Padrinos de las mafias
Freddy Sánchez jueves 13, Sep 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Más de lo mismo en la lucha contra el delito, sería un vil engaño contra la comunidad nacional.
Con esa certeza deberá comenzar el próximo gobierno de la República, el primero de diciembre.
Para ver si es cierto que con un nuevo toque en materia de “inteligencia” y “mano firme” se logra restaurar la seguridad en el territorio nacional.
Seguridad indispensable para una vida en armonía, lo cual se ha perdido, por la evidente falta de talento, omisiones o complicidades institucionales ante el embate de las organizaciones criminales en México.
Una triste realidad que el actual gobierno priísta no podrá cambiar como tampoco lo hicieron sus antecesores panistas en la presidencia.
Habrá que esperar pues hasta que se concrete el relevo de Andrés Manuel López Obrador en el gobierno federal y constatar si efectivamente se logrará restituir la confianza en las instituciones de seguridad, además de mantener a salvo el buen nombre de las fuerzas armadas.
Este último, inevitablemente trastocado como parte del descrédito oficial a causa de una lucha sin fin y hasta ahora perdida contra la delincuencia organizada.
Lo cual, obviamente, se debe a que la corrupción como “madre de todos los males” desestructura y debilita continuamente el poder institucional y lo hace ver como insuficiente o incapaz de aplicar tácticas adecuadas para erradicar la práctica ordinaria de todo género de delitos.
Entre otros, más que devastadores de la confianza social, la proliferación del tráfico de drogas, las extorsiones a empresarios, secuestros y asesinatos a mansalva de día y de noche en una y otra parte del territorio.
Una dolorosa tragedia para la vida en comunidad que hace notar la absoluta inefectividad de las políticas públicas, las normas legales y las acciones de autoridad, inequívocamente, carentes de suficiencia y eficacia para prevenir y perseguir el delito.
Lo mismo exactamente que ha impedido que los centros de reclusión cumplan con su objetivo de rehabilitar a los internos carcelarios, puesto que estos en su mayoría pasan una temporada en prisión, gozando de las ventajas que les permite comprar la corrupción, en tanto les es posible volver a las calles a seguir delinquiendo.
Así que definitivamente en la lucha contra la delincuencia no hay prevención del delito, la persecución de los delincuentes deja mucho que desear y la reinserción social de los reos es un mito.
Las tres grandes fallas de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Qué hacer entonces para que esta trilogía de prácticas fallidas se torne en una adecuada estrategia anti criminal, lógicamente, lo tendrán que definir las futuras autoridades responsables de la seguridad.
Y más vale que sus propuestas y consecuentes actos institucionales se caractericen por la innovación y la creatividad, incluyendo la aprobación de las leyes que se tengan que aprobar y cambiando las tácticas que se tengan que cambiar, con un solo propósito: reprimir a la delincuencia de altos vuelos.
De modo que no será persiguiendo mafiosos de poca monta, sino de la más alta investidura como se podrá desarticular al crimen organizado, coparlo y liquidarlo al precio que sea.
Ese es el gran reto al que tendrá que enfrentarse el gobierno federal que encabezará Andrés Manuel López Obrador.
Lo que pone por delante una exigencia social ineludible y apremiante: desenmascarar y llevar ante la justicia, previo decomiso de todos sus bienes muebles e inmuebles, vehículos, joyas y dinero, a los ocultos padrinos de las mafias.