La traición de Anaya a EPN. Margarita, de por medio
Francisco Rodríguez viernes 16, Mar 2018Índice político
Francisco Rodríguez
En un país poco serio, como el nuestro, las clases políticas que deberían programar y planear las jugadas maestras del desarrollo y del bienestar social a mediano y largo plazos, utilizan el espacio de Los Pinos para los acuerdos en lo oscurito, a corto y largo plazos. Todo con cargo a la cuenta de los ciudadanos.
Pero cuando todo sale al revés de lo pactado es cuando la marrana tuerce el rabo. Siempre es así, para mala ostia de los conjurados palaciegos. Ahora que estamos viendo los juegos de la Champion League europea, los chichimecas piensan que, como allá, aquí pueden ganar con acuerdos de vestidor. Siempre fallan sus predicciones. Por error de cálculo y falta de palabra. A eso se le llama tropezar con la misma piedra.
Es lo que pasó y lo que desencadenó el desencuentro que puede acabar sangriento entre Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Margarita Zavala y Ricardo Anaya. La gente que no se explica el por qué de la lucha mediática y judicial que se escenifica entre el PRI y Por México al Frente debería saber la verdadera razón de este jueguito de chilpayates contrariados.
Sucede que, como parte de los llamados acuerdos para la transición PAN-PRI, que acababan cediendo el poder a los de Atlacomulco en 2012 y concediendo las patentes de la impunidad a la familia panista Calderón-Zavala, unos arreglos anticonstitucionales y en lo oscurito, como lo hemos platicado durante años usted y este escribidor…… se habría pactado por adelantado, con la presencia de los anteriormente citados en Los Pinos, más Gustavo Madero, que la entrega de los bártulos y el harapo que ya es la banda presidencial demasiado desprestigiada se hacía a condición acordada de antemano de que la candidata triunfadora en el 2018 debería ser la consorte de Calderón, la dama del rebozo mordido y arrastrado. Nadie más.
En esa tesitura, ningún otro, de cualquier establo, tendría derecho a reclamar esa titularidad, que era una especie de sucesión a título de Pliego de Mortaja que sellaba las exequias por seis años del panismo, para revivir un sexenio después, escriturada a nombre de Margarita Zavala Gómez del Campo de Calderón… ¡y todos contentos!
El pueblo no importaba, como siempre. No tendría ninguna participación en ese ajo, más que el testimonio mudo de su asistencia forzada a las urnas en los próximos comicios presidenciales. Todo era al son del “haiga sido como haiga sido” y haciendo a un lado todo lo demás. Como en plena época medieval.
Los observadores, periodistas, opinión pública, análisis internacional, líderes de opinión eran tratados como decía el gran Machado de quienes “aman los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. Se hace camino al andar. Lo demás era lo de menos. Un testimonio del mundo al revés. Y así les fue.
Calderón Hinojosa dejó Los Pinos, pero jamás se imaginó al panismo resentido que había dejado después de una actuación despótica. Había hecho trizas su estructura, agredido a la militancia, afectado la razón ciudadana blanquiazul. Fue demasiado intrusivo en la vida interna del partido. Era lógica la reacción de los cuadros de a de veras.
Como cualquier mariscal de campo, Calderón ungió a Madero como untuoso presidente de la plataforma electoral básica del PAN, el augur y profeta mayor. Antes había hecho senadores de dedo a los seis de esa bella unión: los Gi Zuarth, Cordero, Lozano, Lavalle y compañía, entregados y vendidos en charola de plata a Emilio Gamboa Patrón.
Madero, fiel a su estampa, solicitó licencia como dirigente del PAN en el 2014, y su Comisión Permanente, acicateada por el propio renunciante, nombró a Anaya líder del partido, el mismo que Madero había ungido como líder de la bancada en Diputados, lo que Anaya no hizo por él en su momento: lo traicionó. Todas las hadas cantaban la misma estrofa… hasta que vino el hartazgo con los Calderones y la estructura de 300 mil panistas reconocidos votaron por el nuevo pastor de esa grey, el queretano Anaya.
Después, vino la actuación ardida de Calderón, quien en septiembre del 2017, hace seis meses, fue el primero en decir públicamente que Anaya había vendido una nave industrial a la empresa Manhattan Master Plan Development, en una cifra exacta de 53 millones de dólares. Supuraba por la herida.
La Zavala acusó a Anaya de dividir el partido, ya que se oponía a su candidatura acordada por su marido y Peña Nieto en Los Pinos, y monda y lironda se fue por la libre, no le quedó de otra que recurrir a la charola del narcotráfico que había montado desde años su real jefe de campaña, Genaro García Luna, ex Policía de Titanio (jejeje), jefe de seguridad del país calderonlandia.
