Por México conciudadanos
Freddy Sánchez jueves 28, Jun 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Sólo un ganador (por el veredicto de las urnas), emergerá de la contienda presidencial del próximo domingo.
Sea quien fuere (una vez cumplidas las formalidades legales en vigor), el triunfador de los comicios será el futuro presidente de los mexicanos, con el pleno respaldo de la ley y las instituciones vigentes que le dan validez a nuestro estado de Derecho, en el que la democracia manda.
Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y “El Bronco” (en el orden que las encuestas de preferencias electorales los han colocado más allá de darles o no el crédito que tienen o pueden o no merecerse), uno de ellos será el elegido por los electores para asumir el mando presidencial.
La hora de la verdad llegará el primero de julio.
De los deseos y las aspiraciones pasaremos a los hechos con un acontecimiento cierto e indubitable sobre la auténtica voluntad de los que acudirán a las urnas y en libertad, secrecía y ejercicio autónomo de su conciencia (que por el bien de todos, ojalá nada ni nadie perturbe, altere ni distorsione), dará lugar a la certidumbre de que la democracia electoral en México pronuncio su fallo sobre quien deberá ser el gobernante de la nación a partir del próximo sexenio.
Así que lo que toca ahora a los habitantes de este país,(mexicanos y extranjeros), será acatar el fallo de las urnas, en primer término y de los tribunales, si fuera el caso.
En eso consiste el gobierno del pueblo en los asuntos electorales, acatando la voluntad de la mayoría que se dará a conocer mediante las instancias oficiales con la encomienda de contar y difundir las tendencias electorales y en su caso resolver las controversias conforme a Derecho, dentro de las instituciones que existen para ese fin, sin que nadie pretenda modificar por capricho ni autoritariamente un resultado que sólo será legitimo y legal siendo emitido por las autoridades competentes para hacerlo.
El juego de la democracia no admite dudas. La mayoría impone su voluntad, así sea por una mínima diferencia de votos en las urnas a favor de tal o cual candidato.
EL Instituto Nacional Electoral, la noche misma de los comicios (salvo que ocurriera algo indeseable e impensado), dará a conocer la tendencia oficial en torno a la elección presidencial y con ello se conocerá el nombre del virtual ganador, lo que naturalmente tendrá que sujetarse a la confirmación oficial posterior y en su caso a la resolución del Tribunal Federal Electoral si hubiera inconformidad y denuncias contra el resultado del conteo oficial.
Y más vale que tal cosa no se provoque con manejos poco claros por parte de las autoridades responsables del cómputo oficial de los sufragios, porque francamente esta elección está llamada a convertirse en un ejemplo de la más absoluta trasparencia.
Cualquier duda por mínima que sea sobre la legalidad, imparcialidad y trasparencia en el conteo de los sufragios y las conductas públicas o privadas que pudieran alterar el verdadero sentir de los electores, obviamente, que demandará una acción inmediata y clarificadora de los hechos sujetos a revisión hasta que se despeje suspicacia alguna sobre presuntas desviaciones o actos fuera de la ley.
La elección presidencial, no puede estar infectada de manipulaciones, afanes tendenciosos por intereses partidistas ni mucho menos una propensión a quedar bien con tal o cual grupo político en competencia electoral.
Gane el que gane, que sea con base a la legalidad, imparcialidad y trasparencia en relación con la emisión, conteo o verificación de los manejos electorales a realizarse antes, durante y después de la jornada electoral del primero de julio.
Hagamos votos para que ninguna fuerza obscura se oponga a ese noble propósito. Que así sea por nuestro bienestar y por México conciudadanos.