Los temores de AMLO
Ramón Zurita Sahagún martes 20, Feb 2018De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante muchos años, a los Presidentes de la República priístas y panistas, después, no les importó desmantelar en parte al Poder Legislativo o los Ejecutivos estatales, con tal de satisfacer sus necesidades partidistas y de gabinete.
José López Portillo se trajo a Jorge de la Vega Domínguez que comenzaba apenas con su gobierno en Chiapas para designarlo secretario de Comercio (iniciando de esa forma el desfile de gobernantes en esa entidad, que duró varios años más) y antes sacó del Senado de la República a Carlos Sansores Pérez para llevarlo a la presidencia del PRI y a Fernando Rafful Miguel, para confinarlo al Departamento de Pesca y a Hugo Cervantes del Río y otros más.
Con Miguel de la Madrid, Alfredo del Mazo González y Miguel González Avelar, sentaron precedente.
Sin embargo, el que hizo y deshizo con el Poder Legislativo federal y Ejecutivo en los estados fue Carlos Salinas de Gortari quien movió fichas a su antojo y sacó a gobernadores de los estados que fue un gusto.
Beatriz Paredes, Mario Ramón Beteta, Genaro Borrego, Luis Martínez Villicaña, Fernando Gutiérrez Barrios, José Patrocinio González Garrido, Enrique Álvarez del Castillo, Guillermo Jiménez Morales, Manlio Fabio Beltrones, entre otros.
Ernesto Zedillo Ponce de León hizo lo propio con José Antonio González Fernández, Mariano Palacios Alcocer y Esteban Moctezuma Barragán, entre otros.
Vicente Fox Quesada no se quedó atrás y jaló a Josefina Vázquez Mota Fernando Canales Clariond y Javier Usabiga, entre otros.
Gustavo E. Madero, Heriberto Félix Guerra, Beatriz Zavala Peniche y otros más fueron sacados de la comodidad de sus escaños y designados en cargos partidistas y federal.
Enrique Peña Nieto requirió de los servicios de José Eduardo Calzada Rovirosa, Eviel Pérez Magaña, Areli Gómez González, Jesús Murillo Karam, Raúl Cervantes Andrade y hasta de René Juárez Cisneros.
Siguiendo esa tónica se puede comprender el por qué varios de los nominados para formar parte del eventual gabinete de Andrés Manuel López Obrador sean registrados como candidatos a cargos de elección popular.
Será el temor de que el voto no le favorezca y ellos resulten beneficiados con un lugar en el Poder Legislativo o que le dejen su espacio al suplente, en caso de ganar o, simplemente, no formarán parte del gabinete que dio a conocer con anticipación.
Las lecturas son muchas y llaman poderosamente la atención el tipo de estrategia que usa el candidato presidencial de Morena, anunciando de inicio la composición de su gabinete y, después, que su partido postule a varios de ellos al Senado de la República.
Dentro del selecto grupo de aspirantes plurinominales al Senado de la República, destaca el nombre de la Ministro en retiro, Olga Sánchez Cordero, a quien propuso como secretaria de Gobernación.
Sánchez Cordero es una abogada de prestigio que destacó como parte del Poder Judicial de la Federación y que a su retiro decide incursionar en la actividad política.
Resultó sorpresiva su nominación como secretaria de Gobernación, toda vez que su figura se percibía más como la Consejera Jurídica de la Presidencia de la República o la titular de la secretaría de la Contraloría o algún cargo similar, pero AMLO la designó para Gobernación, en caso de ganar.
Rocío Nahle García compite por una senaduría de mayoría en Veracruz, va en primera fórmula y de no ganar es casi seguro quede como primera minoría. Ella fue propuesta como secretaria de Energía.
Alfonso Durazo va segundo en la fórmula al Senado por Sonora, una entidad en la que Morena, simplemente no pinta y sus posibilidades de ser parte del Senado de la república son escasas. El fue anunciado como secretario de Seguridad Pública, una dependencia de nueva creación, ya que la anterior fue desaparecida.
De los tres el que menos posibilidades tiene de un escaño es Durazo, por lo que en caso de ganar López Obrador tendría asegurado su espacio en el Ejecutivo federal, los de las otras dos (mujeres ambas) quedaría en el aire.
Quien también asegura su sitio en el Senado es Ricardo Monreal Ávila, el que extrañamente no fue incluido dentro del posible gabinete.
Es cierto que no se pueden lanzar las campanas al vuelo, con los resultados asentados en los sondeos y encuestas que lo ubican por encima de sus contendientes y que el resultado no se encuentra garantizado y más aún, a partir del 30 de marzo, el escenario será distinto con la incorporación de los candidatos independientes.
Si algo sabe AMLO es de los rigores de una campaña y como el puntero puede sufrir un desplome, como ya sucedió con él mismo en el pasado no tan lejano.
En aquella campaña de 2006, López Obrador era el puntero y poco a poco su ventaja fue descendiendo, por malas decisiones asumidas en el camino, entre las que se encuentran el no acudir a un debate.
Postulado por el PRD, PT y Convergencia, AMLO recorría la ruta presidencial en forma moderada, cuando se soltó el lema auspiciado por los panistas de que era un peligro para México.
El impacto tenido fue favorable para los adversarios del tabasqueños, por lo que a la caída de Roberto Madrazo Pintado en las preferencias, muchos de esos eventuales votantes cambiaron de parecer y sufragaron por el abanderado del PAN, Felipe Calderón Hinojosa.
La historia es ampliamente conocida, los resultados oficiales favorecieron al panista por medio punto porcentual y aunque el proceso electoral fue catalogado de fraude electoral, los números se asentaron como victoria del panista que gobernó por seis años y cuya esposa, Margarita Zavala Gómez del Campo, busca repetir la historia, aunque desde una candidatura independiente.