Radiografía de una derrota
¬ Augusto Corro viernes 6, Jul 2018Punto por punto
Augusto Corro
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra en los peores momentos de su historia, al ser derrotado, en las elecciones del domingo pasado, por el tsunami de Andrés Manuel López Obrador y Morena.
Antes, en el 2000 el PRI sufrió una derrota dolorosa. No tan demoledora como la que sufre en el presente. Lo echaron de Los Pinos cuando llegó al poder el panista Vicente Fox. Hoy se repite la historia con diferente adversario.
¿Las causas del actual derrumbe del tricolor? En el interior del país, los gobernadores, en su mayoría priístas, se dieron cuenta de la debilidad del primer mandatario de la nación no ataba ni desataba y se fueron por la libre. Decidieron administrar sus parcelas políticas, de acuerdo a sus intereses personales.
Y se dedicaron a saquear el tesoro público. No rendían cuentas de los presupuestos millonarios que se adjudicaban. Miles de millones de pesos fueron desviados del erario y los responsables del delito de peculado nunca fueron castigados.
Hasta que estalló la bomba. Ante la imposibilidad de mantener ocultos los malos manejos de los “mirreyes” estatales, se empezó a exigirles cuentas. Empezó la dizque persecución de los presuntos delincuentes y tres gobernadores fueron detenidos y encarcelados..
Los entonces mandatarios se despacharon con la cuchara grande: abrieron incontables cuentas bancarias personales y coleccionaron ranchos y toda clase de bienes inmuebles en México y en el extranjero.
El repudio a esos malos gobernantes no se hizo esperar. En las elecciones los candidatos priístas recibieron el voto de castigo. Pocos votaron por ellos. Nada se pudo hacer para evitar el continuo desprestigio del Revolucionario Institucional.
En la cúpula del poder priísta sabían muy bien, desde hace mucho tiempo, que los bonos del partido se encontraban por los suelos.
MÁS CORRUPCIÓN PRIÍSTA
La opinión pública conoció casos de corrupción, como el enriquecimiento ilícito de los funcionarios en todos los niveles de la administración actual.
Entre 2013 y 2014, de acuerdo a una investigación, once dependencias desviaron dinero público a compañías “fantasmas”. El fraude, conocido como la #EstafaMaestra, fue calculado en 192 millones de dólares.
La investigación del mencionado affaire fue realizada por la organización Mexicanos contra la Corrupción. Entre los inmiscuidos se señaló al secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza y a otros “distinguidos” personajes de la política. Al gobierno de Peña Nieto también se le critica su ineptitud en el combate a la delincuencia organizada, que en su sexenio rebasará el número de personas victimadas y desaparecidas.
Sobre el incremento de los precios de las gasolinas, que produjo efectos negativos irreversibles en las alzas de los productos de la canasta básica, se culpó a la insensibilidad del gobierno federal y al partido del que surgió: el PRI.
LA PUGNA EN EL PARTIDO
Antes de la campaña política, la cúpula del poder priísta sabía muy bien que no estaba en condiciones de ganar la elección. El desprestigio del PRI debido a los escándalos de sus gobernantes y funcionarios no favorecería a sus candidatos.
Se decidió llamar a un ciudadano, sin militancia partidista, para que representará al PRI en la contienda electoral. El “destapado” fue José Antonio Meade Kuribreña, con la encomienda de borrar la imagen de corrupción priísta. No pudo hacerlo. Sólo cumplió con un papel “decorativo”.
El “partidote” estaba tocado de muerte. Suficiente daño le causó su dirigente Enrique Ochoa Reza, un flotillero de taxis, que con bravuconadas intentó enderezar la nave que se hundía, irremediablemente.
El “dedazo” que favoreció la candidatura de Meade Kuribreña no cayó bien en los militantes priístas. Las bases fueron ignoradas por la jerarquía política. A los “dinos” los hicieron a un lado. El descontento se extendió y los inconformes decidieron pedir cuentas a quienes señalan como los responsables de la peor debacle política sufrida por el PRI desde su fundación.
Su presencia en el Congreso fue disminuida considerablemente. Las candidaturas de los tricolores fue menospreciada. El pobre resultado electoral agudizó el descontento en los priístas de viejo cuño, de los “dinosaurios” sobrevivientes. Entre las filas priistas circuló un documento firmado por la corriente Democracia Interna, encabezada por el ex goberndor de Oaxaca, Ulises Ruiz, en el que se acusó al presidente Enrique Peña Nieto y a “la generación de la vergüenza” de estar alejados de la población y de ser responsables de la derrota electoral del PRI.
Cabe mencionar que el candidato presidencial, José Antonio Meade Kuribreña, fue relegado al tercer lugar en una competencia electoral a la que ya no debió participar por su casi nula fuerza política. Lo mandaron al sacrificio.
Un indicio de la debilidad que azota al vapuleado PRI se vio en Atlacomulco, Estado de México, donde el “ex partidote” ni siquiera pudo ganar el municipio donde nació el presidente Peña Nieto. Vaya, vaya.
En sus últimas declaraciones el líder del PRI, René Juárez Cisneros, pidió a la militancia tricolor que se calmen los ánimos y exhortó a “mantener la unidad del partido para lograr levantarlo”.
También dijo que “es necesario anteponer el interés supremo del partido y de la nación a cualquier beneficio “carroñero” que pretenda hacer daño al PRI. No se anduvo con rodeos al atacar a los priístas inconformes.
¿Qué sigue para el PRI? ¿Su desaparición? ¿Su refundación? ¿En qué terminará la pugna interna? ¿Algún día se sacudirá su imagen de desprestigio? ¿Cuál es su punto de vista amable lector?
Feliz fin de semana.