Parásitos de la educación
Freddy Sánchez jueves 20, Sep 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Dos grandes lastres se oponen sistemáticamente a una transformación educativa que vea solo por el bienestar futuro de la nación.
En primer término la obsecada manipulación del magisterio con fines políticos. Y en segundo lugar, la soterrada corrupción entre los integrantes de las administraciones institucionales de carácter escolar y las dirigencias sindicales.
Y no se trata de echar culpas “a lo loco”, si está claro que al imperar la mediocridad educativa en las aulas, tal cosa devela que la causa principal es la defensa a ultranza de mezquinos intereses en el sector educativo nacional.
“Todo mundo” se declara devoto del sano desarrollo para la sublimación de la educación en México, lo que significará garantizar mayor bienestar para la población en general, pero casi nadie renuncia al afán permanente de “llevar agua a su molino”.
Con libertades abusivas contra los intereses de terceros,( organizando marchas y plantones anarquizantes de la vida comunitaria), licencias y permisos al gusto, (en apoyo a gestas sindicales mafiosas o por el mero placer de vacacionar con cargo al erario público), cero trasparencia en el manejo de las cuotas sindicales y las erogaciones de las burocracias administrativas, (con el descarado propósito de ocultar malversaciones y trinquetes diversos), y una socorrida impunidad de hampones sindicales y funcionarios deshonestos.
Todo lo anterior equivalente a una suma de excesos y constantes corruptelas, además de las consabidas tajadas políticas con cargos electorales, que constituyen los oscuros y turbios intereses a manos de gavillas de malos mentores, líderes y burócratas en áreas de dirección, más bien convertidos en fascinerosos opuestos radicalmente a cualquier cambio que elimine sus privilegios y canonjías en las tareas oficiales dedicadas a la educación.
Por ello, todo cuanto se ha intentado de tiempo atrás para crear nuevos esquemas educativos se ha quedado a medias, tiende a revertirse para quedar exactamente igual que antaño, en favor de los que obtienen favores y beneficios personales de los quehaceres educativos institucionales y cada que se escucha el canto de una reforma educativa en realidad es el ruido de las alharacas festivas para anunciar otra farsa sexenal en el rubro educativo nacional.
Lo cual obedece, lógicamente, al declarado propósito de fingir que se quiere rescatar a la educación de su marasmo para elevar su calidad hasta alcanzar los máximos estándares predominantes en el mundo, cuando lo que en verdad se busca es seguir manipulando al magisterio consintiendo a los nuevos o viejos insaciables y corruptos en cargos de administración y liderazgos sindicales.
Y es que pese a la reforma educativa aprobada en la administración sexenal que está por concluir bajo el supuesto de que los niveles educativos pondrían al país a la vanguardia con educadores altamente capacitados y educandos dedicados empeñosamente al estudio en aras de favorecer ampliamente el desarrollo económico y social, lo único cierto es que la reforma quedó a deber y eso justifica que se profundice o de plano se realice otra gran reforma educativa.
Claro que nada bueno puede esperarse de ello, de solaparse como siempre a los grupos de poder al interior del sistema educativo nacional, que antes y ahora se mantienen firmes en su necia actitud de obstruir cuanto represente la pérdida de sus prebendas.
En ese tenor, el cambio que se llegue a plantear para la reforma educativa, en el sexenio del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tendría que contemplar la eliminación total de concesiones con ánimo de ejercer manipulaciones políticas del magisterio y una auténtica purga de administradores y líderes corruptos.
Decir pues con firmeza: no más mafias del poder en los dos sindicatos conocidos como el SNTE y la CNTE y trasparencia financiera absoluta con planes que garanticen la elevación de la calidad educativa y la eliminación de cualquier acto de corrupción por parte de los parásitos de la educación.