Bajos sueldos y alta corrupción
Freddy Sánchez jueves 16, Ago 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Doble contra sencillo a que los ministros de la Corte le “entrarán al aro” de la austeridad republicana, con la autodeterminación de bajarse los sueldos.
Lo mismo deben hacer los demás integrantes de la casta dorada de potentados del servicio público: diputados, senadores y consejeros electorales, entre otros.
Y también, naturalmente, aquellos que lleguen a ocupar altos cargos de dirección en organismos institucionales con financiamiento del erario, como es el caso de los dirigentes de los partidos políticos.
La austeridad institucional a la que convocará Andrés Manuel López Obrador, a partir del primero de diciembre, no puede quedar a voluntad ni capricho de nadie en los tres niveles de gobierno.
De ahí, que aparte de una reducción de sueldos entre los encumbrados jerarcas gubernamentales, es preciso aplicar una disminución de gastos en distintos rubros de la administración pública.
Los propios ministros de la SCJN (en principio renuentes a aceptar sacrificios personales para el próximo régimen), anunciaron un recorte de gastos de 5 mil millones de pesos.
Y la misma “vara” de la reducción presupuestal es menester que se aplique a la maquinaria institucional en cada una de las dependencias del aparato federal e inclusive en los estados y municipios.
Dos cuestiones son vitales en cuanto a la recomposición del gasto oficial, en aras de que al comenzar el siguiente gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador, se haga lo justo y correcto para enmendar abusos y desviaciones en detrimento de los intereses de la sociedad.
En ese sentido, hay que decirlo sin tapujos: sea o no del gusto de todos, algo es indispensable.
EL bienestar colectivo debe estar por delante de cualquier afán de comodidad y grandes lujos y privilegios personales de los servidores públicos, sus familiares y amigos.
Por eso, es fundamental que, en primer lugar se imponga un criterio de equidad en el ejercicio presupuestal, evitando caer en el prepotente abuso de querer “sacrificar” a los que de por sí reciben “mendrugos” a cambio de sus tareas laborales, en puestos inferiores a las jefaturas de oficina, siendo que la mayoría de éstas tampoco están retribuidas por grandes sueldos ni atractivas prestaciones.
Los tratos especiales con beneficios contractuales y toda clase de canonjías que podrían tener un parangón con las cortes imperiales, se hacen notar más ampliamente en los puestos de directores generales hacia arriba.
Y qué decir de los subsecretarios y secretarios de Estado, junto con sus equipos de asesores y ayudantes y hasta mozos con empleos burocráticos, puesto que a esas alturas del gobierno federal, los gobiernos estatales, algunos municipios y muchos organismos oficiales encargados de infinidad de tareas burócratas, incluidas por supuesto las referentes a los programas sociales, el otorgamiento de prebendas con cargo a las arcas publicas suele ser un verdadero atraco contra la nación.
Eso que Andrés Manuel ha prometido que no se permitirá más en el gobierno, porque lo haya dicho como lo haya dicho, justo es recalcar que la corrupción institucional es una inmoralidad fomentada por sátrapas de lo más ruines y desalmados.
Lo contrario a la eficaz cura de los abusos de la mafia del poder y un vil engaño contra la nación como lo sería una ficticia lucha contra mal uso de recursos oficiales, con la modalidad de bajos sueldos y alta corrupción.