Expulsión
¬ Augusto Corro martes 7, Dic 2010Punto x Punto
Augusto Corro
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se avecina una tormenta política que lo pulverizará: ocho corrientes perredistas pidieron la expulsión de Jesús Ortega el Chucho mayor de las filas partidistas. Específicamente los dirigentes del G8 anunciaron que a partir de esta fecha Jesús Ortega ya no es legalmente quien dirige esa organización política. Además, informaron que tomarán la sede nacional del PRD, aunque no definieron la fecha.
De acuerdo con el último consejo del PRD, Jesús Ortega debió entregar la presidencia del partido del sol azteca durante el presente mes de diciembre. No lo hizo y dijo que dejaría la dirigencia nacional el próximo mes de marzo.
Los integrantes del G8 son encabezados por Dolores Padierna, Carlos Sotelo, Armando Quintero, Martí Batres y Camilo Valenzuela, entre otros. Dichos perredistas anunciaron la realización de una consulta nacional el 5 de febrero, en la que la militancia “se exprese” respecto a la cancelación de las alianzas con la derecha calderonista y la expulsión de esa organización del multicitado Ortega.
Las pugnas entre las tribus perredistas se recrudecieron por el madruguete de Andrés Manuel López Obrador al destapar a la candidata del Partido del Trabajo (PT), Yeidckol Polevnsky, a la gubernatura del Estado de México y por la necedad de los chuchos de aliarse con los panistas.
La ruptura definitiva se veía venir, porque los dirigentes subieron el tono de sus discursos en los que ambos se calificaron de traidores.
En Plan de Acción del G8 “se establece la toma de la sede del PRD nacional, con lo que significaremos que desde ese lugar puede y debe conducirse una organización nacional, la más importante de la izquierda política”.
Nueva Izquierda, de Jesús Ortega e Izquierda Unida, de AMLO llegaron al momento de las definiciones que llevarán, como señalamos en otras ocasiones, a la pulverización del PRD que ya no tiene la fortaleza para soportar una guerra intestina más.
La actitud del Chucho mayor es de franco colaboracionismo con el gobierno panista de Felipe Calderón Hinojosa, acción que repudian las tribus que simpatizan con el lopezobradorismo.
Como nunca, la izquierda mexicana se encuentra dividida y para ser sinceros no se ven posibilidades de unidad entre las tribus perredistas.
Sin embargo, en su afán de servir al Partido Acción Nacional, Jesús Ortega ya platicó con el nuevo dirigente azul, Gustavo Madero, a quien le manifestó su apoyo a las alianzas y a buscar la unidad para enfrentar al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En fin, si el Chucho mayor quiere salvar algo del PRD debe renunciar a la dirigencia perredista ahora que todavía se cuenta, por lo menos, con el cascarón de lo que fue el partido. Una decisión tardía llevará a los perredistas a recoger las cenizas.
OBSESIÓN
El senador Gustavo Madero ya tiene la obsesión panista de moda: evitar que el PRI regrese a Los Pinos y que a ese propósito se dedicará de tiempo completo.
Dijo que el retorno del PRI implicaría un grave retroceso para la democracia del país. Así lo piensa su jefe Felipe Calderón Hinojosa.
“No es un reto fácil, porque el PRI controla muy bien el imaginario colectivo, ejerció el poder durante 70 años, de manera monopólica y autoritaria y fue generando también una cultura priísta de ciudadanos, de tal manera que su modus operandi político es lo que los mexicanos identifican como la forma de hacer política, el único modo de hacer política”. (“Excelsior”, 5 de diciembre de 2010).
Con esas palabras del senador Gustavo Madero tenemos suficiente información para entender que a los políticos, principalmente a los panistas, les interesa sobre cualquier cosa el poder. Su ambición los lleva a olvidarse de todo lo demás, principalmente, de la sociedad.
¿Cómo es posible que el dirigente panista se preocupe más por el regreso del PRI que de aquellos problemas que afectan considerablemente a los mexicanos como la pobreza, la violencia o el desempleo?
De entrada, el líder nacional panista se convierte en el abanderado oficial contra el priísmo que amenaza con regresar a Los Pinos, después de que durante los diez años de gobierno azul México los problemas sociales se agudizaron notablemente.
Nadie puede negar que el desempleo flagela a millones de mexicanos, principalmente a los jóvenes que ni trabajan ni estudian, los famosos ninis; y a lo anterior se debe agregar el gravísimo problema que representa la guerra contra el crimen organizado con su saldo de más de treinta mil muertos; así como las plagas de la corrupción y la impunidad que ensombrecen a México.
Sin embargo, el dirigente panista no tocó esos temas álgidos porque son una cantaleta o porque no tienen solución. ¿Debemos entender que el desempleo, la violencia, la corrupción y la impunidad llegaron para quedarse entre nosotros?
No cabe la menor duda que los panistas, principalmente sus dirigentes, se olvidaron de sus principios, de su ideología. Por ahora, les interesa más continuar con el poder y evitar que el PRI regrese a Los Pinos. Triste actitud de los azules que no se acuerdan donde quedaron sus ideales.
MEJORES SALARIOS
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) planteó que ahora que se inician las negociaciones sobre el aumento de los salarios mínimos para 2011 es necesario estimular el mercado interno y fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores, que históricamente ha tenido enormes pérdidas.
Precisamente, en esta semana, se fijarán los sueldos para el próximo año. Se trata de un ritual que siempre deja insatisfecha a la clase trabajadora, pues se trata de incrementos salariales miserables que en nada benefician a la economía raquítica de millones de personas.
Por eso, el CEESP consideró que impulsar el mercado interno a través de generar empleos formales suficientes y bien remunerados, es la manera más eficaz de fortalecer la economía mexicana y reducir un posible contagio internacional que pudiera convertirse en un nuevo episodio de crisis.
Esa advertencia no debe ser desdeñada por todos aquellos que se encuentran involucrados en el manejo de la economía. La clase trabajadora ya no soporta esos sueldos de hambre que aprueban los líderes charros.