Bendición papal
Freddy Sánchez jueves 19, Jul 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Implorar al Vaticano no basta. Hay que orar al cielo para la pacificación de México. Eso, en lo espiritual. Porque en lo terrenal habrá que poner “los pies en la tierra” y elevar la visión en busca de mejorar la calidad técnica e intelectual en la lucha contra el crimen organizado.
Y para ello, es preciso dejar atrás las fallidas tácticas del pasado. En primer lugar, el uso y abuso de la violencia contra la violencia que sólo ha traído más violencia, muerte y frustración colectiva, a tal grado que la tranquilidad ciudadana se derrumbó a casi cero.
En segundo término (incluso más apremiante que lo anterior), sería acabar con la seudoprofesionalización de los cuerpos de seguridad, derivada de su mediocridad en materia de selección, capacitación y moralización de los elementos del orden.
Y es que las autoridades no se pueden seguir engañando y al mismo tiempo engañar a la sociedad, abogando por falsos supuestos de efectividad institucional contra el delito que la realidad se ha encargado de reputar de francamente torpes e ineficaces.
Como ha sido el caso del cacareado ingreso a los cuerpos de seguridad egresados de la enseñanza superior, suponiendo que eso mejoraría el servicio policial, cuando que a más de treinta años de la misma práctica incorporativa de universitarios a las instituciones de policía, el nivel de competencia de los cuerpos policiacos es francamente inferior sobre lo requerido y deseable.
Y qué decir del prurito de destituir en masa a elementos corruptos, a cada rato en todas las dependencias policiales, siendo que por lo regular los despedidos más que causar baja de las corporaciones, terminan por darse de alta en las organizaciones delictivas o bien crear sus propias bandas dedicadas al crimen.
Algo que se les facilita a los policías cesados, dadas las habilidades adquiridas siendo agentes de la ley, además de su arrojo para enfrentar situaciones de peligro, lo que no todos los académicos logran demostrar en el desempeño de su empleo.
La carencia de valor tanto como la de moralidad inquebrantable suelen ser comunes entre ciertos agentes del orden, entre otras razones, porque los programas de capacitación y de control ético dejan mucho qué desear.
De ahí, que haya policías en activo que se corrompan a placer o por miedo a la amenaza de “plata o plomo” con que son intimidados por la delincuencia organizada, siendo por lo mismo, que entre los representantes de la ley un buen número prefieran practicar la política del disimulo o la colusión con bandas delictivas, a cambio de jugosas recompensas en efectivo por su encubrimiento. Y ahí está justamente el punto medular en la gran derrota institucional contra las mafias del delito.
Los grupos delictivos podrán ser “descabezados”, pero más temprano que tarde surgen nuevos dirigentes criminales, junto a nuevos agrupamientos delictivos, comandados por aquellos que están deseosos de remplazar a sus antiguos jefes y así poder seguir amasando fabulosas fortunas, puesto que no se ha dado en México un implacable decomiso de los bienes mal habidos de la delincuencia, porque tal parece que jamás ha existido una auténtica voluntad política en ese aspecto.
Esa es pues la enorme deuda social que heredará el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en la lucha contra el delito y la impunidad.
Y los ojos de la nación entera estarán puestos en su capacidad y determinación para que este cáncer sea definitivamente erradicado de nuestro país, sea como sea, incluso otorgando la amnistía a quienes estuvieran dispuestos a entregar al menos el setenta por ciento de lo que consiguieron ilícitamente, obligándose a destinar lo que les quede a actividad productivas, absolutamente legales. como sea que fuere la pauperización del hampa es indispensable mediante acciones confiscatorias del patrimonio criminal, lo que tiene que hacerse sin tibiezas barriendo toda podredumbre de la corrupción justamente desde arriba con o sin la bendición papal.