El Circo Hermanos Muñoz hace eco en el mundo con Los Caligaris
Opinión lunes 23, Abr 2018De la carpa a las letras
Arturo Arellano

Martín Pampligione, Agustín Cuadrado y el resto de Los Caligaris llegarán a Auditorio Nacional los días 5, 6 y 7 de octubre.
Desde el barrio residencial América, de la provincia de Córdoba, Argentina, surge el concepto artístico de Los Caligaris, y digo concepto, porque la banda no sólo son 11 músicos haciendo canciones y fusiones musicales sobre un escenario, sino que también desarrollan rutinas circenses, que refieren a sus cimientos dentro de esta disciplina, cuando algunos de sus integrantes nacieron bajo la carpa del hoy extinto Circo Hermanos Muñoz. Esto explicaría tambien el porqué del nombre de la banda, pues en este circo se contaba la leyenda del famoso payaso “Caligari”; que, mientras desarrollaba su rutina, murió a causa de un infarto en el picadero, sobre el aserrín.
Hoy en día, Los Caligaris refieren y homenajean al circo y sus artistas en cada una de sus presentaciones, haciéndolos parte de el show más feliz del mundo, como refieren a su actual espectáculo en vivo. Martín Pampligione y su hermano Diego, son fundadores de Los Caligaris y llevan en su sangre la tradición circense, por lo que el primero de ellos, nos cuenta que “el circo es una vida hermosa, he pasado los mejores años de mi vida bajo una carpa, cuando uno es niño, no tiene preocupaciones. Me levantaba en la mañana, me bajaba de la casilla (casa rodante), al lado estaba la casilla de mis abuelos, en otra mis tíos, era como viajar con la familia por el mundo, es divertido y hermoso. Ahora mismo, mis primos están trabajando en diferentes circos, porque el Circo de los Hermanos Muñoz no existe ya. Quien hizo al payaso “Caligari” en nuestro show del Palacio de los Deportes, es mi primo y ahora está trabajando en Vietnam, con el número del péndulo de la muerte”.
Recuerda: “Hice parte de mi primaria en diferentes colegios, porque era nómada todo el tiempo. Por ahí, una semana en un pueblo, luego llegábamos a ciudades más grandes, como Córdoba y nos quedábamos tres meses, tenía un libro de pases, que llevaba al colegio y la maestra me ponía ‘Hoy Martincito aprendió las restas’ y lo firmaba, llegaba al otro pueblo y ahí la próxima maestra revisaba. Iba cambiando de colegio, incluso he sufrido discriminación, porque me decían que los chicos del circo éramos como gitanos, me molestaban, no me aceptaban”. Sin embargo, reconoce que “mi madre era quien lo sufría mucho, porque debía tener trato con los directores y a veces me rechazaban, me cuenta que había discriminación.
De hecho, mi madre le escribió una carta al presidente Alfonsín (Raúl Ricardo Alfonsín, presidente de Argentina de 1983 a 1989), y le contestó, le dijo que iban a hacer un proyecto de ley en el que los colegios públicos debían aceptar obligatoriamente a los chicos de circo, aunque estén sólo una semana. Salió la ley, yo tengo primos que se recibieron hasta la secundaria en el circo, actualmente la ley sigue vigente”.
Lo mismo cuenta que “el circo es lo más familiar que puede existir. Mi padre por ejemplo era trapecista, payaso, mago, porque el circo cuando es grande tiene mucha gente, pero cuando son circos pequeños, tienes que hacer de todo para que el espectáculo funcione. Yo entraba en la magia con mi padre, me estaba colgando en los trapecios, hacía cama elástica, saltos en el suelo, acrobacia de piso y bueno, si me hubiera quedado más años quizá hubiera tenido un número en solitario, pero no, siempre hice número de trouppe con mucha gente”. En el caso de su hermano Diego, mejor conocido como Raúl Sencillez, recuerda que “él era muy pequeño tenía tres años cuando dejó el circo, así que sólo tuvo su debut y despedida. Entraba mi papá, luego el enanito del circo, yo que era más chiquito y finalmente mi hermano que prácticamente era bebé, lo vistieron de payaso, el payaso ‘Chupeto’ (risas), le dimos la vuelta al circo como un trenecito, una escalerita de personas, pero cuando mi hermano se enfrentó al público, que se estaba riendo, se soltó a llorar. Yo recuerdo a mi madre que nos miraba por el frente de la pista, lo alzó en brazos y se lo llevó, ese fue el debut y despedida de Raúl”. Actualmente, Martín, el payaso cordobés, tiene familia trabajando en circos mexicanos. “Mi primo Ramiro Medina anda en diferentes circos de México, incluso vino a ver a Los Caligaris cuando estuvimos en Guadalajara, estaba en uno de los circos Atayde que giran por México”. Así pues, la historia del hoy extinto Circo de los Hermanos Muñoz sigue respirando a través del espíritu payaso de Los Caligaris, que como auténticos cirqueros van dejando alegría, sonrisas, narices rojas y música a cada lugar que visitan.