Con Anaya caerá Meade
¬ Armando Sepúlveda Ibarra martes 6, Mar 2018Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
En su creciente angustia y pavor ante el fracaso escénico de su candidato a la Presidencia y el riesgo de que la cúpula, en su derrota, suba a fuerzas al banquillo de los acusados, después de las elecciones, a rendir cuentas claras de su escandalosa corrupción, impunidad e ineptitud, el clan en el poder lanzó un desesperado y temerario ataque con el uso y abuso de la justicia para intentar, con una loca ansiedad como de un condenado a muerte, desbarrancar al aspirante de Por México al Frente, Ricardo Anaya, del segundo lugar de las preferencias electorales, arrimar a la competencia con este artificio, a manera de calzador, a su imberbe gallo ciudadano sin partido ni gracia, José Antonio Meade y acariciar la ilusión o el milagro de disputar al puntero Andrés Manuel López Obrador el triunfo el primero de julio próximo, cuando los mexicanos ya saben que saben que cantarán otra vez las golondrinas al nuevo PRI, según pronostican todas las encuestas, en un ajuste de cuentas de la población contra los verdaderos peligro para México, saqueadores insaciables de las riquezas de la nación, desde los tiempos inaugurales de la dictadura perfecta concebida por su ilustre fundador, Plutarco Elías Calles, hace ya nada menos que 89 largos años.
Para desgracia de quienes sueñan con perpetuar al come solo grupo Atlacomulco en el gobierno, aun con el repudio al señor Peña de más de 80 por ciento de los compatriotas, todo indica que comenzará a revertírsele la jugada poco sensata y menos efectiva de los sabios consejeros del oficialismo que, para esta persecución política digna de las peores dictaduras, buscaron en los estercoleros de la memoria de su partido las tácticas más perversas y truculentas que su ingenio inquisidor pueda ofrecerles para hallar la forma de deshacerse de los adversarios mientras sus propias legiones de corruptos gozan de cabal salud al amparo de su PGR y, si la suerte quiere, allanarle el camino a la gris y desairada figura de su candidato, un personaje que conoce los entresijos y los pecados de los santones, obispos y monaguillos de los sexenios recientes de la alternancia entre el PAN y el PRI, para los cuales sirvió con el fervor y la lealtad de “un hombre sin partido…” e “hijo de priísta”, o pudo fingirse de la vista gorda ante los desvíos y saqueo de recursos de altos mandos, secretarios del gabinete y gobernadores azules y tricolores, porque como es sabido nunca los esculcó ni mucho menos los delató en su cacareado paso por cinco secretarías del gabinete donde sí hubo desaseos y raros manejos con los recursos de los mexicanos y nadie hasta el momento ha sido llamado a cuentas, ni Rosario Robles ni el propio aspirante ciudadano, por citar nombres.
Lejos de levantar algún malestar entre la población contra Anaya, a reserva de que pruebe su inocencia o lo juzguen si existen evidencias de que lavó dinero, parece que con la sucia y burda maniobra electorera del nuevo PRI–Gobierno, a través de una Procuraduría General de la República que solapa a los corruptos de origen priísta y embaraza lanzas y arremete a los contrarios al gobierno, el portaestandarte del frente PAN, PRD y MC podría salir airoso y fortalecido del duro trance, e inclusive reafirmarse como el verdadero rival del candidato de Morena y dejar al rezagado señor Meade, peor aún a como al día de hoy las encuestas lo han tratado y, en definitiva, centrarlo en la disputa de un decoroso tercer lugar con los independientes, si bien le va con la ignominiosa aportación que ya cocina la caterva de insignes mapaches de distintos herrajes malolientes desde el sello de Luis Echeverría hasta el de Salinas de Gortari, como los Gómez Villanuevas, los Beltrones, los Osorios Chong, los Roques Señales y otros especímenes más, que el señor alias Yo Mero y su equipo de novatos belicosos, pendencieros, mentirosos, muerde lenguas y lesivos a su campaña, verbigracia los Ochoas Rezas, los Ler Nuños y los Lozanos, acaban de subir a un barco electoral que zozobra sin capitán ni motor ni ruta de navegación, a la deriva, pues, a la espera de que el cielo ilumine su camino con algo prodigioso y facilite a la nueva mapachada formal o legal, encarnada por los oficiosos señores del Trife al servicio y a los pies del clan en el poder, consumar la vergonzosa hazaña que ya paladearon Carlos Salinas en 1988, Felipillo Calderón en 2006 y Peña Nieto en 2012, con otro fraude electoral con compra y robo de votos y todos los carruseles de la alquimia en las urnas, más las manitas puercas de los cuatro magistrados trifes identificados con el gobierno, un auténtico peligro para conservar la paz social si volvieran a imponerlo.
