Anaya y la dirigencia panista
¬ Augusto Corro miércoles 11, Jul 2018Punto por punto
Augusto Corro
El ex candidato presidencial, Ricardo Anaya, no regresará a la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN).
Así lo declaró el presidente de esa organización política, Damián Zepeda. Anaya advirtió a su equipo que se lanzaría en busca de la Presidencia de la República, pero que si el proyecto no resultaba, no regresaría como presidente del PAN.
Dijo Zepeda que habló con Anaya y éste ratificó su decisión de alejarse del cargo.
Claro, en ningún momento Anaya manifestó que no le interesaría adueñarse del partido, que es lo que les preocupa a sus adversarios políticos.
Anteayer, un grupo de panistas cercanos al ex presidente Felipe Calderón y a la ex candidata presidencial independiente, Margarita Zavala, solicitaron la renuncia del propio Zepeda a la dirigencia nacional.
Además, plantearon el arranque del proceso interno para renovar la cúpula panista.
Dijeron que Anaya, Zepeda y demás equipo deben renunciar a sus cargos, pues no tienen legitimidad colectiva para “seguir conduciendo al partido”.
Lo interesante del asunto, es que se intensificará la lucha entre las corrientes “calderonista” y “anayista” en momentos cruciales para esa institución panista, tras la debacle en las elecciones presidenciales.
En las elecciones recientes, Acción Nacional participó con otros dos partidos políticos -PRD y MC- en la coalición denominada Por México al Frente. Desde antes de esa alianza, se dijo que no funcionaría, porque principios e ideología diferentes serían rechazados por los militantes: el PAN es un partido conservador y el PRD se encuentra en el otro extremo.
Ya vimos el resultado del intento de juntar el agua con el aceite: una derrota total. Quienes la propiciaron y llevaron a cabo, tendrán que rendir cuentas en sus respectivas organizaciones políticas.
Lo que está claro es que el PAN pudo obtener mejores resultados en las elecciones mencionadas sin las malas compañías de perredistas y emecistas. La ambición del poder los cegó.
A PAGAR LOS PLATOS ROTOS
Tras los comicios del 1 de julio, el tsunami López Obrador dejó para el arrastre a los partidos que participaron en la competencia política.
Concretamente PAN y PRI dejaron de ser esos partidos grandes que se alternaron el poder en los últimos sexenios.
En el presente, casi desahuciados, tendrán que refundarse si desean continuar en la lucha política. Por supuesto, primero tendrán que solucionar sus conflictos internos y luego salir a dar la pelea.
En el PAN ya comentamos que los “anayistas” y “calderonistas” se darán hasta con la cubeta, como se dice coloquialmente, mientras en el PRI la incertidumbre es total.
En la última reunión de la dirigencia tricolor se dieron el “pésame” sus líderes y trascendió que seguirá al frente del Revolucionario Institucional René Juárez Cisneros, quien llegó de última hora a la campaña de José Antonio Meade Kuribreña.
El cambió del líder podría ocurrir el próximo año, posiblemente en marzo. Mientras, la cúpula priísta, encabezada por el presidente Enrique Peña Nieto, tendrá que empezar a experimentar su condición de partido maltrecho, vapuleado.
Ya le tocó vivir condiciones parecidas en los sexenios panistas, aunque sus principales líderes lograron coexistir con la oposición. Se podría decir que se trató de cogobiernos de panistas y priístas. Así transcurrieron doce años, hasta que los tricolores regresaron a Los Pinos.
En esta ocasión, las cosas son diferentes, el partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tiene todo el poder para gobernar y no hay oposición. Las organizaciones políticas fueron disminuidas.
Por ejemplo, el gobierno morenista tiene la fuerza política en el Congreso para que sus proyectos sean aprobados sin problema alguno.
Así pues, el futuro del PAN y el PRI es incierto. Ambas instituciones políticas podrían encontrarse en condiciones de transformarse en nuevos partidos, principalmente el PRI, que carga con el lastre de sus gobernantes y funcionarios corruptos.
En fin, será cuestión de esperar que les aclare el panorama político de los partidos en lo interno y en lo externo. En el seno de las organizaciones políticas se registró un revoltijo de ideas y de personas que confundieron a los electores.
En la campaña presidencial priísta participaron panistas recalcitrantes; en el cuarto de guerra blanquiazul estuvieron los amarillos, etc. El saldo de la derrota del PAN, PRI y PRD todo mundo lo conoce. También las causas de los llevaron casi a desaparecer en la contienda electoral reciente.
¿Aprovecharán los perdedores esa amarga experiencia para no repetirla?