Curas contra Ebrard
¬ José Carlos Robles Montaño martes 4, Ene 2011A Pleno Sol
José Carlos Robles Montaño
—Cantaleta
HOSTIAS.- Aparentemente, el jefe de gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, ya no quiere meterse en más broncas con la Iglesia católica. Da la impresión de que deja morir de muerte natural su pleito con el “cavernal” de Jalisco, Juan Sandoval Íñiguez, quien lo acusó de “maicear” a los ministros de la Suprema Corte de Justicia para que le aprobaran sus leyes a favor de uniones gays, así como de adoptar niños para formar una “verdadera familia”.
Marcelo ha insistido en que su demanda por difamación contra el purpurado jalisciense sigue viva y en manos de la justcia, dicho que ya no convence ni a sus más cercanos bienquerientes. Son más los defeños que están convencidos de que Ebrard tarde se dio cuenta de que pisó terrenos peligrosos al meterse con el negocio de la fe, y peor en tiempos cuando el futurismo presidencial está desatado, en el que quiere figurar como precandidato rumbo a Los Pinos.
El jefe de gobierno del DF, insistimos, da la impresión que busca que ya nadie se acuerde de su diferendo con el cardenal Sandoval. La Iglesia, en cambio, no olvida la maltratada que le puso a su cardenal cuando le dijo hasta de lo que se iba a morir por haberlo exhibido como un corruptor de ministros.
Y para que a nadie le quede la menor duda de que los curas van por la cabeza de Ebrard, basta leer el más reciente editorial publicado en su medio de comunicación “Desde la Fe”, donde la Arquidiócesis Primada de México califica a las autoridades defeñas de hacer del laicismo una religión única e intolerante, “realizando ritos laicos contra las “verdades religiosas”.
Un texto que le pegó donde más le duele a Marcelo Ebrard, porque se les acusa de encabezar a unos verdaderos talibanes laicistas, personajes intolerantes a la crítica, fundamentalistas en sus principios inmorales, incapaces de aceptar el reto del diálogo con la racionalidad y el derecho. Comentario de los curas que no es exagerado decir que es uno más de la Iglesia para que sus seguidores no se vayan a atrever a votar por el jefe de gobierno si es que llega con vida política y como candidato presidencial de una parte de la izquierda mexicana que está con él, como los chuchos y algunos desorientados más.
Nada le aprendió en política Marcelo a quien fuera su mentor, Andrés Manuel López Obrador, quien jamás golpeó a la Iglesia y a sus curas. Antes, al contrario, supo darle su lugar, sabiendo que “bronquearse” con los de sotana era perder con conocimiento. Y por ahí van las cosas.
Si Ebrard no responde a la nueva crítica de los curas contra él y su gobierno, es porque así se lo sugieren sus hermanos de sangre de la estrella de 6 puntas. Si en cambio contesta el nuevo puntillazo, es porque no quiere aparecer como un político, como otros, que mantienen una buena relación con los dirigentes del catolicismo, que en lo político tienen las manos hasta el codo, como su majestad el cardenal jalisciense y su par Norberto Rivera Carrera, y más cuando “dan por muerto políticamente” a Marcelo como presidenciable por autoritario y por otras lindezas.
Va de risa
Los antifranquistas españoles no había día en que no se apachurraran el dedo índice golpeándolo sobre la mesa, jurando “que el dictador Francisco Franco estaba a punto de caer y terminar con sus huesos en la cárcel”. Pasaron los años y sus contrincantes le pelaron los dientes, porque murió de anciano y en su cama.
Este pasaje lo recordamos por esa promesa del presidente Calderón, de que ahora sí en este año se le dará jaque mate al crimen organizado, para que volvamos a vivir en paz, con seguridad y sin miedo.
No nos atrevemos a decir que su dedo índice no esté magullado de tantos aplastones que le sobre los atriles y sobre la mesa para jurar que ahora sí, este año, pierde toda su fuerza el crimen organizado .para que el México nuestro recupere la seguridad , la calma y destierre la angustia.
Promesas que no dejan de ser dietas de populina y de atole con el dedo, cuando los crímenes en México se mantienen en promedios diarios de entre 30, 40 y hasta más muertos y secuestrados.