El voto del odio
Alberto Vieyra G. viernes 15, Jun 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Quién ganó el tercer debate de los presidenciables? ¿Qué si el poder del próximo presidente será ilimitado y sin contrapesos?
Son las preguntas que me hacen reiteradamente mis tres lectores y radioescuchas, como si este átomo de la comunicación fuese un átomo sabio.
Doy respuesta:
Ganó el voto del odio. Está claro, como el agua que en México ocurrirá el 1 de julio otro accidente político que será de nefastas consecuencias para la nación azteca.
Está claro también que hasta hoy gana la estrategia anti-sistema o anti-gobiernista que enarbola un odiador de las instituciones llamado Andrés Manuel Lopez Obrador, quien acumula ya más de 25 apodos que en nada ayudaran a la institución presidencial que será motivo de chunga y más chunga, inestabilidad política y económica, ingobernabilidad y vacío de poder, durante el tiempo que logre estar en palacio nacional.
Esa inestabilidad política y económica, aunada a la falta de acuerdos sobre el TLC con E.U se refleja ya en una peligrosa devaluación del peso mexicano frente al dólar pues ya se cotiza en más de 21 pesos por billete verde y al ritmo que vamos podría alcanzar hasta los 25 pesos por dólar.
Es sólo el comienzo de un largo infierno que podría llevar a México a convertirlo en otra Venezuela. No descartemos con López Obrador, más violencia, más desempleo; principalmente por su guerra con los empresarios, falta de inversiones y desconfianza internacional sobre México.
Una reciente encuesta de Mitofsky hablaba de que Morena, propiedad de San Juan Diego López Obrador podría obtener hasta 297 diputados federales y mayoría simple en el Senado.
¿Qué nos dice ese posible escenario político electoral? De lograr Morena esa conformación legislativa, el nuevo mandamás de México quedaría maniatado para reformar la Constitución Política, pues para lograrlo se requieren de las 2/3 partes en ambas cámaras, es decir, que en la Cámara de Diputados necesitaría una mayoría calificada de 375 diputados, y en el Senado 97 senadores, de otro modo, la Constitución Política sería intocable.
Es lógico que panistas y priístas reanudarían su alianza, el ponzoñoso prianismo, que evitaría que el Pejelajarto tuviese el poder absoluto como el Gran Dios político de México.
Es cierto que Peña Nieto y Ricardo Anaya, producto de sus traiciones al régimen y al PRI libran una sorda lucha que podría llevar a la cárcel a don Ricky Riquín Canallín o hacerlo que renuncié a la candidatura presidencial por sus trinquetes de corrupción en Quéretaro. Los panistas, a través, de la ardilla de Los Pinos Diego Fernández de Cevallos, han dejado entrever una alianza con el PRI, “para ir todos contra López Obrador”
Así las cosas, el señor López no podría dar marcha atrás ni en la reforma educativa y menos en la reforma energética. Todo quedaría en promesas electorales. ¡Eso sí, otro gobierno con su delincuencia organizada nos robará ahora a los mexicanos!
El voto dividido será la única vía para evitar que México transite del despeñadero al abismo o lo que es lo mismo que transitemos de Guatemala a guatepior.
Sí, por ahora no hay duda de que el voto del odio favorecerá al hombre de Nacajuca al que cada vez más se le acaba la voz, y se le acaba el tiempo.