El menos peor
Freddy Sánchez martes 26, Jun 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Sin irnos más atrás, (por aquello de que en la política siempre es lo mismo), México está a punto de ver pasar tres sexenios, sin haber tenido un presidente popular y confiable para la mayoría de la nación.
A la salida del PRI de Los Pinos, Fox y Calderón de Acción Nacional, llegaron al poder con el “sambenito” de impopulares.
Sólo un tercio de los electores que decidieron emitir su voto, ( más o menos en ese porcentaje), otorgaron a los aludidos el mando de la primera magistratura de la nación.
Y a su regreso a la presidencia, dos sexenios después, el Partido Revolucionario Institucional, con Enrique Peña Nieto no fue la excepción.
El actual jefe del ejecutivo vino a sumarse a la lista de “los menos desdeñados” entre los que contendieron para hacerse de la presidencia en los últimos tres periodos de mandato presidencial.
En esa lista de los que prácticamente “de panzazo” pasaron el examen de las elecciones para obtener el cargo de jefes del ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, (contendiente por la jefatura de la nación, por tercera vez), en dos ocasiones obtuvo una clasificación reprobatoria en el ánimo de los electores que manifestaron su rechazo al tabasqueño en sus aspiraciones presidenciales, adquiriendo por ello una innegable condición de impopular incluso más notoria que sus adversarios y ganadores de la presidencia en el 2006 y 2012.
Primero, Felipe Calderón Hinojosa, que le ganó con un apretado margen de diferencia, y después, Enrique Peña Nieto, que lo superó con bastante más holgada distancia, sin que en ningún caso los ganadores hubieran conseguido obtener el respaldo de la mayoría de los electores que participaron en las elecciones.
Algo muy distinto de lo que podría ocurrir el primero de julio, considerando la popularidad que el tabasqueño se ha ganado sobre sus contrincantes para la silla presidencial, Anaya, Meade y “el Bronco”.
“Ninguno le ha podido quitar ni una pluma a nuestro gallo”, diría en referencia a sí mismo, López Obrador, con base en los resultados de todas las encuestas sobre preferencias electorales, que tras las campañas políticas y los tres debates entre presidenciables, lo mantienen por encima de sus competidores con más que una cómoda ventaja.
Falta, naturalmente, conocer el veredicto de las urnas, a fin de ratificar o modificar con absoluta claridad lo que por lo pronto se percibe en el entorno electoral.
De ahí la importancia de que todos los que cuentan con su credencial electoral cumplan con el patriótico compromiso de emitir su voto con absoluta libertad y autonomía, pensando en contribuir al bienestar futuro de su familia y el país.
Y por lo mismo, apoyar contundentemente el triunfo de Andrés Manuel o hacer valer la mayoría electoral con rotunda claridad para volverle a decir que no se le quiere conferir el mando presidencial.
Por el bien de la armonía y paz social entre los mexicanos, es imperativo que nadie se comporte con apatía e irresponsabilidad, ignorando el deber que todos tenemos de expresar nuestra voluntad electoral.
El ambiente político y social que estamos viviendo, amerita una participación electoral como nunca antes se haya dado en el país, porque de ese modo se hará valer la democracia como medio civilizado para elegir a nuestros gobernantes y tratando de que esta vez sea una auténtica mayoría ciudadana, (compuesta por todos los que pueden y deben votar), la que decida a quien encomendarle la Presidencia de la República.
Para que el próximo presidente sea un hombre popular con pleno aployo de la mayoría, puesto que ya tuvimos y debemos estar hartos de que al cargo de la primera magistratura de la nación siga llegando el que solo tenga el apoyo de un tercio de los electores o sea tristemente en cuestión de popularidad ciudadana el menos peor.