Arbitrarios y corruptos
Freddy Sánchez martes 7, Ago 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
No es lo mismo “la cueva de Alí Babá y sus cuarenta ladrones” que no tantos pillos sueltos y menos escondrijos de sus hurtos. Dicho de otro modo: entre menos manos con poder y posibles “largas uñas” intervengan en la resolución de asuntos de interés colectivo, mejor será para el bien de la nación.
De tal suerte, que la figura de los coordinadores que tendrán injerencia en la ventilación de cuestiones públicas entre la federación y los gobiernos estatales, en sustitución de una caterva de delegados a lo largo y ancho del territorio nacional, debe ser vista con buenos ojos.
Baste mencionar el hecho de que esta acción representará una disminución en el aparato burocrático, menos salarios, menos gastos y menos ambiciones y menos intrigas de poder. Algo que significa un paso en firme para el sano ejercicio de la administración pública federal que asumirá el nuevo gobierno.
En ese sentido, más que resquemores alienta la confianza lo que el futuro jefe del Ejecutivo planea hacer en torno a la coordinación de su gobierno y los estados de la República, siempre que en un acto de buena fe, aceptemos que su único propósito es “bajarle las lonjas” al despilfarro de recursos públicos.
Y muestra de ello es la voluntad de recortar el excesivo gasto de tantísimas delegaciones en calidad de miniburocracias responsables de servir de enlace entre las secretarías de Estado y los gobiernos estatales, a fin de ventilar cuestiones de distinta índole en asuntos diversos.
Cosa que, naturalmente, no hace menester una “maraña” de hasta veinte delegaciones federales en un solo estado para comunicar cuantos requerimientos lo ameriten. Como si en los tiempos que corren no existieran medios más idóneos y menos costosos para solicitar y atender inter institucionalmente los reclamos de cualquier índole de la sociedad mexicana.
En todas las capitales de los estados, los municipios e incluso pueblos pequeños en donde opera la internet y su vasta gama de opciones de comunicación visual, escrita y auditiva, se garantiza a plenitud un oportuno contacto entre autoridades federales y locales, a efecto resolver una u otra necesidad social.
Así que simplemente hay que reservarse una interacción personal para temas de alta relevancia y cuyo manejo exija un trato político más fino e inmediato tratándose de aquello que ponga en riesgo la debida marcha institucional sin la atención urgente de altas autoridades tanto federales como estatales.
O sea, que los coordinadores, de plano no necesitan “andarse pavoneando” a lo largo y ancho de uno u otro estado, gastando incluso más recursos materiales y económicos que aquellos delegados a los que se piensa eliminar, justamente, por considerarse un gasto no indispensable la existencia de un sinnúmero de delegaciones para ver lo que con menos jefes, subjefes y tetrajefes se puede atender sin rémoras ni costosos burocratismos.
En ese tenor, quién podría con razón estar en contra de que sean menos burocracias las que se hagan cargo de atender las necesidades de los gobiernos estatales, siendo como es, lo único y más importante darle apoyo a las entidades de la federación, con la fluidez, imparcialidad, suficiencia y en la forma debida que lo requieran los pobladores de la provincia mexicana.
Muchos asuntos, tanto en el interior del país, como en las principales ciudades, requieren la intervención simultánea de diversas dependencias federales, siendo común las demoras, ineficiencias y típicas simulaciones en perjuicio de millones demandantes de más y mejores servicios públicos, lo que lógicamente habrá de ser distinto, habiendo menos altos y medianos jefes tomando decisiones en bien y no para mal de la comunidad nacional.
Porque, obviamente, lo que uno esperaría es que los sustitutos de los delegados sean coordinadores eficientes y honestos y no arbitrarios y corruptos.