Segunda vuelta ¿ahora sí?
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 2, Jul 2018Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Gobierno de coalición, otro pendiente legislativo
- Comunicación política, necesaria una revisión legal
En la vida, como en todo, nada es perfecto o lo que es lo mismo todo es perfectible y bajo esa premisa no estaría mal que, pasado el día electoral, la jornada cívica y democrática por antonomasia, en materia político-electoral los ciudadanosen general retomemos algunas propuestas que pudieran coadyuvar a fortalecer nuestro incipiente sistema de democracia.
Al momento de redactarse estas líneas, el resultado de las urnas era impredecible, no obstante para nadie es desconocido que, de acuerdo a todos los sondeos de opinión, entre la mayoría de los votantes existía una clara postura en contra del candidato que punteó la preferencias con aproximadamente un 30 por ciento de aceptación de la totalidad del padrón nacional, y en esa misma proporción andarían quienes queden en segundo o tercer lugar, lo cual nos lleva a concluir que, sea quien sea el triunfador en los comicios, el nuevo gobierno será legitimado por los votos pero eso no quiere decir que vaya a tener el respaldo mayoritario, ya que de confirmarse las tendencias previas a la jornada dominical ningún presidenciable obtendría más de la mitad de la votación nacional.
En ese escenario de resultados a tercios, tal vez sea el momento de que el nuevo congreso, la LIV Legislatura, revise el archivo de los pendientes y rescate propuestas que podrían formar parte de una nueva reforma político-electoral, donde entre otros temas urge sean analizadas y debatidas iniciativas como la segunda vuelta electoral, los gobiernos de coalición y la comunicación política.
Para mejor entendimiento del objetivo perseguido en la segunda vuelta, me voy a permitir citar un estudio que sobre el tema se encuentra en el Instituto Belisario Domínguez (IBD), del Senado de la República, en el cual se menciona, como argumento principal a favor, el de contar con un mandato de mayoría con respaldo real y en contraposición, que no sea electa una persona que, aunque tenga un respaldo importante, no sea necesariamente alguien con quien la mayoría de los ciudadanos no se sientan representados.
Otro de los argumentos es que permite a los ciudadanos otra oportunidad de participar en el proceso democrático. Este argumento se desenvuelve en dos sentidos: le permite al ciudadano tomar diferentes criterios para votar, sobre todo emitir un sufragio por convicción en la primera ronda y uno estratégico en la segunda, e incentiva la participación en el proceso porque sus decisiones tienen consecuencias diferentes, lo cual reduce la abstención.
En ese contexto, para quienes por primera vez escuchan el término “segunda vuelta” para los procesos electorales, diremos que en un escenario donde el candidato triunfante en la elección presidencial no alcance más del 50% de la votación nacional, el proceso se tendría que repetirse entre los dos contendientes que obtuvieron las más altas votaciones y bajo ese procedimiento necesariamente tendrían que alcanzar más de la mitad de la votación total a través de alianzas estratégicas y ese mecanismo permitiría dar mayor legitimidad a un gobierno.
La figura de la segunda vuelta no es nueva, esa fórmula política ya se implementa en diversos países de América Latina y Europa, y aunque esa acción implica un gasto mayor de recursos públicos, no parece mal si de legitimar a un gobierno se trata, un gobierno con el respaldo de las mayorías.
En el mismo sentido, considerando que las últimas elecciones de México han estado por debajo del 40 por ciento de los votos y difícilmente un candidato presidencial obtiene más del 50 por ciento de la votación, también hay propuestas en el legislativo con la idea de garantizar una sólida representatividad y gobernabilidad que predominen en el largo plazo, es decir, diseñar un Régimen de Gobierno que aporte poder real a los ciudadanos/electores, en un contexto pluripartidista.
Es decir, establecer un gobierno de coalición, tema que, a diferencia de la segunda vuelta, el término ya existe en el lenguaje jurídico desde 2014, cuando en la LXII Legislatura se aprobó un reforma constitucional en materia política-electoral.
La reforma aludida establece la figura de gobierno de coalición, mecanismo por el que podrá optar el presidente en cualquier momento de su gestión, después de haber firmado un convenio con los partidos políticos y obtenido la aprobación del Senado. Otros mecanismos para este nuevo régimen, son la construcción de una coalición parlamentaria, la repartición de carteras de gobierno por parte del Ejecutivo hacia los partidos de oposición y la aprobación del gabinete por parte del Congreso.
En este último caso sólo falta expedir la reglamentación de la referida ley, y eso les tocará a los nuevos integrantes del Congreso de la Unión.
VA MI RESTO.- Pendiente en el Legislativo está también el modelo de comunicación política, ya que a simple vista luce rebasado y deja mucho que desear en cuanto a las expectativas ciudadanas, ya que en principio no propicia debates políticos de calidad; los Spots provocan diagnósticos pocos serios y falta de propuestas modernizadoras; las campañas políticas actuales se caracterizan por las guerras sucias entre candidatos y organismos de representación popular; genera constantes fricciones entre los actores del proceso electoral y el hartazgo sobre los spots es más que evidente por la repetición mecánica.
Son muchas cosas las que hay que perfeccionar en nuestra vida democrática. Después del proceso electoral que acabamos de vivir, es momento de reflexionar sobre nuestro andamiaje jurídico en materia político electoral y reconocer que los vacíos legales han sido aprovechados por las innovadoras tecnologías digitales y el internet, así como por la preminencia de los partidos políticos, lo que en conjunto provoca confusión a la hora de votar, y hasta ahí porque como veo, doy.