Temblorina en el PRI
Alberto Vieyra G. miércoles 14, Mar 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En el 2000, Vicente Fox ganó la silla presidencial por el hartazgo ciudadano, el odio contra el PRI, al que dos o tres generaciones quisieran ver muerto.
A pesar que fueron los priístas los constructores del México de las instituciones y de toda una carretada de libertades, cuando menos la llamada generación de los “millenials”, no sabe de historia y se guía solamente por la corrupción que han protagonizado en las últimas tres décadas, a los que bien podían llamárseles los destructores del PRI.
Esa generación de “millenials” no sabe para dónde o para qué, pero añoran un cambio para México. Se creía que con Vicente ocurriría ese cambio, pero resultó que la reversa también es cambio.
La mayoría de las democracias en el mundo atraviesan por una severa crisis, a razón de un criminal modelo económico noeliberal, que ha ultrajado la dignidad de millones de personas que, montadas en cólera, han votado contra gobiernos protectores de ese nefasto orden económico mundial, que ha llevado a una injusta y peligrosa distribución de la riqueza, toda vez que el uno por ciento de la población mundial ostenta más del 50 por ciento de la riqueza global. Un modelo económico diseñado para crear ejércitos de miseria y unas cuantas comaladas de ricos, en cuyas agendas no figura la creación de empleos. Ahí está el meollo del asunto.
La investigadora norteamericana, Katherine Cramer, sustenta la tesis de que el voto que hizo ganar a Donald Trump en el 2016, fue el “voto del resentimiento social de los marginados del desarrollo, los abandonados en los condados y las víctimas de la burocracia corrupta”.
Lo mismo ocurre en México y otros países del mundo, principalmente las naciones en subdesarrollo. Esa gente agraviada por la bestia capitalista del mal, y unos gobernantes de rodillas hacia ella, son los causantes de ese hartazgo social. Se la quieren cobrar al PRI a como dé lugar, no obstante que su candidato José Antonio Meade lo distinga, hasta ahora, el sello de impoluto. Sólo que Meade no tiene ángel, no sabe cómo desmarcarse del Presidente de la República y menos de ese ponzoñoso capitalismo al que quiere seguir sirviendo con un gobierno continuista.
En la campaña de Meade, no hay hasta ahora ningún mago capaz de hacerlo que remonte el muy lejano tercer lugar en el que lo ubican las encuestas pagadas, no pagadas, interesadas y no sesgadas.
Peor aún, el pleito Peña Nieto–Donald Trump, no augura buenas noticias para el PRI y José Antonio Meade.
En Chile, Peña Nieto declaró que la construcción de un muro entre Estados Unidos y México, no es un gesto amistoso por parte del mandatario Donald Trump. La bestia trumpiana montó en cólera y, sin ambages, cuestionó a Peña Nieto, pero pues ya sabemos de quién viene el obús, nada más y nada menos que del güero loco, y eso lo dice todo, pero ese pleito no favorece al PRI, donde hay temblorina y se han prendido los focos rojos. ¿En estas condiciones, la Casa Blanca respaldaría a José Antonio Meade, una candidatura sin futuro o, como dirían los clásicos allá en mi tierra, un nacido para perder? ¿Cuál sería el “Plan B” de Peña Nieto? Aquí se lo diré mañana.