Derrota perredista
¬ Augusto Corro jueves 16, Dic 2010Punto x Punto
Augusto Corro
El diputado Julio César Godoy Toscano, medio hermano del gobernador michoacano, Leonel Godoy, fue desaforado por el pleno de la Cámara de Diputados, una vez que la Sección Instructora encontró pruebas contundentes que vinculan al perredista con la organización criminal La Familia Michoacana.
La historia de Julio César se remonta a meses antes de las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados, en julio pasado, y el michoacano decidió participar como candidato perredista, no obstante que el partido conocía su participación en actividades del cártel michoacano. Logró el triunfo y se empezó a hablar del fuero que lo protegería de una posible acción en su contra por parte de las autoridades federales.
La Procuraduría General de la República (PGR) mientras tanto acumulaba pruebas que ubicaban a Julio César como miembro de La Familia Michoacana, esto por sus conversaciones telefónicas con Servando Gómez La Tuta y por manejos irregulares en sus cuentas bancarias. Las autoridades contaban con los testimonios suficientes para llevarlo ante la justicia.
Sin embargo, la situación se tornó compleja porque los policías pretendieron aprehender a Julio César antes de que rindiera su protesta como diputado federal y evitar que se cobijara bajo el manto del fuero legislativo. No lograron su objetivo.
El arribo de Julio César a San Lázaro fue protagonizado por el escándalo, pues los diputados de su bancada y de otros partidos lo metieron a escondidas. Lo protegieron y apapacharon. Dos días antes de su presencia para rendir su protesta como diputado, estuvo escondido en las oficinas de sus colegas. Los propios legisladores se ufanaban de haber burlado el cerco policiaco implementado en la sede legislativa para realizar la captura.
Los diputados ayudaron, pues, al michoacano y este alcanzó a ser ungido, oficialmente, como legislador. La PGR presionó para que Julio César fuera desaforado. Las pruebas en su contra eran abrumadoras y no quedó otra salida. El pleno de diputados aprobó el desafuero sin ningún problema.
Ahora, el “hermano incómodo” del gobernador Leonel Godoy tendrá que presentarse ante las autoridades federales para responder a la cadena de delitos de que lo acusan. Por el momento se ignora su paradero. Es posible que acuda ante la justicia una vez que disminuya la atención a su caso y baje la ola de violencia en Michoacán.
Así, el caso del desafuero al michoacano muestra la política equivocada de la izquierda perredista, que a pesar de saber que uno de sus militantes distinguidos participaba en la delincuencia organizada, no se molestó en hacerlo a un lado y evitar su participación en las elecciones. Permitió que se mezclara la política con el crimen organizado y hoy tendrá que enfrentar el desprestigio, como si sus pugnas internas no fueran suficientes para alejar a sus militantes del PRD.
Una vez desaforado, la PGR tendrá que cumplir las órdenes de aprehensión de Julio César, quien cuenta con un vasto territorio para esconderse. En tanto, la violencia continúa en Michoacán con nuevas manifestaciones de la delincuencia organizada: hombres encapuchados y armados efectúan asaltos en diferentes municipios, por decir lo menos.
El desafuero del perredista es una acción positiva en la que se reconoce el empeño de los legisladores por meter un poco de orden en el caos que vive México, provocado por la presencia del crimen organizado. Para nadie es un secreto que la sociedad mexicana padece la infiltración del narco que se dejó crecer durante los últimos años y que ahora convertido en un cáncer social no permite la coexistencia pacífica.
Para que México llegara a esta condición de zozobra fue definitiva la participación de gente como Julio César, de policías y políticos corruptos, de agentes del Ministerio Público sordos y ciegos y de jueces venales. Todos metidos activamente en la corrupción y en la impunidad. El caso de Julio César es un grano de arena. Una vez desaforado el legislador perredista surge la pregunta obligada ¿es Julio César el único político metido en él narco? La respuesta es: no.
Son muchos los políticos señalados por la opinión pública que tienen vínculos con el crimen organizado, que para crecer o sobrevivir necesita de la protección de los hombres del poder, pero como éstos son intocables, viven en la impunidad total. Es buena idea que así como se trató el asunto del michoacano, la PGR enderece sus baterías contra la fauna política de los diferentes partidos. Seguramente lograría triunfos importantes.
A la fecha, el PRD demostró que en sus filas se encuentran especímenes aficionados al dinero fácil sin importar la manera de conseguirlo. Ya en otra ocasión, uno de sus candidatos a la gubernatura de Quintana Roo, “Greg” Sánchez, resultó todo un delincuente que terminó en la cárcel. El partido del sol azteca tendrá que remar contra la corriente para superar esa imagen de desprestigio que se ganó al no medir las repercusiones negativas del caso Godoy Toscano.
Indudablemente, el PRD, un partido en vías de extinción, sufrió un golpe contundente del que no se repondrá para participar en las próximas elecciones estatales, entre otras la del Estado de México, donde busca aliarse con el PAN, en busca de disminuir los “daños colaterales”.
Se reconfirma, pues que la delincuencia organizada avanza incontenible sin respetar a los sectores sociales que ven la impotencia del gobierno federal para detenerla y que los golpes mediáticos contra el crimen organizado y los discursos banales no funcionan. En Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Sinaloa se encuentran los ejemplos de la ineficacia de las autoridades federales.
La sociedad en general ha resentido la influencia del narcotráfico que imparable involucra a jóvenes y niños en sus acciones sanguinarias. De esos sectores de la sociedad surgen sicarios que impresionan por sus actos sanguinarios. También se registra, en algunos casos, el fenómeno social en el que la delincuencia logró el apoyo de la población para obstaculizar la labor de la fuerza pública.
Los 30 mil muertos registrados en el presente sexenio son una muestra real de que la lucha contra el crimen organizado tiene fallas garrafales y que se encuentra muy lejos de rendir los frutos esperados por la sociedad que se encuentra ante un futuro incierto.