Anaya no tiene miedo… tiene pánico
Roberto Vizcaíno viernes 15, Jun 2018Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Existe la versión de que en 2012 el presidente Felipe Calderón y el candidato Enrique Peña Nieto pactaron.
“Tu pones un candidato débil para que yo gane, te protejo a ti y a los tuyos durante mi sexenio y en 2018 yo hago lo mismo para que tu decidas por un candidato ganador del PAN”, sería el resumen simplón de ese acuerdo.
El supuesto pacto cobró fuerza con la candidatura de Josefina Vázquez Mota a quien Calderón hundió en la derrota.
Y más aún porque Peña Nieto nunca abrió ni dio luz a ningún expediente contra Calderón a pesar de que el michoacano arrastraba acusaciones graves de todo tipo.
Las referencias a Calderón durante el peñismo fueron sólo retóricas. Hoy el ex presidente panista camina por las calles del país sin temor a ningún jitomatazo o mentada de madre.
Hasta ahí todo bien con el supuesto pacto EPN-Calderón de 2012. Pero el ex presidente panista nunca tuvo el control completo de su partido. Y fracasó con llevar a Margarita de regreso a Los Pinos.
Gustavo Madero se peleó con Ernesto Cordero y sobrevino la ruptura y pérdida de control del grupo blanquiazul en el Senado, que era el centro del poder y la fuente de financiamiento calderonista una vez que Peña Nieto llegó a Los Pinos.
Cierto, el calderonismo no desapareció, pero se redujo drásticamente. Sobre todo, el panismo quedó envenenado, confrontado.
Engallado, Madero, co-dueño del Pacto por México, negoció directamente con Peña Nieto. Y preparó el escenario para su propia candidatura a la presidencial de 2018.
Reformó estatutos de Acción Nacional, alineó a los de su incipiente corriente y en ese proceso, como su plan incluía dejar la presidencia del PAN en 2016 para ir una diputación federal y a la coordinación de su grupo en San Lázaro, desde donde lanzaría su candidatura a la Presidencia en 2018, dejó encargado del liderazgo del partido al joven diputado queretano Ricardo Anaya.
Ingenuo como su pariente Francisco I. Madero, Gustavo creyó que como él había antes colocado a Anaya como coordinador del grupo panista en San Lázaro y lo había promovido como presidente de la Mesa Directiva de esa Cámara, el queretano iba a respetar su plan para ser candidato presidencial en 2018.
Madero nunca entendió que los traidores normalmente son los más leales de su entorno.
Y Anaya lo traicionó como ya antes había traicionado a otros y como lo haría después con muchos más dentro del PAN, y fuera de ese partido.
Confirmó la regla: Un traidor, traiciona siempre. Son como los pederastas, no tienen regreso. Anaya es de esos.
El queretano, desde la silla prestada por Madero en la presidencia del PAN, hizo diputado federal al chihuahuense… pero no coordinador de su bancada. Y frustró los planes de Madero.
Madero amenazó con regresar a la presidencia del PAN, pataleó, gritó, se quejó en los medios y ante el panismo, pero ya estaba fuera. De ser el líder de su partido y el aspirante “natural” del panismo a la Presidencia de la República en 2018, Gustavo Madero fue relegado por su más fiel seguidor Ricardo Anaya a una oscura esquina en San Lázaro, y sin siquiera ninguna presidencia de Comisión relevante. ¡Nada! Ahora anda de mandadero de Javier Corral en Chihuahua.
El lugar previsto para el chihuahuense lo asumió en San Lázaro un michoacano sin mayores luces ni neuronas llamado Marko (sí, con ‘k’) Cortés quien desde que llegó se dedicó a repetir como loro los choros de Anaya. Este sujeto será senador pluri en pago a su participación en la traición de Anaya a Madero.
Lo que no pudo restablecer Anaya fue el supuesto pacto de Calderón con Peña Nieto para la restitución de un panista en Los Pinos a partir de 2018. Anaya a su vez no entendió que el Presidente Peña no es como Madero, y que por ello nunca se dejó envolver en los choros de Anaya.
Y sobrevino al rompimiento… y algo más. Anaya (inexperto) cometió el grave error de amenazar –de que, una vez llegado a Los Pinos– llevar a la cárcel a Peña Nieto.
Con eso el queretano pateó al “animal político” que es Peña Nieto, a quien su historia señala como alguien que nunca se deja presionar.
