Primero al psicólogo
Freddy Sánchez jueves 24, May 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Perdón por la expresión, pero francamente está “de locos” sentarse a reflexionar sin sobresaltos la decisión a tomar para el próximo primero de julio.
Bien por aquellos que ya lo han hecho y no tuvieron problema alguno, porque traen “bien pintados los colores” de su confianza y amor “ciego” o desmesurado hacia un partido político o de varios, ahora que hubo una especie de “mezcolanza” de ideologías y tránsfugas partidistas para crear frentes partidistas comunes.
Los que decidieron, pues, ya lo hicieron y punto y seguros como están se presentarán a las urnas a defender su voluntad electoral, la convicción que los puso en movimiento y la absoluta certeza de que están tomando el camino correcto al cruzar la boleta electoral en favor del personaje que alimenta sus mejores esperanzas y deseos de bienestar futuro.
Y es que lógicamente, nadie en su sano juicio, al emitir su voto se estaría dando una especie de “balazo en la cabeza” o “arrojándose a las vías del Metro”, en un acto suicida llevándose a toda la familia “entre las patas”.
De ser el caso, sin duda alguna, sería de “rematadamente locos”, palabra que los especialistas de la psicología y psiquiatría no gustan de usar, pero que coloquialmente todos entendemos, y es justamente la que describe mejor el caso irracional de aquellos que incapaces de ver soluciones apropiadas en su vida flagelada por un sinnúmero de conflictos, desilusiones y martirios buscan la “puerta falsa” y optan por “cortarse las venas”.
Algo parecido a lo que quienes están en contra de votar por López Obrador, aseguran que sucederá en un futuro no lejano de nuestra nación, expuesta a sufrir males tanto o peores que los de Venezuela y Nicaragua (lugares plagados de escenarios funestos de agitación social, caos por falta de satisfactores y violentas guerras fratricidas, represión y muerte contra opositores a manos de uniformados y las huestes de la servidumbre oficial), si la mayoría electoral en México decidiera poner al tabasqueño a gobernar este país.
Esta tesis del miedo en su máxima expresión ha influido necesariamente en el ánimo electoral de millones de compatriotas que aún no deciden si votarán o no por el abanderado de Morena al que diversos cálculos políticos mantuvieron antes y en plena campaña y a estas horas conservan como el más probable ganador de la elección presidencial.
Todo lo aterrador que se dice que sucederá en el país con el triunfo del tabasqueño, lógicamente crea una expectativa de temor, que se confronta a otra tendencia igualmente desestabilizadora de las emociones y los sentimientos: el enojo.
No se equivocan, los que han afirmado que precisamente estas dos formas de sentir de la población electoral (particularmente entre los jóvenes), influirá a la hora de votar.
Cosa que sería importante sopesar, pensando “con la cabeza” y no con las emociones por delante, a la hora de adoptar nuestra decisión electoral, sea la que ésta sea, a favor o en contra de que Andrés Manuel, asuma la primera magistratura.
El miedo y el enojo, según estudios en materia emocional, en su etapa de desarrollo constituyen una especie de voces de alerta para hacer que los seres humanos se den cuenta de que tienen que satisfacer una apremiante necesidad para encontrar la armonía interior que les permita vivir mejor. Pero, de llegar estos sentimientos ( uno u otro o los dos al mismo tiempo) a un grado de deterioro, estarían provocando reacciones autodestructivas.
Así que para evitar decisiones influenciadas por el miedo o el enojo en sus etapas de crispación, dando lugar a conductas arrebatadas y de alto riego personal este primero de julio, lo prudente y sensato entre quienes aún no han decidido su voto es ir primero al psicólogo.