Los partidos y sus conflictos
¬ Augusto Corro miércoles 21, Feb 2018Punto por punto
Augusto Corro
(PARTE III Y ÚLTIMA)
En el escenario político aún no hay nada escrito sobre quién será el vencedor en la contienda electoral presidencial. Si en el PAN, PRD y Morena parecen superados los conflictos del divisionismo, en el Revolucionario Institucional, lo que se padece es otro problema.
Los electores no sienten poco atractivo por una organización política que tiene sumido a México en la corrupción y la pobreza. El PRI tendrá que convencer a la sociedad mexicana que no continuará con su misma forma de gobernar si llega al poder. Desde luego, será una tarea titánica, pero tendrá que hacerlo si quiere ganar.
¿Cómo borrar a los gobernadores corruptos, de extracción priísta, que saquearon el tesoro público y no se sabe qué harán las autoridades con ellos? Nos referimos a los ex mandatarios Javier Duarte de Ochoa, Roberto Borge, de Veracruz y Quintana Roo, respectivamente, quienes se encuentran ya en la cárcel. Falta detener a César Duarte, de Chihuahua, quien se esconde en Estados Unidos.
Será, pues, en los estados donde el PRI tendrá que empeñarse en ganar con su estructura partidista que siempre le dio triunfos. Esta vez, la tiene complicada porque los electores tienen mayor información y padecen los errores de los gobiernos.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) tendrá que aplicarse a fondo si quiere obtener triunfos en las próximas elecciones. En el presente, los pronósticos son negativos para el tricolor. Le toca remar contra la corriente. Quizás tiene controladas las pugnas internas, pero en ese partido, el divisionismo no es el problema.
El problema real lo tiene el PRI en sus militantes que, como todos los mexicanos, están hartos de violencia, corrupción y pésimos gobernadores. ¿Cómo responderá el electorado en el interior de México? La propaganda negativa dañó la imagen de los candidatos priístas que persiguen alcaldías, diputaciones, senadurías y gubernaturas.
Es en el interior de México donde se planteará el futuro del PRI que dejó de ser esa máquina arrolladora de carro completo.
Quizás la cúpula priísta no tenga que enfrentar la lucha por el poder, pero queda claro que su candidato presidencial, José Antonio Meade, tiene que trabajar horas extras para dar la pelea. Debe alejarse del priísmo y gobernar de acuerdo a su estilo personal.
Tendrá, pues, que subir en el índice de aceptación electoral y colocarse arriba del candidato panista, Ricardo Anaya, para poder enfrentarse al aspirante presidencial, Andrés Manuel López Obrador, que es el puntero.
El neopriísta José Antonio Meade deberá realizar una campaña de convencimiento para decirle al electorado que fue postulado como candidato por el PRI, pero que no es priísta, con el propósito de que no lo identifiquen con el gobierno federal y su manera errónea de gobernar.
¿Seremos testigos de cómo un partido como el PRI, cuyo candidato se encuentra en el tercer lugar de las preferencias electorales, logra sacarlo de ese sitio y elevarlo a los primeros lugares?
En tanto, en Acción Nacional (PAN) su lucha es doble: una al interior y otra al exterior. Afuera tendrá que enfrentar a adversarios políticos difíciles, como Margarita Zavala de Calderón, quien, con su renuncia al partido se llevó a sus simpatizantes.
Se encuentra sin solución el conflicto entre las corrientes antagónicas de “anayistas” y calderonistas. Se acentuó la ambición del poder por parte de Ricardo Anaya y de Margarita Zavala de Calderón, esposa de Felipe Calderón, ex presidente de México, que se enfrentaron por la candidatura azul a la Presidencia de la República.
Ante la imposibilidad de ganarle a Anaya la candidatura panista, la ex primera dama optó por abandonar ese instituto político y decidió participar como independiente en la contienda electoral presidencial.
Es posible que los militantes panistas no comprendan todavía que ocurrió en su partido con tantos pronunciamientos de sus dirigentes azules y amarillos, que aparecían en reuniones en las que recibían el apoyo sin importar el color de la ideología. Uno de esos caprichos de los políticos, fue la designación de Miguel Ángel Mancera como candidato plurinominal al Senado por parte de los panistas. Hecho que todavía no es digerido por los representantes de cúpula del poder blanquiazul. Uno de los principales jefes de ese partido, Gustavo Madero, no esa acción panista, porque según él es violatoria de los estatutos panistas.
Sin duda, esa compleja mezcla de intereses políticos, tarde o temprano, afectarán a Acción Nacional, que se distinguía por su política partidista formal, sería, que abandonó para caer en la frivolidad y superficialidad de la política de sus dirigentes, ambiciosos de poder y negocios.
Por otra parte, Andrés Manuel López Obrador y su partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tendrán qué explicar ampliamente cuál es su línea política, que en poco tiempo se volvió refugio de tránsfugas de partidos de todos colores. Dificil de entender lo que pasa en ese partido.
Ex priístas, ex panistas, ex perredistas y un sinnúmero de elementos de la esfera política decidieron engrosar las filas morenistas y fueron recibidos como “hijos pródigos” . Obtuvieron reconocimiento inmediato. Algunos con premios fueron designados a los cargos públicos que ocuparán, obvio, en caso de ganar la Presidencia de la República.
Otros consiguieron la designación como candidatos a senadores por la vía plurinominal. Es decir, aquellos que serán legisladores sin hacer campaña. Algo así como el regalo del partido a los cuates, a los “esforzados” luchadores políticos no importa si fueron enemigos jurados, ni del partido en que militaron.
Uno de ellos es Napoleón Gómez Urrutia, dirigente del Sindicato Minero, perseguido por la justicia desde el sexenio de Vicente Fox. Un supuesto líder sindical de los trabajadores, que muchos de éstos ni lo conocen.
Otro de los beneficiados es el ex panista Germán Martínez Cázares, también se encuentre como plurinominal al Senado. Este político fue o es un cercano colaborador de Felipe Calderón. Se desempeñó como presidente de Acción Nacional. Un calderonista de pies a cabeza. En fin, los morenistas esperan explicaciones amplias de lo que ocurre en su organización política, donde los agravios a su principal líder, por mayúsculos que sean, alcanzan el perdón de Andrés Manuel López Obrador.