“Teoría y práctica de La Habana”, de Rubén Gallo
Cultura martes 18, Sep 2018En la ruta de las letras
Patricia Correa
- Jus Ediciones promueve esta novela en donde los protagonistas de esta crónica son poetas y rufianes, pintores y jineteros, santos pecadores y crápulas angelicales: son la materia humana de una ciudad incandescente
La Habana, señores, es un delirio alojado en un torbellino envuelto en mil paradojas. Es una ciudad indefinible: sólo se puede mostrar. Y eso hace este libro, un estallido no menos descomunal que el escenario de sus peripecias. Los protagonistas de esta crónica son poetas y rufianes, pintores y jineteros, santos pecadores y crápulas angelicales: son la materia humana de una ciudad incandescente. Todo esto ocurre a lo largo de los seis meses febriles que el autor pasó en la isla durante el año 2015. Un teórico arrojado a la práctica. Vio, vivió y registró lo que vivía con una prosa tan inflamada, tan generosa, como el espectáculo que retrata. La Cuba en tránsito hacia nadie sabe dónde ha encontrado por fin el texto que buscaba. En entrevista exclusiva para DIARIO IMAGEN, el autor Rubén Gallo, nos comentó más detalles:
-¿Qué le atrajo de Cuba para escribir una novela sobre la isla?
“No pensaba escribir un libro sobre Cuba. Llegué a La Habana el diciembre de 2017 y me tocó vivir allí, en medio de la capital cubana, el anuncio de los presidentes Raúl Castro y Obama sobre la reanudación de las relaciones diplomáticas. Fue un momento muy intenso, muy especial, que cuento en el primer capítulo del libro. Al verme en medio de ese instante histórico, decidí que quería contar lo que sentí al vivir esos meses en Cuba”.
—“Teoría y práctica de Cuba” ¿es un retrato del ambiente gay en Cuba? ¿Te encontraste con represión y discriminación?
“No: las cosas han cambiado mucho. En 2010, Fidel Castro reconoció que se había cometido una injusticia contra los homosexuales en los años 60, con los campos de la UMAP, y reconoció su propia responsabilidad en el asunto. Pero no fue hasta que Mariela Castro asumió la dirección del Cenesex que se dieron cambios sorprendentes: el estado financió campañas para combatir la homofobia y la transfobia, creó programas educativos para prevenir el VIH y el SIDA y —algo único en la historia de la homosexualidad— abrió cabarets, discotecas e incluso una playa gay. Hoy Cuba es el único país del mundo con bares gays —muy animados, por cierto— administrados por el estado”.
—A raíz de las relaciones Cuba-Estados Unidos, en el periodo del presidente Obama, ¿Podemos hablar de una Cuba más liberada?
“Las cosas han cambiado mucho desde el viaje de Obama a La Habana, pero las transformaciones llevan más de una década, desde que Raúl Castro asumió la presidencia en 2006 tras la enfermedad de su hermano Fidel. Desde entonces se ha legalizado la propiedad privada y el trabajo por cuenta propia; se ha disparado el turismo, beneficiando a miles de cubanos que alquilan habitaciones o sirven comidas en sus casas; y en La Habana, galerías y espacios independientes presentan exposiciones y conferencias para un público local e internacional”.
—¿Cómo defines tu novela?
“Teoría y práctica de La Habana es un libro híbrido: tiene algo de crónica, algo de ensayo, algo de novela. Yo lo considero una obra de autoficción: es una versión novelada de algunas de las experiencias más intensas que viví en La Habana. Todo tiene su base en la realidad, pero — como ocurre con todo en Cuba — esa realidad se va entrelazando con la imaginación y con la literatura. Ese género híbrido, impuro, me lo dio la propia realidad habanera. En Cuba todo mundo habla, inventa historias, hace cuentos. Los cubanos tienen un gran talento narrativo y cuando hablan es casi imposible saber en qué momento pasaron de la realidad a la fantasía. Estos dos registros se mezclan constantemente en La Habana y para contar lo que viví necesitaba hacer lo mismo en mi libro. El capítulo de la leche es un ejemplo: para conseguir un litro de leche fresca tuve que hacer viajes al campo, hablar con guajiros, pedir muchos consejos. Me sucedieron muchas cosas, tuve muchas aventuras y ni yo mismo sabría decir en dónde termina lo real y comienza lo imaginario: es todo como un gran paquete lácteo”.