Crisis en el PRI
¬ Augusto Corro jueves 3, May 2018Punto por punto
Augusto Corro
El candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Meade Kuribreña, sigue sumido en el tercer lugar de las preferencias electorales.
Ante esa situación y a dos meses de las elecciones, la cúpula priísta decidió cambiar caballo a la mitad del río y ya es un secreto a voces el cambio de su líder, el flotillero de taxis, Enrique Ochoa Reza.
Se trata de un intento, tardío, para meter a Meade Kuribreña en la pelea en la recta final de la campaña electoral. De acuerdo con las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, de la coalición “Juntos Haremos Historia”, encabeza la lista de posiciones; le sigue, en segundo lugar, Ricardo Anaya, de la alianza “Por México al Frente”.
En el Revolucionario Institucional se vive una de las peores crisis de su historia, que inclusive se habla ya de su desaparición, una vez que transcurra la temporada electoral.
La corrupción y la violencia desatadas en México jugaron un papel fundamental para llevar al tricolor a la situación de desastre en que se encuentra.
A un partido corrupto quisieron cambiarle la imagen negativa por una positiva en unos cuantos meses, con acciones al vapor y les resultó contraproducente.
Meade Kuribrena, un ciudadano sin partido, fue escogido para abanderar a los priístas en esta lucha electoral. Con tantos políticos en el PRI, tuvo que ser una persona ajena a ese instituto político el designado.
Como una bomba les cayó a los políticos priístas que la candidatura recayera en un funcionario público sin partido, que sirvió en las administraciones panistas y priísta en los último sexenios.
Fueron pocas protestas por esa imposición de la cúpula priísta. Sin embargo, las inconformidades siguen. Los gobernadores priístas, en algunos casos, optaron por no mover un dedo a favor del ex secretario de Hacienda.
Por otra parte, las figuras políticas priístas fueron relegadas a posiciones lejanas a la figura principal. En esa suerte de juego político, enrarecido, ex panistas de dudosa conducta, como el senador Javier Lozano, fueron designados coordinadores de la campaña política.
NO ES EL PRI DE ANTAÑO
La fuerza política del partido en épocas pasadas era determinante para ganar en cuantas elecciones se presentaba.
Inclusive, sus gobiernos fueron calificados como la dictadura perfecta. Hubo elecciones presidenciales con candidato único tricolor.
Pero la dinámica política cambió. La sociedad mexicana no aceptó más al gobierno priísta y votó por el cambio. El ganador fue el entonces panista, Vicente Fox, un tipo extraído de las cavernas, quien una vez en el poder, dilapidó su fuerza política. No se dio el cambio esperado.
Le sucedió en el cargo, el impresentable Felipe Calderón, también de extracción panista. Su administración cargó con la guerra fallida contra la delincuencia organizada, con más de cien mil muertos.
El ex presidente Calderón fue acusado del delito de genocidio en tribunales internacionales. Es un asunto que sigue latente. Ya con el presidente Enrique Peña Nieto, la lucha contra la delincuencia organizada, con el mismo molde de la estrategia “calderonista”, México entró a una espiral de violencia mayúscula. El número de víctimas en el gobierno de Peña Nieto superó la cifra del sexenio anterior y todavía faltan varios meses de la administración peñista.
Hay entidades en las que la delincuencia gobierna a su antojo. En Morelos, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Jalisco, Veracruz, etc., los mandatarios estatales son figuras de ornato. En diferentes estados mandatarios priístas se dedicaron al saqueo del tesoro público. Los escándalos golpearon duramente a los gobiernos presididos por los tricolores.
Las auditorías en varias entidades marcaban desvíos del erario por miles de millones de pesos. En Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, por citar unas cuantas entidades, los gobernadores se llevaron hasta la vajilla.
Los mandatarios Javier Duarte y Roberto Borge, de extracción priísta, se encuentran en la cárcel y pagan ahora en abonos lo que robaron.
El affaire Odebrecht, que tiene en la cárcel a ex presidentes de otros países por el manejo de sobornos millonarios, en México, uno de los acusados de esos negocios turbios, Emilio Lozoya, ni suda ni se acongoja. Sabe que la cúpula del poder lo protege.
En la Secretaría de Desarrollo Social, la titular Rosario Robles, fue señalada como presunta responsable de desvíos calculados en cientos de millones de pesos.
La obra pública del gobierno priísta tuvo errores graves que afectaron a la administración peñista, como el socavón en el “Paso Exprés”, que resultó un fraude.
A lo anterior deben sumarse los gasolinazos, que afectaron a la economía mexicana. El alza de los precios en los combustibles repercutió en los precios de los productos de la canasta básica.
Son pues, innumerables las fallas del gobierno de Peña Nieto y de su partido político, que dejó correr la corrupción y la violencia.
El México de ahora tiene una sociedad más informada que sabe dónde se encuentra parada, con la idea de castigar con el voto a quien le mintió o no cumplió sus promesas de campaña. El PRI y sus candidatos ya no representan ninguna garantía para erradicar la corrupción y la violencia.
Por lo pronto, Meade Kuribreña no crece y los cambios en el PRI son inminentes. Ya lo dijo nuestro director José Luis Montañez, en su columna “La Ley de Herodes”: “José Antonio Meade se hunde junto con el PRI”.
¿Entonces, quién le gusta para líder del PRI con la decisión suficiente para hundirse con el barco? ¿Quién será el suicida?