El Presidente que no pudo
Alberto Vieyra G. jueves 30, Ago 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“No hemos conseguido dar a los mexicanos paz y tranquilidad” es el mea culpa de Enrique Peña Nieto, el presidente número 87 de México que no pudo con el paquete.
¿No le dará vergüenza exhibirse como un mandatario inepto, cuya principal promesa de campaña electoral fue la de “acabar con la delincuencia en México”? Pero no pudo.
Lejos de conseguir dar a México “Paz y tranquilidad”, que fue el eje medular de las 7 décadas que el PRI estuvo en el poder, durante las cuales México alcanzaría los índices más asombrosos en materia de crecimiento económico hasta alcanzar un 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en lo que se conoce como el “milagro mexicano”, Enrique Peña Nieto convirtió a la nación azteca en un México macabro con más de 2 mil muertos en el último mes de julio y más de 31 mil asesinatos en el último año.
Esas son las cifras escandalosas, a razón de una errática política de combate a la delincuencia y de un maldito modelo económico neoliberal que ha desatado las mas temibles malformaciones sociales por la falta de empleos y el grosero reparto de la riqueza nacional.
La cuestión es que Peña Nieto no pudo. Le quedó grande “la silla envenenada” (la silla presidencial) esa que según Emiliano Zapata Salazar “vuelve malos a los hombres buenos”.
El caso es que el gobierno gallina de Peña Nieto ultraja la dignidad de los mexicanos cacareando la entrega del oro negro a los buitres del petróleo y de una “reforma educativa” que tiene de todo, menos reformar la educación, porque fue un traje a la medida que le ordenaron los amos del Consejo Coordinador Empresarial.
En el cúmulo de carretadas en las que cacarea “6 años de logros” Enrique Peña Nieto ha tenido la desvergüenza de matar las esperanzas de las 43 familias guerrerenses, al afirmar que los jóvenes de Ayotzinapa están muertos.
“Con el dolor que causa”. ¡Un balde de agua fría! para sus familias y para todo México, ¡Que indolencia presidencial!
Sí, Peña Nieto la hizo de juez y al escándalo de Ayotzinapa le puso el sello de: CASO JUZGADO, porque están muertos “Con el dolor que causa”,
¿Para qué investigar más? Si ya Peña Nieto los mató, los quemó, los desapareció o lo que sea.
¿Para qué crear Comisiones de la Verdad? Si ya todo está dicho y habrá que creerle a Peña Nieto.
¿Quién podrá creerle cuando su gobierno se va como el cohetero de mi pueblo?
Si ya fueron quemados por mafiosos narcotraficantes. ¿Por qué matar la esperanza de sus deudos?
Peña Nieto insiste en la “verdad de la PGR y de su gobierno”, en el sentido de que los jóvenes estudiantes fueron incinerados en el basurero de Cocula y sus restos tirados al río San Juan.
Recuérdese que el caso de los normalistas guerrerenses fue un asunto de mafias que involucro a los gobiernos estatal y municipal perredistas, encabezados por Angel Heladio Aguirre Rivero y Jose Luis Abarca de Iguala, pero a nivel mundial exhibió a Enrique Peña Nieto como un gobernante violador de derechos humanos, asunto por el cual podría responder ante la Corte Internacional de la Haya por crímenes de lesa humanidad.
Sostendría en un juicio internacional su leguleya versión, o diría que los estudiantes fueron desaparecidos por la CIA gringa o elementos del ejército mexicano y otras fuerzas federales.
O diría que se los trago la tierra. Quiera o no, Peña Nieto, la desaparición de los 43 estudiantes podría hacer que el PRI figure pronto en el museo o la rotando de los partidos ilustres.
Por ahora el presidente que no pudo con el paquete se está despidiendo y en la burocracia el saludo de moda es ¡Menos días!, en lugar de ¡buenos días! Y como estamos en el año de Carranza porque el de Hidalgo ya no alcanza, los chambistas zánganos andan al grito de ¡Hay que llevarse todo, porque los que llegan son bien ladrones!