Educación chatarra
Freddy Sánchez martes 18, Sep 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Cualquier cambio a la reforma educativa, (idealizando su elevación y perfeccionamiento y no al revés), debe tener como premisa la adecuada capacitación del magisterio.
Con maestros dedicados en cuerpo y alma a la docencia, realmente competentes en su desempeño educativo, emocionalmente aptos, que amen lo que hacen y sin regateos acepten su capacitación permanente.
Ese tiene que ser el perfil ideal de la actual y futuras generaciones magisteriales.
De tal suerte que la capacitación requerida cumpla un objetivo central: aleccionar a los maestros para que eduquen a sus alumnos, a afecto de ayudarlos a convertirse en agentes altamente calificados y productivos para el mercado del empleo y no en parias del desempleo ni prospectos para el reclutamiento de la delincuencia organizada.
Los cambios que deban hacerse a la reforma educativa, que se hagan pensando en que los educandos deben estar óptimamente capacitados para dedicarse a las actividades más demandadas en los años por venir.
Por ello es de exigir una revisión y adecuación a fondo de los programas de estudios desde la primaria y la secundaria, pasando por la educación media hasta abarcar la enseñanza superior.
Ante los nuevos tiempos, nuevas actividades a realizar, y por tal razón, nuevas técnicas con criterios modernos de educación escolar.
Porque de nada servirá a los acompañantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aferrarse a adoptar cambios en la reforma educativa, francamente ajenos a lo único importante y trascendental: la innovación de la enseñanza para ponerla a tono con la evolución del proceso productivo.
Y eso obliga a postular un nuevo modelo educativo que permita a los educandos obtener empleos bien remunerados para vivir con decoro y dignidad.
De ahí que incrementar los medios para la capacitación magisterial sea un pilar fundamental en todo afán por adecuar la reforma educativa abarcando sus normas legales y aspectos programáticos en general.
Una modificación cosmética o regresista a favor de la corrupción y los privilegios en ciertas áreas de control administrativo, sindical o político, equivaldría a atentar impunemente contra el progreso y el bienestar nacional imponiéndole a la educación un lamentable retroceso en vez de las adecuaciones de avanzada que tanto se hacen menester.
De modo que el gobierno de Andrés Manuel no puede incurrir en la insensibilidad de posponer el gran paso educativo que el desarrollo productivo demanda a gritos para contrarrestar la perniciosa expansión de la delincuencia.
Y es que millones de connacionales prácticamente son impelidos a delinquir, a falta de una educación que los provea de empleos formales bien pagados.
Es inaudito por ejemplo que un menor contratado por las mafias para que les sirva de “halcón”, (observador y delatador de la presencia policiaca en cualquier lugar), gane más de cinco veces el salario mínimo.
Eh ahí pues el meollo del asunto. Los educandos en territorio nacional deben ser educados para que puedan emplearse en actividades productivas cuyos salarios les permitan acceder a los satisfactores mínimos de confort y ello les “quite de la cabeza” la más mínima intención de buscar su bienestar en actividades no necesariamente violentas que ofrece la delincuencia organizada con atractivos ingresos para los interesados.
En ese tenor es indispensable ganarle la batalla del empleo a los mafiosos.
Y tal cosa sólo será posible implantando un esquema educativo capaz de alimentar sanamente el intelecto productivo de los educandos para que encuentren fácil ocupación bien remunerada en la economía formal, lo que exige desterrar para siempre de nuestra nación la educación chatarra.