Fallido intento democrático
¬ Augusto Corro jueves 12, Abr 2018Punto por punto
Augusto Corro
La participación de candidatos independientes a cargos de elección popular surgió como una esperanza para enfrentar a la partidocracia política y sus vicios que frenan la democracia mexicana.
Los partidos grandes (PRI, PAN Y PRD –Morena apenas se va a estrenar-) se adueñaron de los escenarios políticos con la idea de mantenerse en el poder para siempre, como una especie de dictadura, pero con máscara de democracia.
En un intento por avanzar hacia una democracia auténtica se aprobó la participación de los candidatos independientes para competir en la búsqueda de cargos de representación popular.
Un sinnúmero de obstáculos tuvieron que ser superados para aprobar los cambios en las leyes electorales que vinieran a cambiar el aire viciado en la política a la mexicana, producto de una democracia simulada.
Y llegó la temporada de poner en práctica el intento de competir contra la democracia con presuntos aspirantes presidenciales independientes; de mostrarle al mundo el interés de nuevas formas de hacer política.
Se puso manos a la obra y se registraron todos cuantos quisieron para buscar el registro oficial como candidatos sin partido. Para lograrlo tenían que cumplir con varios requisitos. Así lo hicieron. Sólo que la mayoría hizo trampa.
Imposibilitados en el manejo de la tecnología o incapaces de actuar legalmente, los llamados independientes optaron por cometer errores, ilegalidades, en el registro de firmas de electores, al fin que en México todo se permite.
Las autoridades electorales hicieron el análisis de la legalidad de las firmas, de la manera de apoyar la labor partidista, etc., comprobaron que no fue fácil, debido al tamaño del requisito y por el espíritu tramposo de los aspirantes.
Algunos candidatos alcanzaron, en buena lid, su registro. Un sinnúmero de aspirantes fueron rechazados por las autoridades electorales, incluidos dos del primer nivel: el gobernador de Nuevo León, con licencia, Jaime Rodríguez Calderón (a) “El Bronco”; y Armando Ríos Piter (a) “El Jaguar”.
Estos dos últimos encontraron resistencia en el Instituto Nacional Electoral (INE) y les negaron el registro por el cúmulo de irregularidades detectadas en la recolección de firmas. Y ocurrió lo esperado (no olvidar que estamos en México), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se hizo de la vista gorda, perdonó al tramposo Rodríguez Calderón y le regaló su registro como candidato presidencial independiente.
Antes el INE hizo lo mismo, pero con Margarita Zavala de Calderón, esposa del impresentable Felipe Calderón, quien presentó igual que sus colegas miles de firmas y fotocopias falsificadas. Ella no tuvo ningún problema para superar el obstáculo inicial.
Por ahora también se encuentra en investigación la manera en que los aspirantes independientes consiguieron el financiamiento para sus labores políticas. Los expedientes plagados de errores de los tres independientes estuvieron en manos del INE; pero el instituto únicamente favoreció a Margarita Zavala.
En la instancia superior, “El Bronco” encontró la ayuda necesaria para conseguir su registro en la boleta electoral y fue Ríos Piter (a) “El Jaguar” el desamparado, pues no tuvo el apoyo indispensable para continuar hasta el final de la competencia electorera.
¿Qué ocurrió, pues, con la esperanza de votar por un candidato independiente? Que esa esperanza quedó destrozada en los primeros intentos por hacerla una realidad positiva a favor de la democracia mexicana.
Los aspirantes presidenciales independientes demostraron sus ambiciones políticas sin importarles el daño que, con sus actitudes tramposas, clausuraron la oportunidad de que aparecieran en la papeleta electoral los nombres de candidatos honorables, honestos, mexicanos cabales.
¿Qué pueden ofrecerle a México esos políticos, “quemados”, con todos los costales de mañas a cuestas, que lo único que ambicionan es el poder que les sirva de instrumento para la solución de sus intereses personales?
Ya en este espacio hablamos del pasado de los tres aspirantes presidenciales y su pasado partidista. “El Bronco” militó en el PRI, más de veinte años”; Margarita de Calderón, fue panista casi toda su vida; “El Jaguar” fue perredista guerrerense. Ni a cual irle, como se dice.
Fue, pues, un sueño desagradable, una pesadilla, la esperanza de un cambio en la democracia a la mexicana con la participación de personas alejadas de los partidos políticos, de esa partidocracia que todo contamina de corrupción e injusticias.
¿Qué sigue? Pues más de lo mismo. Candidaturas “independientes” y autoridades electorales tramposas empeñadas, decididas, en manchar el proceso electoral en marcha, de por sí difícil y complicado. ¿Usted qué opina?