La pesadilla priísta
¬ Augusto Corro viernes 4, May 2018Punto por punto
Augusto Corro
A partir de ya, el nuevo líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), René Juárez Cisneros, se encargará de darle nueva vida al candidato presidencial, José Antonio Meade Kuribreña, que se encuentra en la lona.
Júarez Cisneros, un dinosaurio tricolor, sustituyó a Enrique Ochoa Reza, un tecnócrata frívolo que llegó a poner de cabeza al PRI, a crearse enemigos y a encadenar al candidato presidencial priísta en el tercer lugar.
A menos dos meses de las elecciones, el nuevo dirigente tricolor tiene que acelerar su proyecto de reactivación de Meade Kuribreña, para sacarlo del hoyo en que se encuentra y enfilarlo hacia un empate con el panista Ricardo Anaya.
El siguiente paso consistiría en buscar una posición que le permita enfrentar a Andrés Manuel López Obrador, quien va en primer lugar en las preferencias electorales. Claro, se podría decir que se trata de un sueño.
La realidad política es más compleja. Si el candidato priísta no levanta es porque carga la imagen de un PRI desgastado por la corrupción, la impunidad y la injusticia. Contra esta podredumbre tendrá que luchar Juárez Cisneros.
Pelear contra esos monstruos del mal y derrotarlos. En dos meses será imposible que lo logre. Ni al candidato, ni a su partido se le ve la posibilidad de sacudirse esa carga negativa que tiene al PRI al borde de la desaparición.
La tarea del nuevo dirigente será titánica. El tiempo no les permitirá la aplicación de una estrategia que les ayude a recuperar terreno. A menos que se empeñen a apoyarse en el juego sucio que a estas alturas del partido les provocaría mayores problemas.
UN PRI SIN FUERZA
Las elecciones anteriores en los estados reflejaron que el PRI ya no tenía la fuerza de otras épocas y que sus triunfos difícilmente se conseguirían.
Y si las contiendas electorales locales ya resultaban muy complejas, para la candidatura presidencial debería buscarse a alguien ajeno al partido, con una trayectoria política limpia.
La designación favoreció a Meade Kuribreña. El ex funcionario público en sexenios anteriores y en el actual cubrió los requisitos y lo convirtieron en el abanderado priísta.
El error de la cúpula priísta consistió en desdeñar a los propios militantes de su partido como aspirantes presidenciales. Algunos entendieron la jugada, pero otros se dieron por ofendidos.
La idea de presentar a una persona no priísta, sin partido, como candidato a la silla presidencial, era con el fin de medio cubrir o tapar la abollada imagen de corrupción del partido. El plan falló. En la recta final de la campaña electoral el PRI y su candidato no avanzan. La estratagema no les funcionó. La sociedad mexicana sabe, con muchos ejemplos, que los gobiernos priístas son administrados por corruptos.
Además, el gobierno de Enrique Peña Nieto cometió errores que lo colocaron como el mandatario mexicano con más baja popularidad en los últimos tres sexenios. Los mexicanos no le perdonaron los gasolinazos, la nula estrategia en la lucha contra la delincuencia organizada, la corrupción generalizada, la impunidad, etc. El PRI se encuentra en una crisis que el nuevo líder Juárez Cisneros tratará de superar contra viento y marea.
A ORDENAR FILAS
El dirigente tricolor tendrá que trabajar intensamente para posicionar al candidato Meade Kuribreña y también poner orden en los filas priístas.
En los estados, los gobernadores cuyos “delfines” fueron rechazados para algún cargo de elección popular, decidieron no mover un dedo a favor de su partido. Con ellos, el líder tendrá que conciliar intereses.
Con su nombramiento como líder suplente, Juárez Cisneros marcó un posible acercamiento con los “dinosaurios” que no fueron tomados en cuenta para disfrutar los privilegios de los políticos, como son las senadurías, diputaciones, etc. El PRI se convirtió en un partido de resentidos.
El problema en que se encuentra el priísmo se veía venir desde hace muchos años; pero nadie quiso atenderlo. Los gobernadores, sin temor a rendir cuentas de su administración, saquearon las arcas públicas.
Los funcionarios públicos de todos los niveles se enriquecieron. ¿Sabe usted de algún tipejo de estos que se encuentre en la cárcel? Salvo cuatro ex mandatarios que se encuentran en la cárcel y uno más que anda prófugo, los demás ex gobernadores gozan de total impunidad.
A Juárez Cisneros lo mandaron, pues, a evitar el hundimiento del PRI, o más bien a hundirse con él. El dirigente “dino” tendrá que recurrir a todas las mañas, trampas, etc., de su experiencia priísta para evitar el desastre anunciado, casi inevitable. ¿Cómo la ve usted?