¿Novela o realidad?
Francisco Rodríguez viernes 10, Dic 2010Índice político
Francisco Rodríguez
HACE JUSTO UNA semana, en Nueva York, se llevó a cabo la presentación de la más reciente novela de Rubén Cazalet, con quien me unen lazos de hermandad desde hace ya casi cuatro lustros.
Campana de Barro / El Asalto que Cimbró al Bicentenario es un trabajo literario apasionante. Desde la primera a la última página, lo que en este caso no es una frase hecha. Una de esas novelas que el lector no quisiera que terminaran cuando ya se acerca el desenlace que también se ansía conocer.
La presentación neoyorquina fue un hito sobresaliente en una ciudad que todas las tardes está llena de acontecimientos literarios, artísticos, destacados. El evento se extendió por más de hora y media, merced a que Gustavo Carvajal, el entrevistador del autor, realizó su amena tarea con tino, acotando a Cazalet en los momentos precisos de su intervención para arrancarle los secretos de su “Campana de Barro.”
¿Qué personaje es en realidad determinado funcionario? ¿Quiénes, en México, serían capaces de llevar a cabo un asalto semejante al que perpetuamente sufren las arcas públicas? ¿Es una novela producto de su imaginación y talento o un retrato fiel de lo que sucede ahora en nuestro país? A primera vista, o mejor dicho, primera lectura, el libro Campana de Barro se revela como una radiografía mordaz, no de una sola sociedad afincada en Latinoamérica, sino de muchas a demérito de sus propias historias. Sus páginas serían una especie de mensajes apátridas, diseminados por el suelo y el subsuelo de una realidad que cabalga desde hace mucho tiempo entre las virtudes y desaciertos de gobiernos que se han enquistado democráticamente, o de facto, en un continente ávido de verdades y harto de mentiras.
Destaca en la novela un personaje. Se trata de un presidente a veces presentado como ramplón, y eso sí siempre rijoso. Desfilan por sus páginas los integrantes de un gabinete de ineficaces, interesados, soberbios.
La trama se desenvuelve en un país que va en picada a la degradación criminal y a la miseria.
Y por supuesto aparece un sibarita que casi casi es autorretrato.
Y es que esta novela es el tercer trabajo de Cazalet, un globetrotter consumado. Le anteceden Tejiendo Palabras, libro de poesía, editado en la ciudad de México en 1987. Y aún mantiene inéditas dos novelas y una serie de cuentos: Eusebio E. /Una Fortuna Desafortunada, así como Puebla-York , además de West Side Stories, respectivamente. Rubén es chilango, pues nació en la ciudad de México. Ha trabajado en los cinco continentes, y hoy vive en Nueva York.
Campana de Barro es un texto obligatorio para quienes gustan de la nueva generación de autores itinerantes. Rubén Cazalet es, hoy por hoy, uno de sus más altos exponentes, por su aguda sensibilidad y creatividad sin horizonte. Su capacidad de inducción nos recrea con este texto seductor y apasionante, donde la trama obliga al lector a descubrir en la siguiente página los acertijos que ha ido sembrado con meticulosidad. Rubén Cazalet “ve a México tal cual es -pergeñé en el prólogo que me invitó a escribirle-. Como se ve en Viena, en Marruecos o Buenos Aires… o en el ombligo mismo del país: la ciudad de México, solar natal de quien, desde su torre-observatorio de la neoyorquina 42nd Street, se enfoca en los usos y costumbres de las élites mexicanas no con el filtro de la distancia, sino con la lente de aumento que disecciona micrométricamente las pasiones y ambiciones, el entramado de complots, ataques y presiones abiertas y encubiertas que caracterizan la lucha por el poder en nuestro país”.
Campana… es, pues, una novela política sobre la política de novela que sufrimos en México.
Verdaderamente la recomiendo.
Índice Flamígero: El saqueo a la nación, ahora a través del ISSSTE, es imparable. Sus arcas quedaron exangües tras la fallida precampaña y campaña de su director general “con licencia” Miguel Ángel Yunes, en Veracruz. Ahora, el encargado del área de Finanzas, Antonio Guzmán Nacoud, fue apenas pillado con un faltante de ¡20 millones de pesos! No hay sanción penal. Simplemente lo echaron e inhabilitaron 10 años. Pero, ¿qué cree usted? No se lo han podido notificar, porque su jefe-cómplice, Jesús Villalobos, encargado del despacho, le dio vacaciones todo este mes. Así que al pobre sólo le queda disfrutar su fortuna mal habida. Con Yunes o sin Yunes, el ISSSTE es un chiquero.