La lucha contra la corrupción está perdida
Francisco Rodríguez martes 20, Feb 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Un nutrido grupo de pensadores republicanos españoles —asilados en México por el cardenismo— aportó un valioso capital humano. Los conceptos que en la filosofía, el derecho, la economía, las letras, la estética y la ciencia política surgían de sus plumas y apasionadas conferencias fueron esenciales.
Explicaban mejor el mundo de nuestro tiempo que el positivismo lógico, el existencialismo o la fenomenología en boga durante las décadas de los treinta a los sesentas. Opusieron formidables barreras a la tentación del Estado autoritario, valoraron la creatividad por encima de la corrupción imperante.
Refrenaron impulsos y apetitos desbocados, imitaciones extralógicas y mimetismos de los jóvenes que deseaban a todo costo igualar las conductas de quienes desde el poder oficiaban normas destinadas a barrer con este país, a como diera lugar. Descastados gobernantes que habían llegado para señalar las pautas de la inconsecuencia.
Las enseñanzas del asturiano José Gaos o del catalán Eduardo Nicol, del sesudo penalista Mariano Jiménez Huerta, del jurista Luis Recaséns Siches, del genial Wenceslao Roces, de Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez y del poeta castellano Tomás Segovia, entre otros, dejaron honda huella en México.
Los estudios sobre la naturaleza íntima del ser humano, la filología, la historia y el razonamiento filosófico desde la dialéctica del materialismo histórico, su oposición a todo tipo de actitudes dictatoriales, el corporativismo fascista y el militarismo, traducían a nuestros términos lo sufrido en la península ibérica.
Fue una tarea moral, transmitían a los mexicanos las bases del pensamiento social de la generación coetánea de Azaña, Ortega y Gasset, Machado, Pi Maragall, Miguel Hernández y tantos otros que cambiaron la manera de ver el mundo hispanohablante.
Fueron acompañados por Alfonso Reyes, su cómplice intelectual, el que se dirigía a los obregonistas rencorosos, con sensación de fin del mundo, triunfantes sobre montañas de cadáveres, vacíos de futuro, al borde de la angustia, ansiosos de fama y dinero para recriminar sus procederes. Pensaban que “la moral era un árbol que da moras”.
Las aportaciones cinematográficas y estéticas del aragonés Luis Buñuel, del catalán Pablo de Ballester, la filantropía de Arturo Mundet y Santiago Galas, la aportación de León Felipe y las agudas críticas al sistema de Rafael Segovia, no pueden negarse.
El ejemplo, a diferencia de los gobernantes de turno, es diametralmente distinto. Si ellos pugnaron por un mejor país, más soberano e independiente, a pesar de no haber nacido aquí, los mandatarios huehuenches emitían ejemplos desastrosos, todos nacidos de su envilecimiento depredador.
Los republicanos llegaron a sentirse más mexicanos que el mole. Su empatía con lo nuestro era asombrosa. Llegaron a revelarnos algunas verdades, como las de José Gaos sobre la inmunda obsecuencia de los españoles ante el rey Felipe II, conquistador de las islas de los mares del sur, que barrieron con el cuadro.
Sucede que el monarca español, afectado por un mal genético de paladar hendido no podía pronunciar bien, arrastraba las palabras y siempre ceceaba en los sonidos guturales. Producía una manera rara de entonar las palabras, haciendo que sus interlocutores confundieran las letras C y Z con sus impedimentos verbales.
A mitades del siglo XVI y en un entorno monárquico castellano del centro de España y alrededores, la influencia de la pronunciación del rey se extendió por todos esos dominios, influyendo a los súbditos para uncirse a esa nueva manera de decir el idioma castellano.
Subsecuentes estudiosos de la lengua y su gramática hicieron el resto. Justificaron las nuevas pronunciaciones que ya habían tomado carta de naturalización. Las modas no llegaron a territorios extremeños o andaluces, que hasta la fecha hablan como nosotros, sin el inconfundible ceceo.
La C y la Z no eran recalcadas por los conquistadores y ésa fue la única razón de que los mexicanos no hablemos igual que los castellanos. Si no hubiera sido por ese prurito histórico otro gallo cantaría, porque para imita monos nos pintamos solos.
La costumbre de mimetizarse, de imitar a pie juntillas los modos y maneras del poderoso no sólo se encuentran en las cortes dinásticas, también son moneda de cuño corriente entre los favoritos, entre la reducida claque de los empoderados en otras latitudes. Si no tienen algo bueno qué copiar, los privilegiados copian lo malo.
Ante el páramo y la desolación cultural de los gobernantes llegados de Atlacomulco, ante su firme creencia de que la corrupción debe combatirse con declaraciones fiscales y de buena intención , además de confesiones personales donde se abjura de los conflictos de interés, casi nada puede hacerse.
La lucha contra la corrupción está perdida de antemano, desde un consuno perverso que quiere ver las pestañas en quien jamás tuvo ojos. O creer de plano que el inútil polígrafo puede amilanar o castrar las aptitudes de un delincuente que viene por todo.
