Incongruencia
¬ Mauro Benites G. lunes 23, Jul 2018Municiones
Mauro Benites G.
Lo dicho en esta columna, cuando se promete por un grupo de líderes implantar el cielo en la Tierra: surge el infierno. A unas semanas del triunfo indiscutible del candidato de Morena, el triunfador sufre un mimetismo que lo hace actuar simultáneamente e incongruentemente, como presidente y/o como aspirante en campaña. Y es en ese momento cuando se descubre su verdadera personalidad e intención de ser y lo que será.
La afirmación de que el hombre entraña mezcla de “ángel” y “demonio” es tan conocida como impugnable. Si hemos de suscitar cualquier discusión sobre esta perogrullada, añadiré que el hombre no sabe cuál de los citados espíritus prepondera en su persona, ni si ambos actúan a un mismo tiempo, de su suerte que el “ángel” se valga del “demonio” y éste se justifique ante aquél. Pero lo cierto, es que afirmo con lo dicho que el ser humano está satisfecho cuando triunfa, sea en nombre de los valores teóricos, logrados y examinados a fondo, sea el de su propia híbrida, solapada y proteica “naturaleza”.
Lo cual tiene su mayor expresión en la política, porque ésta influye, tanto en la actividad de una nación como en la sociedad de la misma, por no decir en la vida de todo ciudadano, y es, por lo mismo, una de las actividades más completas y valoradas. Esta circunstancia se debe principalmente a que representa la concentración de la vida y es más completa y totalitaria que la “economía concentrada en unas cuantas manos”, y que Lenin conceptuó de política y llego a esta conclusión inducido por el dogma referente a la superioridad de la economía respecto de la política, si bien esto no le impidió ser resueltamente totalitarista y, por consecuencia, uno de los políticos más totalitarios. De ahí, que el político, el de “carne y hueso”, para quien la política es profesión y sacrificio en nombre de “altos” ideales y de dotes creadoras personales, no es un ser angelical ni demoniaco. No lo es, por cuanto estos calificativos, vulgarizados por sus electores, no son aplicables al político ni al superhombre. Tampoco un superhombre se distingue sólo de los demás por su elevado espíritu “mesiánico”. Esto no obsta que los que no se dedican a la política están dotados asimismo de tal espíritu, es decir los electores. No, el político no puede ser “ángel”, ni “demonio”, ni bueno ni malo cuando se dedica con plena responsabilidad al quehacer político y procede con resolución, audacia y precaución entre la victoria y la derrota.
Con lo cual no pretendo anunciar nuevas ideas, porque, según Aristóteles y Maquiavelo, es difícil decir algo nuevo acerca del tema político, ni llevo intención de meterme en teorías. Intento única y exclusivamente desmenuzar y exponer lo más esencial de la personalidad de AMLO y su pensamiento político, y hacerlo conforme a sus acciones y sucesos personales.