Quiebra de criminales
Freddy Sánchez jueves 9, Ago 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué clase de personas ponen en riesgo su vida, con tal de llenarse de comodidades y lujos. Responder a esta interrogante es fundamental para cambiar la estrategia anticrimen en México.
Y en ese aspecto, es preciso señalar un punto.
Esa clase de personas temerarias y deseosas de riqueza (ésta última no precisamente fácil de acumular, pero ajena al trabajo lícito), son los que actualmente pululan en más alto porcentaje entre los integrantes de la delincuencia organizada.
Gente de distintos estratos sociales, dispuesta a matar o a que la maten en la comisión de toda clase de fechorías que pudieran redituarles jugosas ganancias, por lo que definitivamente, no temen morirse en el intento.
Ciento cincuenta mil muertos (en buena medida del hampa), en los tres últimos sexenios sustentan la teoría de que perder la vida les importa poco a los delincuentes en activo, si con ello logran obtener riqueza para su disfrute personal y el de sus familiares.
Así que por ahí debe darse la nueva estrategia contra la delincuencia organizada y demás hampones y hamponcetes, que con lujo de violencia trafican con drogas, están dedicados a la trata de personas, secuestran, extorsionan y comenten todo género de actos delictivos que les facilitan acumular y ocultar fortunas mal habidas.
Sólo “un ciego o miope” con un encargo público en materia de seguridad, no podría ver que ante la necedad de los criminales de buscar riqueza aun a costa de su propia vida, es más que indispensable cambiar de táctica institucional en la lucha contra el delito.
Y en ese tenor (dígase lo que se diga en los foros organizados para cosechar nuevas propuestas en aras de restablecer la seguridad y la paz nacionales), es menester que el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no repita las mismas inútiles acciones oficiales contra la delincuencia, que lejos han estado de favorecer la recuperación de la tranquilidad ciudadana en todo el territorio nacional, infesto por doquier de pandillas asesinas ávidas de dinero.
Contra este mal que cunde como las plagas más funestas, es que para el régimen que comenzará a fin de año, la prioridad debe ser modificar cuanta política criminal haya sido un reverendo fiasco.
En ese sentido, entonces, resulta evidente la falta de acciones distintas como sería priorizar el despojo de los bienes patrimoniales de la delincuencia organizada y demás grupos delictivos que operan impunemente en la actualidad.
Para ese fin, cualquier acto mercantil o financiero hecho a nombre de presuntos mafiosos y sus aparentes socios de la vida privada o bien los padres, abuelos, hijos, nietos, sobrinos, cónyuges y demás familiares cercanos, debe ser objeto de exhaustivas indagatorias judiciales con el propósito de decomisar lo ilegalmente adquirido.
Cualquier cosa de valor, propiedades inmobiliarias, inversiones bancarias, acciones empresariales y vehículos, que no se pruebe su legítima procedencia debe pasar a manos del erario público.
Una acción como esas, naturalmente, requerirá reformas legales que lo permitan y de eso tendrán que encargarse los señores de Morena, que lograron amplia mayoría en las cámaras legislativas para aprobar las leyes que sean necesarias en la nueva lucha contra las mafias criminales.
Es de desearse pues, que lo hagan en cuanto asuman sus encargos legislativos, puesto que modificar la estrategia institucional contra la delincuencia es tan urgente como indispensable.
Baste considerar en ese sentido, que las matanzas de nada han servido ni servirán para restablecer la paz y la seguridad en el país, lo que solo se conseguirá con otra clase de acciones oficiales como sería lograr que se le pierda el atractivo del enriquecimiento a la comisión de los delitos, procediendo a confiscar cuanto de valor tengan los delincuentes y su prole y no demuestren su lícita adquisición o así lograr la quiebra de criminales.