La enfermedad de San Juan Diego
Alberto Vieyra G. miércoles 23, May 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En términos médicos la lipotimia es una peligrosa y mortal enfermedad que se caracteriza por la pérdida súbita de la conciencia, en lo que los teóricos ejemplifican como los síncopes, alucinaciones, cambios bruscos en el comportamiento humano, crisis convulsivas y algunos ataques epilépticos, a razón de una mala oxigenación de la sangre que bombea el corazón a los pulmones y el cerebro.
Ese cuadro provoca desvanecimientos repentinos como el que los mexicanos vimos que le ocurrió el pasado miércoles a ya saben quién…en su gira por Baja California Sur, donde tuvo que suspender momentáneamente su perorata y ser auxiliado por una mujer del pueblo y luego por su equipo de campaña.
Sí, la enfermedad de San Juan Diego Lopez Obrador es grave, pero el candidato presidencial al que llaman el moderno Zúñiga y Miranda, no ha tenido la honestidad de hablarles a los mexicanos sobre sus padecimientos crónicos, a raíz de la operación a corazón abierto, a la que fue sometido en el 2013 en un hospital privado de primer mundo de la Ciudad de México.
Lopez Obrador y sus achichincles niegan que esté enfermo. “Estoy al 100 en materia de salud” jura y perjura el Peje. La señora Polevnsky, empleada del Peje que cobra como líder de Morena, ha cometido la torpeza de llamar mentirosos y gatos al servicio del poder a los periodistas que han abordado los males del Peje, que son atendidos por uno de los neurocirujanos más probos y cotizados del mundo, el norteamericano, doctor Félix Dolorit, quien viaja a México de Estados Unidos cada dos semanas para inyectarle al Peje la droga que lo mantiene en pie.
La realidad es otra. Primero fue mi colega Pancho Garfias en el periódico Excelsior, quien detonó lo que era un secreto a voces sobre el estado de salud del dueño del partido Morena, que busca por tercera vez consecutiva la silla presidencial. Después sería Raymundo Riva Palacio en su columna estrictamente personal en El Financiero, quien aportó nuevos detalles, y el pasado viernes tocaría el turno a Pablo Hiriat en su columna Uso de la razón en El Financiero, quien profundizaría en este tema tan delicado.
“Este último tema es una incógnita, y debería despejarse con toda claridad. Lo que es irrefutable es su daño a la columna, atendido por uno de los principales neurólogos del mundo.
Independientemente de las diferencias ideológicas, hay que preguntarse si puede gobernar al país una persona con ese estado de salud.
¿A qué nos arriesgamos nosotros?
¿A qué se arriesga él?
Una sana decisión sería dedicar sus recursos económicos a seguirse atendiendo con el staff médico que encabeza el neurocirujano Dolorit, y no aspirar al estrés de una presidencia que no podrá ejercer, o lo hará drogado.
Y que, de ganar, se vería obligado a atenderse en el Seguro Social.
La enfermedad de San Juan Diego es digna de análisis, por ahora me pregunto:
¿Qué pasaría en el supuesto de que el Peje gane la Presidencia de la República y muera en el cargo? Aquí se lo diré, en posterior entrega.