Al fondo del abismo
Freddy Sánchez jueves 31, May 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué tanto temen los que dudan en votar por López Obrador y qué es lo que enoja a quiénes están dispuestos a llevarlo a Los Pinos. Frente a estas interrogantes que mucha gente puede hacerse, adquiere fuerza la tesis de que será el miedo o el enojo lo que defina el rumbo de la sucesión presidencial.
Y todo indica que dos grandes olas acumulando más caudal a su paso, chocarán el primero de julio y una de estas “ahogará” irremisiblemente a la otra.
Porque impensable se antoja a estas alturas una conciliación de pareceres electorales entre los que a “pie juntillas” quieren que sea presidente López Obrador y aquellos que “montados en su macho” no quieren verlo a cargo de la primera magistratura de la nación.
A unos los alienta el enojo y a otros el miedo.
Pero, enojados de qué. Se deben preguntar los que a pesar de todos los males que el país sigue llevando a cuestas, temen que nos iría mucho peor como a Venezuela y Nicaragua con mayor desbordamiento de la violencia y una guerra entre hermanos, en cuanto los programas sociales carezcan de fondos institucionales para pagarlos y vengan más y nuevos golpes contra la economía familiar.
Lo que por supuesto niegan que sucederá aquellos que ven en los programas asistenciales la única solución a sus carencias y dudan que a la larga las políticas repartidoras de dádivas, terminarán por agotar su viabilidad y con ello el “maicito” que contenta a todos los fieles seguidores del poder supremo que los cobija, ignorando comúnmente reclamos de muchos otros ciudadanos a los que los beneficios institucionales quedan lejos de sus mesas de comida.
Algo parecido a lo que provoca la ira ciudadana cuando los discursos demagógicos de la política de los sostenedores de la macroeconomía se ocupan solamente de mantener las finanzas públicas sanas y evitar incrementos bruscos en la inflación para no espantar a los mercados bursátiles ni a los grandes corporativos de la industria y el comercio.
De hecho, lo más socorrido entre tecnócratas partidarios de políticas restrictivas de gasto social, en perjuicio de todos aquellos que no alcanzan a ver un auténtico bienestar familiar, mientras que en las altas esferas públicas aparentemente operan medidas de protección para los más ricos, con la doble intención de dar muy poco a la mayoría, a diferencia de los muchos privilegios y riquezas de que disfruta una minoría de potentados, amigos y socios de pillos institucionales.
Y justamente, esto último es lo que enoja a millones de connacionales.
Indignados y enardecidos, puesto que a pesar de los cambios de gobierno y de partido en la presidencia, siguen sintiendo lejana y falaz la oferta institucional de crear las condiciones para el bienestar colectivo.
Las reformas estructurales de esta administración y las gestiones panistas recientes, no lograron cambiar el ánimo ciudadano, en especial porque la economía familiar no mejora realmente y aparte la delincuencia, corrupción e impunidad agobian inmisericordemente a las masas.
Y una cosa todavía más irritante: en tanto la sociedad avasallada por mafias públicas y privadas, no parece encontrar eco a sus demandas de ya basta de tanto fastidiar a la gente, en las alturas del poder federal siguen sin demostrar que en el corto plazo se dará un giro que cambie el panorama a favor de la mayoría y no sólo se haga todo lo que se hace para favorecer como siempre a los pudientes y adinerados.
Eso explica pues, el enojo de los que están dispuestos a votar por López Obrador a diferencia de quienes temen hacerlo pensando que estarían arrojando a su familia y a ellos mismos al fondo del abismo.