Caballada escuálida
¬ Gustavo Mora miércoles 8, Dic 2010Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
Hace más de tres décadas que el entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa, se inmortalizó con la frase de: “la caballada está flaca”.
El guerrerense hablaba entonces del gabinete de José López Portillo, pero hizo referencia también al de Luis Echeverría y después siguieron los de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, para no repetir lo de la flacura del primer equipo presidencial, recurrimos a otra palabra: escuálido que aparte de la escasez de carnes, acepta términos como sucio y asqueroso.
Figueroa achacó la flacura de la caballada al desconocimiento presidencial de los hombres, su selección, aptitudes para colocarlos en el sitio adecuado y en su lugar se recurre al cuatachismo, al amiguismo, al compadrazgo, al amigo de la familia o compañero de banca en la escuela.
Y si eso fue lo que prevaleció desde Echeverría hasta Calderón, con toda justicia se puede parodiar a don Rubén diciendo que la caballada (calderonista) está escuálida. Y esto da lugar a versiones tan descabelladas como que el secuestro de Diego Fernández de Cevallos no es tal, sino que lo tienen guardado porque ante la falta de figuras en el equipo presidencial, entre los legisladores y gobernadores panistas, el queretano será rescatado en un teatral operativo para que vuelva a ser el candidato presidencial en el 2012, como lo fue en 1994. (¿Y los terrenos de Punta Diamante?; ¿Y los arreglos secretos con Salinas que dieron lugar al guanajuatazo de Ramón Aguirre Velázquez, el zapatazo en San Luis Potosí, la modificación del artículo 82 constitucional y otros?) Diego no es el indicado para un carbonatazo.
Pero estábamos en lo de la caballada escuálida. Como los gabinetes de Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Zedillo y Fox, el de Calderón también ha terminado en caricatura al cuarto año de su gobierno.
Solamente 9 del primer equipo original permanecen en sus puestos (Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Marina, Seguridad Pública, Trabajo y Previsión Social, Medio Ambiente, Energía, Reforma Agraria y Salud) Y no es por virtud de sus titulares, sino porque no hay de otros en el calderonimso.
Pero 13 han sido cesados por no dar el kilo: 3 en Gobernación, uno Educación Pública, 2 en Economía, uno en Hacienda y Crédito Público, uno en la Función Pública, uno en la Procuraduría General de la República, uno en Agricultura, uno en Turismo, uno en Comunicaciones y Transportes y uno en Petróleos Mexicanos.
Todo esto, sin que haya cumplido el anuncio presidencial de las secretarías de la Reforma Agraria, Turismo y la Función Pública. Y el abracadabra con Luz y Fuerza del Centro.
La exigencia panista de que Felipe Calderón Hinojosa gobernara con pura gente del PAN y no con aliancistas, provocó la salida de Jesús Reyes Heroles, Luis Téllez Kuenzler, pero nada dijeron de los elbistas Benjamín González Roaro, Miguel Ángel Yunes Linares y el único que se mantiene a pesar de haber colaborado con los gobiernos priístas es Alfredo Elías Ayub.
Si los panistas celebraron la frase de Figueroa, hay que recordarles aquella que dice: el que se ríe, se lleva. Ahora les toca reír a los del PRI…
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La Procuraduría General de la República y la Secretaría de Seguridad Pública mantienen el secreto de varios casos de su competencia, con el pretexto de mantener la discrecionalidad en las investigaciones. En el caso de Diego Fernández de Cevallos, de plano abdicaron de la facultad constitucional que las obliga a perseguir estos asuntos de oficio, aunque ellos se justifican diciendo que lo hacen a petición de la familia… Pero Vicente Fox Quesada tampoco aclaró nunca cómo estuvo la encerrona en Los Pinos con Andrés Manuel López Obrador, en la que no figuraba como testigo el entonces secretario de Gobernación (¿San?) Carlos Abascal Carranza… Ni Jorge Carpizo Mac Gregor dio satisfacción con su teatral renuncia a la Secretaría de Gobernación, que no se hizo efectiva porque no era irrevocable… Tienen razón los priístas que le recuerdan a Calderón que le sirvieron de escudo para que pudiera ingresar al Palacio Legislativo y penetrar hasta el salón de sesiones para rendir su protesta constitucional como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a pesar de las turbiedades perredistas y petistas que bloquearon todos los accesos menos uno.