¡Bienvenido al club, comandante!
Francisco Rodríguez miércoles 8, Dic 2010Índice político
Francisco Rodríguez
COMO ESCRIBIDOR, MANTUVE con Carlos Salinas de Gortari una relación más o menos cordial… hasta que fue nominado candidato de su partido a la Presidencia de la República. Desde ese momento mis comentarios y críticas nos alejaron hasta ya casi el final de su sexenio cuando, inesperadamente, fui invitado por él a acompañarlo a La Habana, Cuba, en una visita de menos de 12 horas en la que, supuestamente, Carlos Slim firmaría un contrato para brindar servicios de telefonía celular en el territorio insular.
Salinas y su comitiva fuimos recibidos por Fidel Castro Ruz en una mansión en cuyos bien cuidados jardines se sirvió un almuerzo. La sobremesa se extendía y extendía. Media hora. Una hora… En la mesa vecina a la que ocupábamos los colegas Beatriz Pagés, Ricardo Rocha, el propio Slim y quien esto escribe, platicaban casi en susurros Salinas y Castro, hasta que un ayudante del comandante se acercó a susurrarle algo al oído. Acto seguido, el entonces Presidente de México y el mandatario cubano se pusieron de pie y, estentóreo, para que todos escucháramos, el visitante dijo a su anfitrión:
— Comandante, voy a presentarle a mi comitiva.
Y al primero a quien llamó para que me acercara, fue a mí.
— Así que tú eres el periodista que le pega a mi presidente Salinas -me espetó el gigantón uniformado de verde olivo, al tiempo que casi destrozaba mi mano derecha en lo que definitivamente no era un cálido saludo.
Le respondí que no lo golpeaba, pues tenía muchos militares rodeándolo y cuidándolo. Que sí lo criticaba, en cambio, “porque en mi país los periodistas hemos ido conquistando la libertad de expresión”, le dije enfático.
— Mira que es bravo este Francisco -soltó mi mano Castro y volteó riéndose hacia Salinas.
La visita a Cuba fue engaño para Slim. Y pretendió ser de “regaño” para este tecleador. Y es que a quien todavía no era el hombre más rico del mundo le había comido el mandado un inversionista regiomontano apodado “El Manitas”, quien de último momento redactaba contratos y protocolos para ser él quien proveyera de servicio celular a Cuba. Fracasó un par de años más tarde, por cierto. Y el engaño a Slim, a final de cuentas fue otro favor que a este empresario le hizo Salinas.
Al “regañado”, ya en el aeropuerto José Martí y en la ceremonia de despedida, Castro volvió a apretarle la mano con toda su fuerza, haciéndole una recomendación: “Te encargo a mi presidente Salinas”.
Recomendación que salía sobrando. Nunca he dejado de “traerlo de encargo”.
Vino a mi mente esa anécdota ahora que Castro ha publicado en sendas entregas una carta que, al dar la vuelta al mundo, se ha convertido en el mejor de todos los elogios al libro que recién ha dado a la luz Andrés Manuel López Obrador y a López Obrador mismo.
Pero también hoy Castro reniega de Salinas. Lo evidencia cual complotista, ¡aliado con el PAN!, en contra de AMLO. Pone en evidencia la farsa del “estado de Derecho” que como muletilla aquí se usa en todos los discursos. Ahora también Castro “golpea” a quien en 1994 defendía. ¡Bienvenido al club, comandante!
Disquisiciones personales aparte, es gracias a Castro que en buena parte del planeta se tiene ahora una visión exacta de lo que ha sucedido en el país los últimos diez años, mismos en los que trágicamente para el país ha “gobernado” el PAN, y que López Obrador retrata milimétricamente en “La mafia que se adueñó de México… y el 2012”.
Improvisaciones, corrupción, desconocimiento, saqueos, estupideces, enormes latrocinios… ejecutados primero por los tecnócratas con los que Salinas asaltó el poder en 1982 y ahora ni siquiera disimulados por los cínicos calderonistas.
Calderón asaltó también el poder en 2006, en buena medida gracias a las maniobras de los aliados Salinas-PAN. Llegó en las peores condiciones. Empezó mal su malhadado sexenio.
Y lo que mal empieza…