“El Ponchis”, ¿tema de moda?
¬ Augusto Corro miércoles 8, Dic 2010Punto x Punto
Augusto Corro
En la guerra contra el crimen organizado, la sociedad mexicana va de sorpresa en sorpresa. Por ejemplo, el caso del niño sicario, Edgar Martínez Lugo “El Ponchis”, de 14 años, que se desempeñaba, entre otras de sus funciones, como descuartizador de seres humanos.
En varios videos aparece, cuchillo en mano, rebanando el cuello de sus víctimas. Además, las autoridades lo relacionan con 300 homicidios. Sin lugar a dudas, su edad no lo limitaba para actuar como un asesino distinguido del Cártel del Pacífico Sur (CPS).
La historia del niño sicario se convirtió en una noticia que le dio la vuelta al mundo. En México, se convirtió en tema de moda, así como ocurre con los hechos sangrientos que conmueven a la opinión pública: se habla de ellos hasta el cansancio y luego desaparecen, poco a poco, hasta caer en el olvido total. Y a esperar un hecho nuevo que vuelva a cimbrar las conciencias.
Las atrocidades cometidas por “El Ponchis”, que es un menor de edad, tienen a las autoridades frente a un caso difícil: la dimensión de los delitos es mayúscula y las leyes para juzgar son muy limitadas. No importa el tamaño de sus crímenes, el delincuente obtendrá su libertad en cuanto llegue a los 18 años.
El asunto despertó interés en organizaciones de los derechos humanos, en los legisladores, el clero y en las autoridades gubernamentales. Todos opinaron de acuerdo a sus intereses, sin ir al fondo real del problema que consiste en que millones de niños, adolescentes y jóvenes se encuentran abandonados a su suerte.
Pobreza, desempleo, pésima educación escolar, disfuncionamiento familiar, corrupción, impunidad y la estrategia para combatir al crimen organizado son la mezcla ideal para producir a menores sicarios cuyo representante genuino es alguien como “El Ponchis”, producto de un México cada vez más violento.
Y como el caso de “El Ponchis” va de boca en boca, los legisladores dijeron que realizarán su mayor esfuerzo para que las leyes contra los menores infractores sufran cambios radicales en la aplicación de las penas. Por ejemplo, se busca que cumplan sus sentencias completas tras la rejas no importa que lleguen a la mayoría de edad. Como señalamos arriba, con las leyes actuales los delincuentes citados obtienen su libertad a los 18 años.
En todo ese coro de puntos de vista, no se escuchó, ni por descuido, algún discurso que se refiriera a acciones preventivas para evitar el surgimiento de nuevos niños sicarios. Parece que a nadie le interesa salvar y proteger a una sociedad cada vez más frágil y más expuesta a la violencia del crimen organizado que se extiende por todo el territorio nacional con extorsiones y muerte. Nadie se preocupa por el futuro lleno de incertidumbre.
¿Existen programas para estimular a los menores de edad a vivir lejos de la delincuencia? Es posible que sí. Sin embargo no se llevan a cabo, no los cumplen, pues de otra manera no sabríamos de historias como la protagonizada por “El Ponchis”.
SALARIOS
De acuerdo con datos del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados y de la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito Federal, en los diez años de gobierno del Partido Acción Nacional (PAN), el poder adquisitivo de los mexicanos se redujo en más del 45 por ciento ante el incremento de precios de más del 100 por ciento y el insuficiente aumento al salario mínimo.
En el 2000 a un ama de casa 270 pesos le alcanzaba para surtir más o menos la despensa familiar con: galletas, pan de caja, tortillas, arroz, frijol, jitomate, pollo, carne de cerdo y de res, aceite, azúcar, café soluble, huevo, leche en polvo, leche pasteurizada, sal, sardina, detergente, escobas y pasta dental.
Hoy, para comprar los mismos productos se necesitan 552 pesos. Esto implica que un trabajador con salario mínimo necesitaría casi diez días de esfuerzo para comprar ese grupo de productos de la canasta básica, cuando en 2000 necesitaba 7.6 para hacer la misma adquisición.
Ojalá y los responsables de fijar los salarios mínimos para el próximo año tomen en cuenta las dificultades por las que atraviesa la clase trabajadora para adquirir la denominada canasta básica. El sector empresarial debe convencerse de que los sueldos de hambre que propone solo sirven para frenar mas la económica de por sí afectada por la crisis y el mal manejo que de ella hacen los funcionarios panistas que al paciente le diagnostican catarros, cuando se trata de pulmonías fulminates.
“EL JEFE” DIEGO Y ESPINO
El ex dirigente panista, Manuel Espino, continúa su labor como piedra en el zapato de Felipe Calderón Hinojosa, pues quiere ser candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la Presidencia de la República.
Como se informó, Espino se convirtió en impugnador oficial a las acciones de FCH y eso le acarreó enemistades que lo pusieron fuera del partido azul. Expulsado de esa organización política, en su último consejo nacional ya no participó como consejero.
Dijo que su expulsión del partido fue precipitada por César Nava, porque eso lo encomendaron desde el gobierno. También declaró. “Desde que empecé a ser considerado en las encuestas como posible candidato de Acción Nacional, apretaron la persecución en mi contra”. (“Impacto”, 7 de diciembre de 2010).
Por cierto, el senador Santiago Creel, según las encuestas, es el panista mejor posicionado para participar como candidato en la justa electoral del 2012.
En la reunión panista del fin de semana, Diego Fernández de Cevallos fue ignorado por los azules. El político que lleva varios meses secuestrado no fue mencionado ni para bien ni para mal.
(Recientemente se manejó la noticia de que el distinguido plagiado ya había regresado y que se encontraba en casa. Esa versión fue desmentida inmediatamente y hoy continúan las especulaciones sobre el destino de “El Jefe” Diego).
En su asamblea de mayo el propio FCH les prometió a las panistas que “pronto” “El Jefe” Diego estaría dando nuevas luchas a favor del PAN. El caso es que azules malagradecidos se olvidaron por completo de quien, en su momento, libró luchas importantes a favor de su partido en el escenario político. Así es la vida.