Bajo el tenaz y despiadado golpeteo de la clase política priísta e instituciones pervertidas como la PGR para rendir al contrario en política con saña autoritaria, contra la candidatura de Ricardo Anaya y sus cabezales PAN, PRD y MC, para desaparecerlo del mapa electoral, ha salido a la vista de todos el espectro real de la alianza entre esos tres partidos que apadrinan al audaz y además sagaz queretano y las graves divisiones y enconos entre sus huestes que, con el disfraz de redentores de la democracia y salvadores del honor de la política y de la nación, suscitaron las cúpulas de esos membretes al imponerse a las bases, a sus espaldas, con manipuleos antidemocráticos que favorecieron a grupúsculos caciquiles con las candidaturas de dedazos desde la presidencial hasta de gobernadores, senadores y diputados y como secuencia desbandaron a muchos fieles entre quienes figuraron por el panismo los senadores rebeldes y Margarita la esposa de Felipillo Calderón y sus ambiciones sin mesura alguna y por los rumbos de la seudo izquierda tandas de gente buena y también de corruptos probados que salieron del PRD a engrosar los modernos basureros de Morena, acogedores recintos de lacras de la política. Hubo en esta simulación de pícaros redomados un reparto de botín entre cuates y cómplices, al estilo de las mafias, palomeados por los modernos padrinos a lo Corleone y benefactores del momento: el propio Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado, todos beneficiarios de estos cochupos, e incluso para sorpresa del respetable público, comenzando por los más inocentes, Miguel Ángel Mancera fue testigo y víctima junto con su banderita de aspirante ciudadano de cómo aquellos personajes chamaquearon sus ansias locas (por aquello de su desastrosa gestión como jefe de gobierno de la Ciudad de México) de ungirse con la candidatura a Presidente por el dichoso Frente y doblegaron su férrea mística democrática con la oferta de marchante de consolarlo con una senaduría plurinominal por el partido de la derecha para su corazoncito que late por la izquierda. ¡Vaya espectáculo de circo, más grotesco que los dedazos de Peña y mandos priístas y los deditos de López Obrador e hijos, si pudiera haberlos peores!
En contraste, con la uniformidad de aquel incesante y riesgoso fuego suicida de los novicios dirigentes del nuevo PRI armados de una violenta diarrea verbal y del ex conciliador Meade en un plan de rijoso y descompuesto hablando de los corruptos de oposición mientras se rodea de otros ladrones de más alcurnia a quienes clama casi por favor “¡háganme suyo!”, nadie sabe para qué fines, Ricardo Anaya sólo esquiva en soledad y con tibieza los golpes bajos y, después de tantos días de ataques descomunales a su personita, unos pocos han dado la cara para defenderlo si consideramos su aparición con la tardía compañía de dirigentes partidistas este domingo pasado culpando a Peña de su persecución, así como unas simples declaraciones de los líderes del PAN y de Movimiento Ciudadano, del coordinador de los diputados panistas, de uno que otro burócrata de medio pelo del PRD y de la famosa frase “¡hijo de puta!” de Diego Fernández de Cevallos ante las puertas de salida de la SEIDO antes de irse este Jefe de Jefes panista a fundirse orondo y mondo en un abrazo tronador de huesos con el candidato priísta Meade, por su cumpleaños 49, con quien taqueó y sumó parabienes al anfitrión del convite cuando su ahijado candidato sufría la pena de ser víctima de una lujuriosa e infame campaña priísta, que incluía al propio aspirante ciudadano Meade y sus dardos envenenados en contra de su por el momento abollada candidatura.
Ante la avalancha de voces críticas respetables tanto de intelectuales como de periodistas y otros sectores del país, así como de la gente de a pie, contra el indebido uso de las instituciones por parte de los señores Peña y la directiva formal del nuevo PRI, para perseguir al adversario político investido nada menos que de candidato a la Presidencia y desesperarse en su paranoia por aniquilarlo y beneficiar a su enclenque favorito y, al mismo tiempo, cobijar a los corruptos de su gobierno con apapacho e impunidad y alejarlos de los tribunales a toda costa, como a los Lozoyas, Ruiz Esparzas, Casasblancas, Malinalcos y un sinfín de corruptelas, al final de esta tragicomedia Anaya salvará el pellejo, Meade desaparecerá de la contienda entre los independientes Margarita Zavala, El Bronco Rodríguez y Ríos Piter y, por su lado, López Obrador pujará más cerca de Los Pinos, si un soplo divino viene y despeja esta tormenta, o el drama tocará las puertas de la violencia, ya verán…
*Premio Nacional de Periodismo de 1996