Políticos y patrones saquean y despostan en paraísos fiscales
¿Para qué quieren una reforma moral si el Ministerio Público de la Nación va a ser un Big Brother encaramado sobre la inmundicia de su pertenencia y de su adicción a las malas mañas que lo llevaron hasta ahí? Sólo en sus puñeteros sueños radica el fundamento de todas las insensateces, de todas las zarandajas.
Está comprobado hasta el extremo que los ejemplos de los gobernantes cunden. Si el ejemplo y la conducta apuntan hacia la corrupción y el prevaricato en todas sus expresiones, todos tratan de parecerse a ellos. No hay rastros de moralidad en Palacio, tampoco los habrá en las judicaturas, los parlamentos y sedes del Poder Ejecutivo, ni entre los validos del empresariado.
La corrupción está presente en todos los asientos de la actividad, nadie quiere quedarse atrás. Las revelaciones de los Panama Papers lo dejar ver en toda su crudeza. Gobernantes y empresarios de postín están involucrados en el ejemplo de saquear y depositar el dinero mal habido en cualquier paraíso fiscal.
El atildado Meade Kuribrena, candidato favorito de los saqueadores es demasiado cauto en la investigación, igual que lo ha sido en la de Odebrecht, en la de Higa, OHL, en la de Josefina Vázquez Mota y en todas las que se parezcan, simple y sencillamente porque él está inodado. A las órdenes de Videgaray participa en todos esos enjuagues.
Investigar y sancionar ejemplarmente a los saqueadores y evasores fiscales es más difícil de lo que se piensa. Llegarían hasta el escritorio de Enrique Peña Nieto. Llegarían hasta los asientos de ellos mismos. Pondrían involuntariamente la pauta del juicio popular que les espera, si el pueblo mexicano opta de una vez por todas por echarlos a patadas del poder.
Porque estábamos mejor cuando creíamos estar peor.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La corrupción fue el común denominador de los discursos de los ya candidatos presidenciales. “Con terquedad voy a acabar con la corrupción”, resaltó Andrés Manuel López Obrador. “Seré implacable en el combate a la corrupción”, dijo sin mucho énfasis Meade Kuribreña. “A mí no me va a temblar la mano para acabar con el pacto de impunidad… Yo voy a combatir el crimen organizado, pero empezando por el organizado desde el escritorio de los políticos corruptos, que coludidos con contratistas, saquean el erario y se enriquecen en la misma medida en que empobrecen al pueblo”, mencionó a su vez Ricardo Anaya. El consenso: la administración de Peña Nieto es la más corrupta que haya habido en décadas. + + + Sobre la anunciada “entrevista” Trump-EPN escribe don Rubén Mújica Vélez: “ ¿Qué esperar de una sesión más entre el arrogante azafranado y el atlacomulquense? Nada. Solo una sesión más en que se difunda por los medios y los ‘plumíferos’ oficiales, que ha sido una ‘reunión fructífera, comedida, de altos vuelos diplomáticos’ entre el heredero de los peores buitres washingtonianos y el descendiente directo de los ‘polkos’. Mientras las ‘filtraciones’ nos dirán que el espíritu de sumisión de ¿nuestro? ‘presidente’ se ha convalidado, se ha machimbrado (¡sí, machimbrado!) en grado que ahora habrá un teléfono rojo entre ambos ‘poderes’ para que la ‘relación entre amigos’ derive a una relación entre ‘hermanos’. (Dijo Wilde en El Rey Joven: solo que el ‘hermano’ se llama Caín’) y que ahora como nunca vale la pena evocar la ‘explicación histórica’ sobre el manido carácter de ‘primos’ entre los yanquis y nosotros. Valdría la pena.” + + + Juan Rodríguez Clara es un pueblo en el sur veracruzano que ha ido fincando una importante red educativa gracias a la labor de ciudadanos locales que han visto abiertas oportunidades de mayor preparación en sus hijos. Un ejemplo regional. Lo que ahora está en riesgo es toda la estructura educativa. En el Instituto Tecnológico Superior (nivel educativo máximo) de ese pueblo, el director actual Quirós García se dedica a ‘grillar’ intensamente y presumir de las “palancas políticas” que le permiten manejar el Instituto como si fuera de su propiedad. Esto ha ido en demérito de la institución y pese a las inconformidades de padres de familia y profesores de la institución por el desorden, la prepotencia y los afanes por escalar de quien nunca debió ser director, las autoridades estatales no hacen algo. Incluso han elevado las quejas a la gubernatura y se ignora si Yunes o está enterado o minimiza el problema en contra del interés de la juventud estudiosa. Ya son muchos los problemas de índole federal para que se permitan que la irresponsabilidad de un burócrata ponga en riesgo las actividades académicas y proyectos de un Instituto que paga el pueblo de Veracruz y México. Se debe poner remedio inmediato.
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