Mancera y su capital político… malgastado
¬ Augusto Corro martes 10, Abr 2018Punto por punto
Augusto Corro
El doctor Miguel Ángel Mancera llegó al poder (2012) con la mayor votación en elecciones capitalinas. Los capitalinos lo eligieron porque pensaron que podría resolver los problemas de la metrópoli.
No lo hizo. En más de cinco años en el poder la Ciudad de México tiene los mismos problemas, pero en mayor dimensión. ¿Qué le sucedió a Mancera que dilapidó su capital político?
Pues no tuvo la experiencia política suficiente para tomar decisiones correctas, adecuadas.
Para empezar, evitó registrarse como militante de algún partido político. Ni siquiera quiso afiliarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD) que tanto lo apoyó para llevarlo al gobierno capitalino.
Se distanció o se peleó con su padre político, Marcelo Ebrard, y con Andrés Manuel López Obrador, el dueño de Morena, quienes lo designaron como su candidato para las elecciones del 2012. Dio la espalda o traicionó a sus principales benefactores.
Como político sin partido, el ex jefe de gobierno coqueteó con el gobierno federal que en algunos casos lo utilizó y nada más. No logró conformarse una unidad que los beneficiara.
En el propio PRD, partido al que supuestamente controlaba, a pesar de no militar en sus filas, acabaron por rechazarlo.
De esta infame tarea se encargaron Jesús Ortega y Jesús Zambrano, “Los Chuchos”, verdaderos propietarios del PRD, pues Mancera no encajaba en sus planes.
Con esas acciones políticas del ex jefe de gobierno y “Los Chuchos” el partido del sol azteca se enfiló rumbo a su desaparición.
La idea de una coalición con otras organizaciones políticas surgió entre los perredistas como una fórmula para salvar al partido de su extinción. Mancera se convirtió en su principal promotor.
Terminaron aliados con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Movimiento Ciudadano (MC). A la coalición PRD, PAN y MC la bautizaron como el lema “Por México al Frente”.
Las autoridades electorales aceptaron esa sociedad partidista que puso fin a los sueños de Mancera de competir como candidato presidencial 2018, pues el designado resultó el “joven maravilla” panista, Ricardo Anaya.
Qué se trató de un arreglo entre PAN y PRD para que Alejandra Barrales fuera la abanderada de la coalición en busca del gobierno capitalino y Anaya como aspirante al máximo cargo político. Mancera no fue tomado en cuenta. Con un sinnúmero de obstáculos alcanzó la candidatura plurinominal (llegar al Senado sin hacer campaña) panista. El ex funcionario ni siquiera se ruborizó. Sabe que un cargo de legislador le permitirá usar el fuero para lo que se ofrezca.
En el presente, el ex jefe de gobierno anda de propagandista del frente por todo México para que se vote a favor de Anaya, cuando el propio Mancera soñaba en la candidatura presidencial, que no pudo conseguir por su inexperiencia política.
Ahora, la máxima ilusión de Mancera es que gane el panista Anaya, para que, ya en el poder, lo invite a desempeñarse como fiscal general de la Nación. En la historia del PRD los años de la administración de Mancera quedarán marcados como los peores en la organización política. En la capital perdió simpatizantes, a grado tal que le arrebataron 10 de las 16 delegaciones en las que gobernaba.
Claro, el PRD ya estaba muy afectado por los acontecimientos en Iguala, Guerrero, en los que 43 normalistas fueron secuestrados y no se encontraron. Los gobierno perredistas de aquella entidad fueron señalados como corresponsables de la tragedia.
El alcalde de Iguala, José Luis Abarca, de extracción perredista, fue acusado como el autor intelectual de la desaparición de los estudiantes. Se encuentra en la cárcel.
También el divisionismo formó parte del derrumbe del PRD. Los militantes perredistas desalentados por la política aliancista se encuentran indecisos de seguir en el partido o de incursionar en otras organizaciones políticas.
En fin, Mancera dejó el gobierno capitalino con los siguientes problemas: transporte público insuficiente, inseguridad y escasez de agua es una pesadilla en diferentes colonias del oriente de la CDMX. De la reconstrucción de la Ciudad de México, mejor ni hablar. Los damnificados siguen con carencias de hogar desde el terremoto del 19-S.
Mancera y el PRD viven, pues, sus peores momentos. El primero casi en la banca, sin el brillo político de hace seis años, en espera de que gane el panista Anaya gane la silla presidencial; y los perredistas quebrándose la cabeza para conseguir votos y evitar la desaparición de su partido.
Mancera y el PRD se encuentran en franca lucha política por su sobrevivencia. Quien lo creyera.