno de ellos abandonó el hogar y endilgó a la pareja la ardua responsabilidad de educar), la tarea de apoyar la educación escolar con las correctas enseñanzas familiares, a fin de lograr una sana formación de los escolares, induciéndolos a actuar con responsabilidad y respeto, terminó por convertirse en un mito.
De tal suerte que en tanto las escuelas dejan mucho que desear con respecto a la formación de escolares en aspectos técnicos y científicos elementales, esta tragedia es más grande todavía al constatarse la mala educación que reciben los escolapios en sus propias casas.
Contados son los casos en los que desde el hogar se les inculca a los hijos una línea de conducta que profese el orden, el respeto y la disciplina en distintos tópicos de la vida como pauta de un comportamiento en bien de la armonía familiar y social.
Y lo que es peor: la mayoría de los encargados de educar en una residencia privada, francamente se desentienden del más elemental deber de ser un ejemplo a seguir en cuanto a cumplir con absoluta convicción sus deberes de buenos ciudadanos.
De poco o nada sirve pues una educación escolar mediocre con el añadido de las malas costumbres imperantes en una casa, debido a las deficiencias educativas de los adultos a cargo de “educar” en familia.
En esas circunstancias, fácil es imaginarse lo que puede esperarse del desarrollo de los infantes y adolescentes, a falta de una adecuada dirección en sus hogares, lo que se traduce en una influencia altamente perniciosa para los chicos al grado de que estos terminan por andar vagando en las calles, dedicados al ocio en distintas formas o consumiendo su tiempo en juegos o entretenimientos cibernéticos o televisivos de dudosa calidad educativa.
Un mal que los paterfamilias, pretendiendo eludir responsabilidades personales en la incorrecta formación de sus hijos, suelen achacar a las deficiencias institucionales en materia escolar, siendo que si bien es verdad que en las aulas no se educa como se debe a los escolapios, en buena medida esto obedece a la notoria falta de colaboración de los padres.
Baste mencionar las habituales prácticas de la violencia escolar, (el llamado bullying), que no es otra cosa que el maltrato prepotente de unos contra otros en niveles básicos de la enseñanza, primarias, secundarias e incluso planteles escolares de mayor rango educativo.
La proliferación y perpetuación de un mal que los maestros temen combatir por las consabidas represalias en su contra, si a juicio de un estudiante algún profesor abusa de ellos, pretendiendo aplicar cualquier reprimenda cuyo tono les disguste, porque lo más seguro es que lo padres llegarán a la escuela con “la espada desenvainada” para exigir una sanción para el mentor o mentora que haya osado levantarle la voz o dirigirse de manera “brusca” hacia sus “polluelitos”.
En algunos o más bien muchos casos, pequeños grandes pelafustanes alentados por su mala educación familiar a actuar sin consideraciones hacia sus compañeros y maestros, puesto que sus “lindos” papis los consienten y los han convertido en pequeñas y temibles “lacritas” sociales del futuro.
Por ello es tan indispensable reconocer no sólo las fallas en la educación que de tiempo atrás persisten en los plateles escolares, sino en forma paralela la que ocurre en los hogares ayunos de buenos modales y notoria falta de respeto para los demás y nuestro entorno, ya que infinidad de escolapios actúan como lo que son: hijos de padres mal educados. O lo que para algunos podría ser lo mismo: auténticos “hijos de satanás”.