Pobreza extrema, ¿hasta cuándo?
¬ Augusto Corro lunes 3, Sep 2018Punto por punto
Augusto Corro
Arrancó el mes de septiembre con una intensa actividad política en el Poder Legislativo con sus nuevos senadores y diputados.
En San Lázaro y en la llamada Cámara alta forman la mayoría los legisladores del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Ante ese panorama, gobierno y partido político mayoritario no tendrán obstáculos para realizar sus proyectos económicos y políticos el próximo sexenio.
¿Cuál problema social atenderán primero las nuevas autoridades? ¿Pobreza extrema o seguridad? ¿Se aplicarán acciones simultáneas para erradicar esos males? ¿Usted amable lector por dónde empezaría?
Por ejemplo, la pobreza, según estadísticas, flagela a más de cincuenta millones de mexicanos, de los cuáles, alrededor de 10 millones padecen pobreza extrema. “Por el bien de todos, primero los pobres” fue el lema que manejó el entonces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador en su campaña.
Ahora, con el poder en la mano, López Obrador tendrá que explicar en qué consistirá la lucha contra la pobreza, que debe combatirse pronto.
Millones de personas nunca tuvieron las posibilidades de vivir dignamente, entre ellas se encuentran los indígenas marginados. México votó el 1 de julio para erradicar las injusticias, su mensaje fue claro: abatir la pobreza, en todos sus aspectos.
El otro problema mayúsculo es el de la inseguridad, cada vez más complejo. ¿Cómo acabar o por lo menos que hacer para controlar la violencia?
Los asaltos, extorsiones, secuestros, desapariciones forzosas, asesinatos y linchamientos son noticias cotidianas que alimentan de terror la vida de sociedad mexicana.
¿Hasta cuándo empezaremos a recobrar la seguridad perdida? En este renglón tenemos que llenarnos de paciencia. Se tendrá que contar con representantes de la ley honestos, con suficiente preparación y mejores salarios. Hablamos de los cuerpos de policía de los tres niveles: municipal, estatal y federal.
La corrupción llegó a las policías municipales que decidieron servirles a dos amos: al gobierno y a la delincuencia organizada. Los uniformados dejaron, hace muchos años, de ser una garantía para la seguridad. Ni siquiera los policías federales ofrecen paz y tranquilidad. De ahí que el Ejército y la Marina continuarán en las calles. Es una garantía, porque la nueva Secretaría de Seguridad Pública federal (SPP) llevará su tiempo para que funcione como tal.
Además, el titular de esa dependencia elaborará su proyecto de estrategia de la lucha contra el crimen organizado que rinda cuentas positivas inmediatamente. Porque en los dos últimos sexenios, los planes contra los delincuentes resultaron fallidos. Sin estar en guerra, México registró más de 200 mil muertos, más miles de desaparecidos, viudas y huérfanos.
Ahí están, pues, dos tareas que exigen inmediata solución por parte del nuevo gobierno y sus flamantes legisladores. En el Senado y en San Lázaro, los legisladores trabajarán horas extras en la aprobación de nuevas leyes que nos devuelvan la paz y tranquilidad. Urge acabar con la violencia.
LA HORA DE LA VERDAD
Los panistas se enfrentarán en la contienda interna para elegir a su nuevo dirigente. El miércoles se emitirá la convocatoria para el cambio de la nueva directiva. Acción Nacional vive momentos difíciles tras la derrota en las elecciones presidenciales, en las que su candidato, Ricardo Anaya, fue vapuleado por el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Los aspirantes al liderazgo tendrán que recolectar las firmas del 10 por ciento de la militancia, en todo el país, que sería de 28 mil firmas.
En los sexenios de gobierno panista, el partido en vez de consolidarse sufrió profundas divisiones por las políticas desastrosas de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón.
El primero echó por la borda el poder que le dio México cansado de políticos priístas. Fue exagerada la frivolidad con la que gobernó el guanajuatense. Felipe Calderón no supo qué hacer con la guerra que declaró a la delincuencia organizada. Se trató de una lucha fallida que enlutó al país.
Fue Calderón quien exhibió su ambición de adueñarse del PAN. No pudo. Encontró una resistencia de los panistas que nunca se imaginó.
Fue tal el rechazo que llegó hasta su esposa, Margarita Zavala, a quien echaron del partido. Ella decidió participar como candidata presidencial independiente. Luego abandonó su proyecto.
Al divisionismo que existía en Acción Nacional se le agregaron más conflictos derivados de las ansias de Ricardo Anaya por conseguir la candidatura presidencial.
La contienda electoral del 1 de julio dejó en condiciones muy difíciles al partido, cuyos líderes cometieron la barbaridad de aliarse con el PRD para hacer un frente político que le redituó pérdidas mayúsculas.
Tres son los panistas con posibilidades de conseguir la dirigencia panista: el ex senador Héctor Larios, el ex cordinador en San Lázaro, Marko Cortés, y Manuel Gómez Morín, nieto del fundador de Acción Nacional.