Rendir cuentas
¬ Salvador Estrada martes 4, Sep 2018Folclor urbano
Salvador Estrada
En la época priísta, en el siglo pasado, los sindicatos, el movimiento obrero organizado, eran mansas ovejas que escuchaban la voz del pastor y estaban a sus órdenes y en los informes del gobernante estaban ahí aplaudiendo, echando porras y vivas.
Y así de serviciales los dirigentes sindicales no tenían problema con el mandatario en turno y eran dueños y señores de sus agremiados y si alguien se ponía bronco le aplicaban “la cláusula de exclusión”.
El voto obrero era fundamental sostén de los priístas para permanecer en el poder y el día del trabajo mostraban su fuerza al desfilar junto al mandatario.
Pero en este siglo el amarre que tenían los trabajadores con su sindicato se rompió y los trabajadores empezaron a tener libertades y, aunque todavía eran sujetados por las prestaciones sociales, dieron su voto al candidato de su predilección.
La democracia mexicana era incipiente, ante la hegemonía del PRI, pero el PAN, con un candidato brabucón y ranchero, Vicente Fox, se enfrentó al candidato priísta, y ganó y volvió a ganar con Felipe Calderón. Ninguno de los dos “sacaron al buey de la barranca”.
Ahora la democracia mexicana que apunta a ser una auténtica democracia, con el triunfo de Manuel López Obrador, quien pide transparencia y honestidad y quiere llamar a cuentas a todos los que manejan dinero público, hace pensar que México va a cambiar.
Aquí entran los sindicatos, petroleros, electricistas, maestros y otros más, los que tendrán que declarar su patrimonio y rendir cuentas a sus agremiados.
El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana es uno de los más poderosos, cuyo dirigente ya tiene “sus años” en el cargo, está en él desde el siglo pasado, y es señalado como uno de los más ricos lideres sindicales.
Los sindicatos grandes y también los pequeños se acostumbraron a la política de Fidel Velázquez, permanecer en el cargo porque “así lo quieren las bases” y ya tienen más de treinta años en la dirigencia sindical.
También están desde el siglo pasado.
Para evitar actos de corrupción los dirigentes sindicales no deben durar en el cargo tantos años. Tres sería lo ideal, pero la duración en el cargo es decisión de los trabajadores, quienes así lo deben de plasmar en sus estatutos. No más reelecciones.
Además la Ley Federal de Trabajo se debe reformar para que los dirigentes rindan cuentas cada año y la política de transparencia sea real en todos los sectores. No más lideres sindicales ricos y sus agremiados pobres.