Estrepitosa derrota panista
¬ Augusto Corro lunes 9, Jul 2018Punto por punto
Augusto Corro
Quedó para la historia el pésimo desempeño del Partido Acción Nacional (PAN) en la campaña electoral presidencial.
Los blanquiazules desde antes de la contienda empezaron a manifestar sus errores en la estrategia que los llevó a una derrota devastadora.
La imagen de los principales líderes empezó a desgastarse debido a sus pugnas internas.
La ambición del “chico maravilla”, Ricardo Anaya, decidió traicionar a cuanto panista se le puso enfrente, todo con el propósito de ganar la candidatura presidencial. Lo logró, a un precio muy alto.
Por ejemplo, consiguió echar del partido a Margarita Zavala, personaje de importante fuerza política en Acción Nacional.
La señora tuvo que lanzarse como candidata presidencial independiente. Le fue mal en su aventura. Eso sí, alcanzó a hacerle daño a su partido. Unos cuantos seguidores votaron por ella, y otros más se inclinaron por otras opciones políticas.
Pocos o muchos, esos militantes blanquiazules se alejaron del blanquiazul. La guerra entre los “calderonistas” y “anayistas” nunca terminó.
En días próximos a la elección, el propio Ernesto Cordero, incondicional del expresidente Felipe Calderón, acusó a Anaya del delito de lavado de dinero ante la Procuraduría General de la República (PGR).
El senador Cordero fue expulsado del partido inmediatamente.
Con esa acción, los “calderonistas” sellaron su rechazo al líder de su partido. Cabe hacer notar que el exmandatario Calderón sigue afiliado al PAN y, obvio, no dejó de apoyar a su esposa Margarita en su frustrada aspiración política.
La debacle y lo que le sigue
Una vez conocida la estrepitosa derrota blanquiazul se empezaron a agitar las aguas de la rebelión y de la ambición.
Entre los panistas, los más rebeldes iniciaron un análisis que los llevará a decidir si aceptan o no el regreso de Anaya a la presidencia del partido, tras la escandalosa derrota del 1 de julio.
En Acción Nacional las cosas no volverán a ser como antes. En su ambición desmedida, Anaya no entendió que es casi imposible mezclar el agua con el aceite y él lo intentó y le salió mal.
Fue contraproducente su idea de unirse con otros partidos, sin importar su signo político, para participar en la contienda electoral.
Al final, la coalición que apoyó a Anaya estuvo integrada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC). Los tres formaron el Frente por México.
El PRD no le sirvió. Como partido vive horas extras. La baja votación que logró en los comicios recientes fue más pobre de lo imaginable. Del MC mejor ni hablar.
La organización del sol azteca fue arrollada por el “tsunami” morenista que casi la borró del mapa. Fueron pocos los triunfos del denominado Frente.
Con la derrota total a cuestas, es posible que Anaya pretenda regresar a la dirigencia del blanquiazul. Le funcionó muy bien su actitud dictatorial. Le sirvió, por lo menos, para ungirse como candidato presidencial.
¿Es Anaya el único responsable de la debacle panista? ¿Y sus asesores qué? ¿Están limpios de culpa? Basta recordar que Diego Fernández de Cevallos “El Jefe Diego” y Jorge Castañeda “El Güero” estuvieron entre sus principales consejeros, auténticos cartuchos quemados.
El primero, en su deseo de venganza contra sus enemigos no vio más allá de su nariz y poco o nada consiguió para eludir las acusaciones de lavado de dinero contra Anaya. La PGR no tuvo empacho en burlarse de ellos.
El segundo, anclado en su pasado político, no pudo ofrecer consejos a su candidato que lo sacaran de ese lejano segundo lugar. ¿La cúpula del poder panista llamará a rendir cuentas a los asesores mencionados? ¿Habrá borrón y cuenta nueva?
La derrota del denominado Frente los podría separar a los tres partidos definitivamente. Como señalamos líneas arriba, el PRD va rumbo a su extinción.
El sol azteca consiguió un porcentaje del 2,83 en la votación reciente. En el 2006 obtuvo el 35% y en 2012 el 32%. Como se ve la diferencia es notable.
Los perredistas y blanquiazules se dejaron llevar por el canto de las sirenas, pero los del PAN tenían una mayor presencia en el escenario político, aunque se olvidaron de sus principios y valores. Un grave error, difícil de superar.