Los males de México
¬ Augusto Corro martes 26, Jun 2018Punto por punto
Augusto Corro
Como nunca, México se encuentra en rebasado por la delincuencia, la corrupción, la impunidad y la pobreza. En estas posiciones o en las que usted considere prioritarias, nuestro país se encuentra urgido de soluciones rápidas y efectivas.
Para nuestra desgracia, tendrá que transcurrir mucho tiempo –meses o años, para que veamos la luz al final del túnel. Primero, tendrá que ocupar la silla presidencial quien resulte ganador de las elecciones el 1 de julio.
Si es Andrés Manuel López Obrador, de Morena, el triunfador, como lo indican los sondeos, tendrá que esperar más de seis meses para gobernar y tomar decisiones contra los males que nos agobian: delincuencia, corrupción, impunidad y pobreza.
En algunos casos tendrán que reformarse las leyes para hacerlas más adecuadas a los momentos que vivimos en medio de la barbarie y el salvajismo que en tiempos pasados pensamos que estaban superados. De ahí que la importancia de tener el apoyo del Congreso para hacer los cambios necesarios que le permitan cumplir sus promesas de campaña.
Pero no, ahí están con su fuerza criminal capaz de colocarnos a nivel de los países donde la guerra tiene altos índices de muertos. México lleva más de doce años con delitos como secuestros, levantamientos, asesinatos, etc. Hay que añadirle los miles de desaparecidos sepultados en fosas clandestinas.
Se cometieron los peores crímenes colectivos, como es el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos la noche del 26 y madrugada del 27. Hecho que conmocionó a México y a la opinión pública mundial.
El problema de la violencia se extendió por todo México. Antes los criminales tenían limitadas sus áreas sangrientas. Estados como Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Veracruz, etc., se les identificaba como zonas de muerte. Posteriormente se sumaron a la lista roja Guanajuato, Colima, Jalisco, Estado de México y últimamente la Ciudad de México.
Como si lo anterior no fuera suficiente, la delincuencia organizada decidió, por cuenta propia, usar las balas para liquidar a los candidatos que no se ceñían a sus intereses o que los amenazaban. Desde el inicio de la contienda electoral, decenas de políticos y aspirantes a cargos públicos fueron ultimados. ¿Y los asesinos? Andan libres.
En el tema de la impunidad uno de los peores ejemplos lo tenemos en los asesinatos de más de cien periodistas cuyos asesinos nunca son castigados. En este punto, las autoridades ineptas, así lo quiero pensar, nunca se empeñaron en investigar los crímenes. El resultado salta a la vista: cero en la aplicación de la justicia.
En corrupción solo se tienen que revisar los temas más escandalosos por su turbiedad como la Casa Blanca, la Estafa Maestra y el saqueo de los gobernadores al tesoro público, el socavón de la carretera México-Cuernava, etc., para confirmar que estamos en el fango donde chapotea la administración pública.
Algunos mandatarios estatales fueron llamados a cuentas. Tres se encuentran en la cárcel: Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo, Andrés Granier, de Tabasco, etc. El cuarto, César Duarte se esconde en Estados Unidos.
Los mandatarios estatales erigidos en virreyes hacen lo que les viene en gana en sus cotos de poder. Con muy pocas posibilidades de que alguien les practique auditorías a sus administraciones. Cumplen los funcionarios sus seis años en los cargos y luego los abandonan para dedicarse al disfrute de sus riquezas mal habidas.
Toca, pues, esperar la actividad del próximo gobierno que, a marchas forzadas, tendrá que dedicarse a la realización de un cambio real que permita a México volver a la seguridad. Lejos de la violencia y de tanta corrupción que tanto daño provocan; de la impunidad galopante, que deja muy mal parado al aparato de la justicia.
Claro que uno de los principales retos de López Obrador será la erradicación de la pobreza que azota a más de 56 millones de mexicanos, que en algunos casos es extrema. Los gobiernos anteriores se sirvieron del tema para sus discursos demagógicos.
Ni los panistas, ni los priistas en su llamada alternancia en el poder se empeñaron en atender los más necesitados, aquellos mexicanos que aparecen en los medios cuando las tragedias los golpean sin misericordia, como cuando son damnificados por los ciclones o los terremotos.
Urge, repito, que el cambio o los cambios lleguen para que la sociedad agobiada encuentre mejores condiciones de vida. Ya no queremos pagar platos ratos por culpa de los pésimos gobiernos de derecha, izquierda o centro, o quién sabe de qué signo político que no nos permitieron ser el país grande, fuerte y pacífico que merecemos.