México, blanco de insultos y bajezas
¬ Augusto Corro viernes 16, Mar 2018Punto por punto
Augusto Corro
Ya le gustamos al anaranjado Donald Trump como costal de entrenamiento para recibir toda clase de insultos. No solo de él, sino también sus seguidores que no pierden la oportunidad para ofendernos.
Cada vez que se le ocurre, el republicano Trump abre la boca para proferir insultos. En el último llamó a México “malcriado”. Días antes en California, sus simpatizantes quemaron una bandera mexicana. ¿Pues de que se trata?
A nuestros altos y distinguidos funcionarios los trata con un lenguaje alejado de la cordialidad. El es el malcriado. Es el sujeto que perdió la visión del mundo que vive. Es más, ni siquiera sabe hacia dónde encamina a su país.
Al magnate y funcionario un día sí y otro también sumen en la inquietud al mundo, porque tiene un pleito casado con el otro loco de Corea del Norte, Kim Jong-un, y ambos presumen de sus armas nucleares.
No sólo eso. También se envanecen de la posibilidad de desatar una guerra cuando se les ocurra, para eso cuentan con el manejo de los botones nucleares.
Y si no alcanzan a realizar acciones bélicas, por lo menos EU si tendrá una guerra comercial, a causa de los incrementos a los aranceles del 25 y 10% para sus importaciones de acero y aluminio.
Trump tiene atorado el Tratado de Libre Comercio. en el participan nuestro país, Canadá y EU. Si bien es cierto que por ahora México se encuentra exento de ese impuesto, la viabilidad del convenio tripartita es inseguro.
A su estilo de mercenario, el anaranjado presidente desde el principio de su llegada a la Casa Blanca decidió administrar su gobierno como si se tratará de una de sus empresas privadas, en las que pone al adversario de rodillas para humillarlo, presionarlo y derrotarlo, sin importar las formas, para conseguir sus propósitos, la ganancia malhabida.
A nivel internacional la política trumpiana es repudiada, entre otras cuestiones, por su insensibilidad en la diplomacia. En materia de racismo y migración, el mandatario estadounidense no se limita en calificar con adjetivos impublicables a los africanos, latinoamericanos, islamitas, etc.
A México lo trae asoleado con el muro fronterizo. Desde antes del inicio de su campaña electoral decidió insultar a los mexicanos, llamándonos “gente con un montón de problemas que nos traen drogas, crimen, violadores…”
Claro, dicha barda, según el magnate, la tendrá que pagar México. Esta cantaleta la lleva para todos lados. Personas dedicadas a la trata, narcos, etc., ya le hicieron ver, hasta el cansancio, que ninguna valla les impedirá la realización de sus actividades ilegales.
EL multicitado anaranjado dijo que está dispuesto a ayudar a los jóvenes extranjeros, la mayoría mexicanos, que se encuentran en EU sin sus papeles en regla, si lo apoyan con dinero para la construcción del muro. Vaya mercenario.
La diplomacia estadounidense también se encuentra sin rumbo. El tiempo que lleva el magnate de la construcción en el poder no fue suficiente para conformar un equipo de asesores en la Casa Blanca.
Desde la fecha de su investidura, el millonario lleva perdido alrededor del 40% de funcionarios de primer nivel. El último destituido fue el secretario de Estado, Rex Tillerson, un hombre tranquilo, maduro, con una visión muy amplia de las relaciones diplomáticas.
A Trump le molestaba la actitud pacífica de su secretario de Estado que no le funcionó en su constante enfrentamiento con el norcoreano Kim Jong-un. Ni siquiera tomaba en cuenta al ahora despedido.
La diferencia entre Tillerson y Trump desde el principio estuvo marcada, pues el primero criticó las políticas de su jefe al que en una ocasión lo calificó de estúpido. El mandatario perdió a un asesor que deseaba mantener relaciones diplomáticas de altura, alejado de las patanerías del magnate.
El sustituto de Tillerson, como Secretario de Estado, es Mike Pompeo, un extremista de derecha, quien se desempeñaba como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que estará a cargo de Gina Haspel, una mujer que acepta la tortura de los presos, acusados de terroristas.
Además, Trump enfrenta un problema con las autoridades estadounidenses que lo investigan por la posible infiltración del gobierno ruso en las elecciones recientes, en las que venció a Hillary Clinton, en una contienda llena de trampas.
En fin, tenemos al magnate anaranjado de vecino, un sujeto de decisiones insospechadas, que ve en México un país del que puede hacer lo que le venga en gana. Nosotros, los mexicanos, tenemos que aceptar las bajezas y patanerías en el más completo de los silencios. No tenemos quien nos defienda. Nuestras autoridades hace tiempo que perdieron la dignidad. El tal Trump ya nos tomó la medida como dice el clásico. Nunca mejor que ahora la frase aquella de México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
Feliz fin de semana