Anaya se refugió en los brazos de quienes todavía creían en él y en su palabra: Miguel Ángel Mancera ya estaba formando el Frente coaligado con el PT y el MC de Dante Delgado, más su emisaria, Alejandra Barrales. Con gusto incluyeron al llamado Joven Maravilla, venido como anillo al dedo con su estructura nacional de blanquiazules y gobernadores triunfantes en las elecciones locales de 2016.
Ya posicionado, Anaya, usando su fuerza blanquiazul, sometió a los contrincantes en la lucha por la postulación presidencial del formado de Por México al Frente, a pesar de que entre todos habían pactado una elección interna, para hacerse en el período legal de intercampañas. Otra vez faltó a su palabra y dijo: de aquí soy.
Para no crear un cisma gigante en la oposición, Mancera se disciplinó a la inconsecuencia. Aceptó ser el responsable de lo pactado entre ellos: luchar por un cambio de régimen presidencial con gobierno de coalición pluripartidista. Formar en el pueblo la conciencia del cambio, aunque tuviera que postularse como senador.
Pero la culebra sacó la cola. Faltaba la rabieta de Gustavo Madero, quien, desde Chihuahua, demandó la inconstitucionalidad del aspirante, toda vez que saltaba del gobierno electo de la CDMX a un escaño senatorial. Sólo que le faltó decir que estaba equivocado, pues la senaduría era plurinominal, no por elección sucesiva.
Todo mundo, de las autoridades y tribunales de todos los niveles le dieron palo. No tenía razón su argumento, sólo era para joder. Para sumar la voz a los agraviados del pacto de Anaya en Los Pinos: Calderón, Peña Nieto, Margarita Zavala y el propio Madero, hoy insurgente de cartón. Pero era necesario quedar bien con los dirigentes otrora poderosos y hoy demolidos por Anaya. El presidente anterior y éste, cuya sola presencia da grima. Son dos cartuchos quemados, incluyendo a sus consortes. Desprestigiaron todo poder, toda investidura, en aras de creer que México se podía pactar como en la Edad Media.
El resultado público y notorio de esta comedia de traiciones era esperado. Salieron derrotados los que se fueron y los que se quedaron en ambos sexenios aciagos. También, las palabras quedaron en el estoque. Ninguno de los pactantes cumplió con la suya. La puerca volvió a torcer el rabo.
Al ver la evolución de estos jueguitos, Mancera reaccionó como era su deber: aceptando postularse o no, siempre y cuando Anaya le dé por escrito, con firma autógrafa, su compromiso de luchar por el cambio de régimen y el gobierno de coalición acordado. No se esperaba otra ficha, es de ley.
Las palabras se las lleva el viento. La firma puede testificar la seriedad de lo acordado en la coalición electoral Por México al Frente. La gente espera que ahora sí, la palabra se respete.
Es lo único que falta. Pero a veces en demasiado, sobre todo para quienes no están acostumbrados a responder por lo que la boca dice. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: ¿Dónde está el Ferrari rojo, de colección, que Javier Duarte le regaló —con recursos públicos, but of course— a EPN cuando éste “ganó” la elección (con 18% del 60% del padrón) de 2012? De acuerdo a testigos, el mismo Duarte viajó a Houston la mañana de un sábado expresamente para supervisar el embalaje del vehículo en la misma casa del coleccionista que se lo vendió a un precio que se supone fue exorbitante. Luego de eso, Duarte y sus acompañantes fueron a comer y regresaron en un avión del gobierno veracruzano, por supuesto. ¿Dónde está el Ferrari? ¿En la guarida de Ixtapan de la Sal o, junto con el avión y helicóptero, en el hangar adjunto a Eolo Plus, la aerolínea de Hinojosa (Higa) Cantú? + + + Tras revelarse el nuevo fraude contra los dineros de los trabajadores, vía la sustracción de recursos al FOVISSSTE y a PensionISSSTE para apuntalar económicamente al consorcio constructor ICA que estaba en la quiebra, el enfermo senador Joel Ayala —repito: la OMS considera a las adicciones al alcohol y a la cocaína como una enfermedad—, quien cuando no está grave finge ser presidente vitalicio de la FSTSE, se apresuró a emitir un boletín de prensa para eximirse de toda responsabilidad. Pero como dice el refrán, “el que primero lo huele, debajo lo tiene”. Todo este estercolero tiene estampada su coautoría. El otro es Luis Videgaray, pero también participan, entre otros, el “líder” del SNTE, Juan Díaz de la Torre y el del STUNAM, Agustín Rodríguez Fuentes. + + + Luego de sortear una huelga de los trabajadores administrativos, provocada porque el gobierno estatal se negaba a aportar los fondos suficientes para los incrementos salariales —recursos que sí habían depositado el gobierno federal y la propia institución—, el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Adolfo Pontigo Loyola, rinde hoy su Informe de actividades. No lograron empañar su gestión ni menoscabar la autonomía universitaria, algunos de sus principales logros.
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