Un tránsfuga político culto
Alberto Vieyra G. jueves 6, Sep 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Quién es Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, el hombre que el próximo 1 de diciembre le impondrá la banda presidencial a ya saben quién…? Es la reiterada pregunta que me hacen mis tres lectores y radioescuchas. Y con gusto doy respuesta:
Porfirio Muñoz Ledo es el rey del transfuguismo político en México. Un hombre culto que posee en su biblioteca un acervo de cuando menos 25 mil títulos de libros y ha sido el único político mexicano que ha dirigido a tres partidos nacionales, aunque en el PRI no figura su fotografía en el llamado salón presidentes. Fue jerarca del tricolor en los tiempos en que se hilaba fino en la política grande de México, dirigió también al ya desaparecido repuesto del PRI, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana y más tarde del PRD, y en su larga trayectoria de transfuguismo se ha puesto la chaqueta de cuando menos otras tres fuerzas políticas.
Este átomo de la comunicación, no tiene la menor duda de que, además de ser uno de los políticos más cultos, es también uno de los políticos más honestos. En su largo historial no figura un solo escándalo por cuestiones de corrupción y durante los festejos del segundo bicentenario de la Revolución Francesa, en 1989, el presidente francés François Mitterrand y dos rectores de las mas importantes universidades francesas, me juraron y perjuraron que Muñoz Ledo era uno de los políticos mexicanos más honestos.
¿Cuál fue el pecado de Muñoz Ledo, por el que su fotografía no figura en el PRI como presidente de ese partido? Haber conformado, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y una veintena más de priístas de primer orden, entre ellos Ifigenia Martínez, maestra de Carlos Salinas y hoy senadora adicta al régimen lopezobradorista e Ignacio Castillo Mena encabezaron en 1987 la división partidista más brutal que parió al PRI desde la cúspide hasta sus cimientos y jamás volvería a ser el PRI del carro completo y de todas todas. Ese movimiento divisionista marcaría el gran parteaguas del pluralismo político en México.
En 1988, Muñoz Ledo se convertiría en senador por el entonces DF y sería él y el diputado californiano Gustavo Almaraz Montaño, ambos del Frente Democrático Nacional, quienes convirtieron al Palacio Legislativo de San Lázaro en un herradero, arruinado el día del presidente de la República.
¡Una pregunta señor presidente! Clamaría Muñoz Ledo en el momento en que Miguel de la Madrid hablaba de las fraudulentas elecciones presidenciales de 1988, de las cuales hablaría maravillas. La noble masa priísta con cinturita de mantequilla estallaría en un ensordecedor gritadero exigiendo el ¡Fuera, fuera!
Muñoz Ledo tuvo que abandonar la Cámara de Diputados y a su paso recibiría recordatorios maternos, escupitajos y trompones, uno de los cuales fue lanzado por el entonces porro gobernador priísta de Aguascalientes, Miguel Ángel Barberena Vega, se estrellaría en la grabadora de este átomo de la comunicación y hoy dicha grabadora figura en el museo.
Sí, Muñoz Ledo acabaría con el informe presidencial en México, con Vicente Fox se acabaría el día del presidente. Y hoy, cacarean sus logros sexenales en insoportables viñetas radiofónicas.
Así que, ese tránsfuga político culto es de los pocos hombres que más han revolucionado a la llamada democracia mexicana. Y hoy, ya cobra como presidente de la Cámara de Diputados.
Deseable es que Muñoz Ledo no sólo sirva a su nuevo jefe Andrés Manuel López Obrador, si no primordialmente al noble pueblo azteca.