No es de terciopelo. Es una transición abrupta, rompedora
Francisco Rodríguez miércoles 22, Ago 2018Índice político
Francisco Rodríguez
La quiebra del Estado nacional, la crisis de confianza en las instituciones y el rompimiento del tejido social hasta llegar a un país sin esperanzas, debe mucho de sus orígenes a las fallidas transiciones del poder desde que tenemos memoria hasta nuestros días. Las ficciones elaboradas al respecto por las camarillas de turno así lo constatan.
Pasa lista el engaño: un país maravilloso en el que lo único que cambió fue la cantidad de personas sentadas en las sillas de mando que antes ocuparon otras de diferente compromiso pero idéntica catadura. Transferencia o sustitución, no alternancia, provocada por un fenómeno holístico en el que los medios de comunicación tuvieron demasiado que ver.
Hicieron creer a la población que, de un día para otro iba a amanecer más rica, más democrática, más poderosa, más informada, gracias al empoderamiento de capillas políticas que sólo vinieron por lo suyo: a robar, según ha quedado demostrado hasta la saciedad, incluso por los mismos defensores de los diversos regímenes políticos.
Jamás cambió el truco: chango viejo no hace maromas nuevas. Se perpetuó el sistema del engaño en el que más que el cambio de régimen, el país perdió la cabeza, la capacidad del árbitro, el negociador, el conciliador, la última instancia, el ejecutor mágico de lo que no admite posposición o demora.
La estructura política del régimen siguió siendo la herencia de lo que habían logrado Juárez, Porfirio Díaz y Calles. No cambiaron las instituciones, pero se erosiono al grado máximo su credibilidad y se aterrorizó y victimizó la pobreza rampante.
No cambiaron las pautas ni las conductas de los gobernantes, sino que su visión del mundo pasó a depender de las pocas luces de gerentillos y lacayos de empresas trasnacionales, anteriormente sus testaferros. No cambió el poder real, solamente se perdieron los controles y se pulverizó su contundencia contra la emergencia.
No cambió nuestra ubicación en el mundo, sólo se empeoraron y envilecieron las relaciones diplomáticas con nuestros socios y vecinos, reduciendo el toma y daca a una cuestión de moche$ y favores personales, de sumisión y entreguismo extremo por parte de los mandarines locales, más falsos que una moneda de quince pesos.
No cambió el régimen de partidos, sino que las organizaciones y franquicias se sumieron en un profundo descrédito, librando innumerables guerras intestinas por la posesión de los presupuestos públicos y el apodo de entidades de interés público.
No se combatió jamás la corrupción, no se mejoró la seguridad. Al contrario, los próceres se complicitaron con ambas. Creció la irritación social y los grandes factores de inestabilidad, como la guerrilla, el narcotráfico, el crimen organizado, los ajusticiamientos, las vendettas entre mafias autorizadas por el poder.
Hicieron retazos el país. El engaño agotó la esperanza. Hacía falta verdad, no los recurrentes papasales que llamaban planes de gobierno, pero que sólo eran unas aspirinas envenenadas a la conciencia popular. El anuncio de la rapiña y el anexionismo de siempre.
Papasales y documentos bufos de ficción donde se escondieron ocurrencias de ignorantes, ambiciones de déspotas, pasividad de ciudadanos que nunca supieron lo que se fraguaba tras bambalinas, tras los próceres de turno, siempre ajenos al concepto Patria.
Desfilaron en esas sustituciones del poder todos los hampones, desde los desmanteladores del Estado, los importadores de chatarra, los depredadores de la producción agropecuaria, de la industria y los servicios, hasta los aniquiladores del mercado interno, en función de sus apetitos de mercachifles dependientes del Imperio.
Pasaron los coyotes importadores de gasolinas, los hambreadores de las tiendas de departamentos y de conveniencia, los trasegadores de alimentos y los demandantes de moneda y sangre. También los asesinos que serán juzgados por delitos de lesa humanidad próximamente, cuando se descubran las verdades de los crímenes del narcotráfico.
Pasó el cotinnuum presidencialista del inútil Fox y de Calderón, que para el caso es lo mismo, ambos sometiéndose a los mismos cartabones de la abdicación del poder, que sumaron la baja estofa a la ambición desenfrenada. Convirtieron al país en una entelequia por demás inviable.
Los mandarines sembraron las raíces profundas del miedo y del dolor. Es inenarrable su legado en unos cuantos párrafos. Es del tamaño de la culpa y la ambición desatada sobre nuestras costillas: maestros del crimen y el asalto.
El sexenio agoniza en medio del estupor y el asombro ciudadano. Las exequias son dolorosas y alientan la memoria histórica del pueblo que se congratula de haber electo a un gobernante que jura en público que no alcanzará el triunfo democrático hasta que no desaparezcan la corrupción y la miseria.
Por lo pronto, el magisterio, en pie de lucha contra la mal llamada reforma educativa, recibe con agrado la liberación, por falta absoluta de pruebas, por ser inocente de lo que falsamente se le acusó, de la maestra Elba Esther Gordillo. Le organiza una recepción magna y se compromete a seguir apoyando su lucha en beneficio de la niñez mexicana. Un hito entre tanta desgracia.
El Presidente electo confirma ante sus bases los principales compromisos adquiridos con los millones de electores. Son un centenar de programas que de cumplirse cambiarán el rostro y el estilo del país. El cambio ya está aquí. Se acabaron los pretextos. Se agotaron todos los intentos de resistirlo a base de chantajes, asesinatos, encarcelamientos y presiones.
Vienen dispuestos a todo. No como sus antecesores, pues la gente está harta y dice que de lengua se come un plato.
Enterremos el dolor y el terror político. Demos paso a los aires frescos de la democracia participativa.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: En los corrillos priístas se comenta que sólo están a la espera de que Enrique Peña Nieto deje la Presidencia de la República —comprada con tarjetas Monex y Soriana, amén de enormes cantidades de efectivo— para ellos hacerse del control de lo que queda de su partido. Observan que con la dirigencia encabezada por Claudia Ruiz Massieu y Salinas de Gortari, jamás podrán emerger del fondo del mar al que los arrojó el llamado “tsunami AMLO” del anterior 1 de julio. + + + Frase que César Camacho Quiroz habría pronunciado hace poco ante sus correligionarios. Palabras más o menos habría dicho que las próximas bancadas del PRI en el Congreso de la Unión “tendrán voz, pero no voto”. Y al interrogársele el porqué de su aserto, habría respondido: “porque son tan pocos que si votan o no votan senadores y diputados de todos modos pasarán desapercibidos”. + + + Con tal de bienquistarse con Enrique Peña Nieto y sus voceros, el locutor Ciro Gómez Leyva mintió ayer descaradamente ante su auditorio matutino. Que tenía razón EPN al decir que no había nada personal en contra de las falsas acusaciones que se le enderezaron a la maestra Elba Esther Gordillo, que dizque porque “la Procuraduría (General de la República) ¡es independiente del Ejecutivo!”. No fue resbalón. Es consecuencia de la dependencia que existe entre el poder político, los medios y sus representantes.
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