Anaya –ahí están los hechos–, construyó su candidatura presidencial desde la presidencia del PAN traicionando y pisoteando a todos. Hoy el PAN no sólo está deshecho, sino sin identidad. Y en su proyecto Anaya embarcó a Alejandra Barrales presidenta del PRD y a Dante Delgado dueño de Movimiento Ciudadano. Y creó su Frente. Sólo para convidarles la malquerencia del Presidente de la República.
Y con ello se echó encima a Ernesto Cordero, Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth y otros muchos senadores y gobernadores del PAN.
Anaya, un simple ladrón, afirman Meade y Cordero
La “inteligencia” del Estado, que todo lo sabe, conocía de las pillerías de Anaya y su socio, el empresario inmobiliario Manuel Barreiro en su paso como secretario del gobernador.
La tranza es simple de entender: por la mesa del secretario particular Anaya pasaron todos los proyectos de desarrollo del gobernador de Querétaro entre 2003 y 2009.
Él a su vez transmitía esa información a Barreiro quien compraba terrenos a precios de risa para luego crear corredores industriales o fraccionamientos y ganar muchos, muchísimos millones ya no de pesos sino de dólares con ese acuerdo. Fue simple y llanamente tráfico de influencias y fraude, a lo que ambos le agregaron lo del lavado de dinero, y con ello el delito de delincuencia organizada.
Anaya, en su arrogancia, cometió un gravísimo error que hoy lo tiene en el hilo del terror: constituyó la empresa Juniserra S de RL de CV, junto con sus suegros, el empresario Donino Ángel Martínez y la esposa de este, Maribel Natalia Franco y con su esposa y cuñada, Carolina y Natalia Martínez Franco, mientras él (Anaya) se reservó el 42% de las acciones.
Esta empresa fue la que vendió la nave industrial a Manhattan Master Plan Development, creada por instrucciones de Manuel Barreiro con su chofer, Alberto López López y su secretaria, María Amanda Ramírez Vega sólo para “legalizar” la operación con Anaya.
López López confesaría ante el Agente del Ministerio Público de la PGR hace unos meses que su jefe Barreiro le ordenó firmar el acta constitutiva de la empresa y luego la compra de la nave industrial, “para así transferirle 54 millones de pesos a Anaya”.
O sea…
Esto ha sido corroborado por Juan Barreiro, hermano de Manuel, en videos que han sido filtrados a You Tube y en redes sociales.
¿Estos han sido utilizados por ordenes de Peña Nieto contra Anaya porque éste prometió meterlo a la cárcel?
Pues a lo mejor sí, pero lo dicho en el video por Juan Barreiro muestra que Anaya es un pillo.
¿Y ahora qué?
Bueno, Anaya y José Antonio Meade juntos suman quizá el 65% de las preferencias electorales. Con eso cualquiera de los dos le podría ganar a Andrés Manuel López Obrador.
Pero Peña Nieto se negó a ir a una alianza de Meade con Anaya como se lo pidieron los empresarios más ricos del país. En este contexto de falta de acuerdos y alianzas ganadoras, Anaya y Meade van a perder frente a AMLO.
Todo porque Anaya amenazó con cárcel a Peña Nieto.
Aunque hay versiones de que detrás de este desacuerdo y encono irremediable del Presidente contra el queretano hay mucho más de fondo. Tanto que Peña Nieto prefiera que gane López Obrador a que Anaya sea Presidente.
Y a 15 días de la elección del 1 de julio ya no hay ni tiempo ni condiciones de que la PGR (bajo el control de la voluntad de Enrique Peña Nieto) actúe contra Anaya.
Pero una vez pasando las elecciones, a partir del día 2 de julio habrán 5 meses más para que Peña Nieto entregue la Banda Presidencial a López Obrador.
Y en esos para Anaya largos 152 días que habrá entre el 2 de julio y el 30 de noviembre de este 2018, el mexiquense seguirá siendo Presidente de la República, y dueño de la PGR, donde ya están integrados los expedientes para actuar contra el queretano.
Anaya ya no tendrá el fuero que le daba ser el posible ganador de la contienda presidencial del 1 de julio. Será el gran perdedor. Un perdedor al que sus compañeros de partido, el fracturado por él, PAN, le comenzarán a pasar la cuenta.
Cinco meses en los cuales la PGR podría actuar contra él ante el aplauso de muchos. Y sin el riesgo de que Peña Nieto pudiera ser acusado de actuar contra un candidato que podía ganar para meterlo a la cárcel.
Por eso Anaya no para de decir que no tiene miedo… porque en verdad tiene pánico, terror de que llegue el 1 de julio donde va a perder.
Bueno, eso dicen quienes saben…
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