Donald Trump, ¿vendrá?
¬ Augusto Corro lunes 24, Sep 2018Punto por punto
Augusto Corro
Varias organizaciones de migrantes se oponen a la presencia de Donald Trump en la ceremonia de toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador, como presidente de México, el 1 de diciembre próximo.
Todo mundo sabe el profundo odio y desprecio que el magnate de la construcción siente por los mexicanos al grado de calificarnos como criminales y aplicarnos otros calificativos xenófobos y racistas.
Su proyecto de la construcción del muro fronterizo es otra de las muestras de su política agresiva contra nuestros compatriotas.
Sabe Trump muy bien que esa valla de nada servirá para frenar las corrientes migratorias de nuestro país y de otras regiones latinoamericanas.
Sus leyes severas contra los indocumentados, que incluyen la detención, deportación y la separación de padres e hijos menores de edad, sin papeles, nos mandan el mensaje de que al mandatario republicano no lo conmueve el dolor humano. Las tragedias familiares se multiplicaron.
Se habla de una posible presencia de Trump en el mencionado acto oficial en diciembre y las manifestaciones de rechazo de grupos de migrantes, ya empezaron a recalcar la poca simpatía que le tienen los mexicanos.
Pero las relaciones diplomáticas tienen otros caminos y, sin duda, tener buena amistad con el hombre más poderoso del mundo tendrá algún beneficio, aunque ese presidente republicano no se canse de ofendernos. ¿Vendrá Trump a México? Se vale apostar. ¿Cuál es su opinión, amable lector?
El desorden en los estados
Desde el gobierno del panista (¿?) Vicente Fox, los gobernadores empezaron a hacer en sus entidades lo que les vino en gana.
Lo mismo ocurrió durante el sexenio del otro blanquiazul, Felipe Calderón. En el mandato de Enrique Peña Nieto los Ejecutivos estatales repitieron la misma conducta.
Y no solamente desviaron, ilegalmente, el dinero de los mexicanos, también se distinguieron por desgobernar en sus estados.
En la lucha contra la delincuencia organizada, los errores comenzaron con Calderón, quien sin una estrategia efectiva le declaró la guerra.
Todos conocemos los resultados. El mandatario Peña Nieto tampoco pudo erradicar la narcodelincuencia.
Ahora vivimos en un país con tráileres que deambulan cargados de muertos, fosas clandestinas por todos lados y miles de desaparecidos que nos colocan en una pesadilla de inseguridad. ¿Y cuál es el papel de los gobernadores ante las miles de muertes y los miles de desaparecidos? Pues el de la ineptitud o el de la omisión.
Los ejemplos sobran. En Guerrero, las autoridades fueron derrotadas, hace mucho tiempo, por los grupos delincuenciales.
En Veracruz ocurrió lo mismo. Las autoridades de los tres gobiernos: municipal, estatal y federal fueron derrotados por el crimen organizado.
Y los tráileres llenos de muertos en Jalisco fueron la prueba más importante de la ineptitud del gobierno. Los cuerpos sin vida eran llevados de un lado a otro sin posibilidades de depositarlos en algún lugar determinado.
¿Cuál fue el papel del Ministerio Público? ¿Del gobernador Aristóteles Sandoval que salió al paso con el anuncio de la construcción de una morgue para 400 cadáveres? ¿Con eso se olvidaron sus errores?
La tarea de Claudia
Los priístas viven tiempos difíciles y se aprecia que la resurrección del PRI necesita de un esfuerzo más que titánico de sus militantes y líderes que no se acostumbran a vivir como desamparados de la política.
En las últimas elecciones presidenciales casi fueron borrados del escenario político. En el presente, con discursos equivocados los tricolores pretenden evitar la extinción de su partido. La presidenta del PRI, Claudia Ruiz Massieu, convocó a los priístas a volver al origen.
“Recuperemos juntos el sentido de ser priístas, de servir, de alzar la voz para denunciar una injusticia o cualquier comportamiento indebido, y rescatemos el sentido de fraternidad que nos ha caracterizado siempre”, dijo la dirigente.
El discurso de Ruiz Massieu no fue realista. Los militantes tricolores no votaron contra el partido en las últimas elecciones. Emitieron su voto contra la corrupción de los funcionarios públicos.
Las filas priístas registraron el sinnúmero de escándalos de los mandatarios estatales que saquearon el erario; así como de su ineptitud para llevar la paz y la seguridad a las entidades.
La tarea de la dirigente tricolor se antoja imposible, pues fueron muchos años en los que el PRI se alejó poco a poco de la gente. Ensoberbecidos, los políticos únicamente se dedicaron a velar sus intereses. Allá ellos.