PRI, en la lona
Freddy Sánchez martes 3, Abr 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Entre los partidarios del priísmo, la estrategia electoral del Partido Revolucionario Institucional, en la búsqueda de la primera magistratura de la nación, a unos parece tenerlos muy complacidos y más que tranquilos. A otros, en cambio, disgustados e inquietos.
De modo que, por un lado, están los que creen que el PRI ganará la Presidencia, sin necesidad de hacer ningún cambio en su estrategia para conseguir votos. Lo que, por otra parte, dudan que sucederá aquellos que esperan un cambio estratégico electoral en el partido tricolor.
Y es que entre los que “ni sudan ni se acongojan”, apostando a la caída del “segundo lugar” en las preferencias electorales (Ricardo Anaya), prevalece la certidumbre de que en el último tramo de la carrera presidencial, el PRI logrará superar al líder en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador.
No importa que el triunfo se lo lleve el priísmo, aunque sea por “un pelito”, siempre que se cuente con el aval institucional en el conteo final de los votos, es lo que una porción del priísmo debe creer.
E incluso, estar pensando que “El Peje” podrá encanijarse cuanto quiera y decir misa si pierde oficialmente, pero no podrá hacer otra cosa que lo que ya dijo: irse a “la chingada”, que es el nombre de su rancho.
Un cálculo político electoral que no todos los priístas y no priístas, acogen sin rechistar. Más bien, al revés.
Porque cada vez hay más simpatizantes del PRI que ven alejarse la posibilidad de que el candidato José Antonio Meade, se convierta en un ganador presidencial, con una votación abrumadoramente favorable.
Y si no fuera el caso, que al menos logre superar al tabasqueño, más allá de cualquier duda sobre la contabilidad oficial de los votos.
Algo que los intranquilos y disgustados con la estrategia electoral del tricolor, suponen que no ocurrirá tan fácilmente, dado que más bien lo que se espera en el mejor de los casos, es que el PRI pueda ganar con una estrecha ventaja sobre el segundo lugar en la contienda presidencial, siempre que Ricardo Anaya se rezague en las preferencias electorales.
La cuestión es que si tal cosa, suponiendo sin conceder como dicen los abogados, en realidad sucede también beneficie al Partido Revolucionario Institucional y no a Morena.
La apuesta del PRI está hecha en función lógicamente de que los votantes que pierda Anaya pasarán en buena medida al priísmo para evitar que López Obrador llegue a Los Pinos.
Todo lo contrario de lo que piensa por lo menos un tercio de los electorales potenciales, que como antaño o más que antaño esperan que ahora sí su candidato presidencial, finalmente gane la elección.
En ese contexto, falta ver si Ricardo Anaya logra sobrevivir al descrédito de las acusaciones en su contra y no pierden la contienda presidencial por una súbita caída en las preferencias electorales, que hasta ahora lo ponen en el segundo lugar, y de no seguir así las cosas, como algunos priístas lo esperan, los votos que pierda el panista se depositen en favor del PRI.
Lo que por supuesto, intentará evitar a toda costa el partido de López Obrador y los candidatos independientes, a no ser que en su mayoría los partidarios de estos últimos decidan oponerse al triunfo del tabasqueño, optando por el voto útil para José Antonio Meade.
Eso dependerá de que tanto el priísmo logra repuntar en el ánimo de los electorales quedando como la única opción frente a Morena y por ello recibir el respaldo electoral necesario para ganar o de plano el día de la elección presidencial estaríamos viendo al PRI en la lona.